No es un nombre que se maneje en la dimensión pública de la política uruguaya, pero hace años está en la palestra como asesor en comunicación. Pasó por el Partido Socialista (PS) y recaló en la Vertiente Artiguista como parte de un contingente de nuevos militantes que desembarcó en un momento que define como “fermental” para el sector, y encabezará la lista del sector por Montevideo.
Sobre política y comunicación, así como de programas y procesos electorales, la diaria conversó con Santiago Brum.
¿Hay un proceso de renovación en la Vertiente Artiguista? ¿Cómo lo caracterizás?
Hay un proceso fermental muy importante que particularmente es posible gracias a que existió la voluntad política de los principales liderazgos del sector de generar espacios para los jóvenes y las generaciones que estaban en condiciones de asumir el recambio en la Vertiente. En este sentido, hay algunos procesos que son significativos: uno es la apertura a grupos nuevos que son externos al sector, es el caso del grupo que vino con nosotros, de frenteamplistas que pertenecíamos al PS, un grupo de 70 compañeros. Además, se sumaron otros colectivos en los últimos tiempos, algunos que vienen de la militancia sindical de magisterio y también de otras expresiones del Frente Amplio [FA]. También hubo otra variable que fue sustantiva en los últimos tiempos que es el liderazgo de Fernando Pereira. No todo el mundo sabe, pero es un compañero que pertenece a la Vertiente, él no ha negado su pertenencia al sector más allá de que hoy es el presidente de todas y de todos los frenteamplistas.
¿Cómo llega tu espacio, vinculado al PS, a integrar la Vertiente?
En mi caso y en el de muchos, pasamos toda la vida en el PS y hubo una lectura de que la construcción política estaba afuera; en principio, militando como independientes y, después, porque habíamos tenido vínculos muy estrechos con compañeros y compañeras de la Vertiente, terminamos definiendo militar allí, en un sector que tenía como condición principal lo humano, que después de ver lo mejor y lo peor del ser humano en la política, llegás a momentos de mucha tensión. Son procesos, por lo general, agotadores para los militantes políticos.
¿Los agotó en ese sentido el PS?
No, simplemente creíamos que necesitábamos un espacio donde valoráramos más los vínculos, que fuera un sector más chico, como era la Vertiente, pero con una estructura similar orgánica a la que tiene el PS. Entonces, en cierta manera, era un ambiente más familiar como para poder militar, y en ese camino transcurrimos.
¿Cómo llegás a encabezar la lista de Montevideo de cara a junio?
A raíz de un proceso democrático que se dio en Montevideo, de consultas a las agrupaciones, que son los organismos de base en el departamento, y a su vez de lectura política de la situación en la que estábamos y también por lo que fueron los argumentos de la asamblea, de reflejar este proceso de integración de apertura de la Vertiente y de la necesidad de recambio generacional. Son definiciones orientadas a apostar al recambio. Creo que pasa por ahí la definición y significa un gran desafío para todos nosotros.
¿Cómo ves que puede afectar la denuncia que hay en contra de Yamandú Orsi por parte de una mujer trans?
Hay que ver qué resuelve la Justicia, pero en realidad no es la denuncia en sí, sino todo lo que se articuló en torno a la denuncia. Hoy sabemos y varios actores, principalmente analistas políticos, han mostrado cómo, desde el momento que se hace la primera denuncia, se activan una cantidad de cuentas en el exterior, que provienen de un país latinoamericano en particular, que es México. Y son más de 1.000 cuentas en un primer momento, según informó el MPP [Movimiento de Participación Popular].
El hecho de que haya bots no quiere decir de por sí que sea una denuncia falsa.
Pero también hay que pensar cuáles son los otros componentes que empiezan a aparecer. Por ejemplo, hace poco tiempo un analista político decía que hay que pensar si no hay algún consultor del exterior mexicano que ha trabajado en campañas sucias, como son las campañas que se amparan en la construcción de noticias falsas sobre los candidatos que se quiere sacar del ring político. Hay una coincidencia particularmente en la campaña de [Álvaro] Delgado del concepto central de campaña que presentó hace unos días que es “el segundo escalón de las transformaciones”, que es igual a una campaña que está haciendo una de las candidatas en Veracruz, en México, que también habla del mismo término, del “segundo escalón de la transformaciones”. Entonces, conceptos que se aplican en campañas mexicanas se están aplicando a la campaña interna en Uruguay, al mismo tiempo que cuando se analiza la cantidad de activación digital que hubo desde México hacia Uruguay vinculado a estas denuncias da para pensar que tal vez –no quiere decir que sea así– haya una participación de asesores en comunicación política y en campañas electorales que se basan en este tipo de estrategias.
Entonces, te parece que esto podría venir desde la campaña de Delgado.
No puedo afirmar que provenga de la campaña de Delgado.
Se ven dos formas de salir a hablar del tema dentro del FA; por un lado, Orsi salió calmo, a ponerle paños fríos, y después Fernando Pereira y otros actores salen con una línea más dura. ¿Esto es algo pensado?
No es algo trabajado. Yo creo que a muchos actores nos generó indignación que el candidato que, según nosotros, es el mejor para conducir el Uruguay sea blanco de posibles ataques como estos. Existía la necesidad de salir con claridad y por lo menos poner la lectura de lo que está sucediendo en la opinión pública. Por otra parte, está la preocupación de que uno de los principales capitales políticos del FA sea atacado de esta manera, entonces la fuerza política no puede quedar omisa. Hubo un rechazo unánime a formas de hacer política que no las debería tener Uruguay si queremos mantener la tradición y la cultura amortiguadora que históricamente hemos tenido, que hace a lo que se ha llamado la excepcionalidad del Uruguay.
¿Sigue existiendo esa excepcionalidad? El mismo Orsi lo dijo, se ha visto esto en campañas en otros países.
Creo que históricamente Uruguay tiene una luz verde con la excepcionalidad uruguaya, ahora estamos en luz amarilla. Seguimos manteniendo el reflejo democrático y eso es lo que está en juego en esta elección. Ese reflejo es que dos líderes políticos en Uruguay se ponen a charlar, levantan el teléfono y dicen: “Bajemos la pelota”. En otros países no pasa. Nosotros tenemos una cultura de procesar los conflictos que no es el choque y la fractura expuesta. Todo eso lo tenemos que cuidar y está en juego en esta elección.
¿Por qué?
Si nosotros pensamos cómo han sido los procesos políticos de los últimos años en cuanto a las características de las campañas políticas, todas han ido en esa línea de la desinformación. Eso sumado a la revolución de la tecnología de la información: pensemos que, en Uruguay, el promedio de exposición a internet es de siete horas por persona, estamos expuestos a siete horas de noticias falsas en un contexto de campaña electoral, y eso es preocupante. Los primeros que tenemos que tener un reflejo democrático somos los actores institucionales, los partidos, la Justicia y los que ocupan cargos y responsabilidades públicas. Uruguay tiene que construir pactos, y eso no es un eslogan, eso tiene que ser un desafío para preservarnos de procesos globales que son complejos y destructivos.
A nivel programático, la Vertiente Artiguista le ha dado mucho lugar al tema seguridad y al lavado de activos.
Nosotros creemos que la gran promesa fallida del gobierno es la seguridad, porque en toda la estrategia electoral y política durante el período de gobierno anterior el foco estuvo puesto en la seguridad, y si recordamos la campaña electoral, fue la principal promesa del liderazgo de Lacalle Pou. Hoy creemos que es su principal fracaso, y han entrado en un proceso de negacionismo de los números, que al gobierno no le dan bien. No quiere decir que el FA no haya sido efectivo con la seguridad, porque tuvo grandes logros a todo nivel: a nivel de desarrollo tecnológico de la Policía, la descentralización de las estrategias policiales y muchos otros logros en materia de seguridad.
Pero muchos números no les daban bien.
Es cierto, y el gobierno se paró en ese lugar. Ahora, esa gran promesa del gobierno de Lacalle Pou empezó a demostrar sus problemas al poco tiempo de que habían asumido. El primer llamado en temas de seguridad, por las cifras de homicidios, en las que se puso en tensión los números que manejaba el gobierno, lo encabezó Enrique Rubio, y nosotros estamos convencidos de que fue un punto de inflexión. El FA empezó a construir un espacio de legitimidad para hablar de los temas de seguridad, al que después siguió el siguiente llamado a sala que fue el que analizó el episodio de [Sebastián] Marset y la entrega del pasaporte, con las consecuencias que tuvo.
¿Por dónde más pasan las propuestas que tiene la Vertiente?
Tenemos una gran discusión y un gran desafío como FA, que es el desafío de darle contenidos al desarrollo. El FA, en el programa actual, plantea una estrategia del desarrollo y eso es un aspecto importante del programa. Tenemos un desafío que es de política pública de mediano y largo plazo y cómo pensamos la inserción internacional con relación a las cadenas productivas. Avanzar en el camino del desarrollo significa que va a haber tensiones y que vamos a tener que tener la capacidad de procesarlas, y eso está relacionado con qué líneas de política pública van a ser prioritarias, y hay algunas que son muy claras.
¿Cómo cuáles?
Uruguay no puede permitir que se siga profundizando la desigualdad. Cuando caminamos por las calles de Montevideo, es alarmante la cantidad de personas que vienen en situación de calle. Si esto además lo vinculamos a la pobreza y a cuáles son los rostros de la pobreza en Uruguay, esencialmente niños y jóvenes, hay un fenómeno estructural crítico de infantilización de la pobreza, y ese tiene que ser un gran desafío del desarrollo; en los procesos electorales hemos escuchado hablar muy poco.
Sin embargo, el de la infantilización de la pobreza ha sido un tema bastante presente no sólo en la campaña, sino en el último tiempo.
Es un tema que está, pero que no es de los principales y debería serlo, vinculado especialmente con esto del modelo de desarrollo, porque tenemos que aspirar al hambre cero en Uruguay y Uruguay está en condiciones de hacer eso. Tenemos que aspirar a un modelo educativo integrador, que genere condiciones para la diversidad de las situaciones que tiene el Uruguay, que atienda también las asimetrías sociales en cuanto al acceso de los recursos del Estado. En este gobierno existieron problemas en las sucesivas rendiciones de cuentas porque no estaban los recursos para la ciencia, entonces hay una vocación y una voluntad en el programa del FA de apostar al 6% para la educación y al 1% para la ciencia y la tecnología.
Pero esto que identifican como prioritario, lo del 6+1% para educación e investigación, también fue una promesa fallida de los gobiernos del FA.
Los procesos son acelerados algunas veces y otras, son lentos. Los procesos de las políticas públicas de Estado de mediano plazo son los más difíciles de construir, y también los que involucran grandes volúmenes de recursos requieren especialmente continuidad y trazabilidad de los recursos, y que esta trazabilidad de los recursos esté vinculada a resultados concretos, ese es el gran desafío que también tenemos para un próximo gobierno del FA.