Un buey, una balanza, un caballo y el Cerro de Montevideo lucen en el escudo de armas de la República Oriental del Uruguay. Símbolo compañero del devenir histórico, se ha incorporado como marca distintiva de la presencia del Estado. Como no puede ser de otra manera, su imagen bordada es el principal detalle de la banda presidencial, pieza que ha pasado a representar desde 1882 la toma del poder máximo del Ejecutivo. En este momento, separada por pocas cuadras de ese cerro que luce en el escudo, la bordadora Luján Soria da puntadas cada vez más finas para que la tradición siga y llegue al que será el presidente 43, Yamandú Orsi.
Bisnieta y nieta de bordadoras, hija de costurera y desde los cuatro años habitante de Casabó, la especialista en pedrería, hoy con 42 años, se dispone a concretar, confiando en su bordado, la tercera banda presidencial de su carrera. Con la ventaja de ya tener los moldes -que ella misma dibujó- para hacer el escudo, y mucha más confianza que en 2015, calcula que sólo resta algo más de una semana para que quede terminada la parte principal de la pieza.
Posteriormente, cuando llegue la mitad de febrero, será momento de que el presidente electo pruebe la banda y se dé paso a los últimos detalles que tienen que ver con “la parte de costura y del forrado”, así como también con la colocación de “las borlas, en el final de la banda”, comentó Soria a la diaria.
En el taller de su casa, acompañada de Tom, su gato, y Oso, su perro, Soria trabaja en la banda entre ocho y diez horas por día. “Empiezo a trabajar muy temprano, me levanto a las siete de la mañana porque trato de aprovechar la luz del sol”, comentó. Agregó que esa decisión sobre la luz tiene que ver con que el “hilo de oro [con el que se hacen los detalles centrales de la banda] brilla mucho y con la luz artificial brilla más”, lo que le termina afectando la vista. A esta dificultad, se le suma un trabajo técnico que, según reconoce, la “cansa” y muchas veces le provoca “contracturas”.
Trascendiendo estas cuestiones, el único “contra” que tiene este desafío, Soria reconoció que le “encantaría” seguir siendo la encargada de diseñar las bandas de los próximos mandatarios. En este caso, la feliz noticia de que nuevamente se encargaría de la pieza le llegó a través de Martín Lees, quien será el próximo director de la Secretaría de Comunicación Institucional de Presidencia. Una vez con la responsabilidad, comenzó el proceso de llegar a los materiales necesarios para la confección, algo que, según reconoció, en comparación con 2020, fue “más rápido”.
“Para la banda de [Tabaré] Vázquez, [los materiales] los donaron desde la congregación [de las hermanas Oblatas, anteriores encargadas de la banda], y no hubo que traerlos de España. María Auxiliadora [Delgado] se contactó con la congregación, les comentó que consiguió una persona que le hiciera la banda, y ellas donaron todo el material”, recordó sobre lo que sucedió en 2015. Esa primera vez se llegó a Soria a través de quien asumiría como vicepresidente, Raúl Sendic. La conexión vino concretamente mediante uno de los hermanos del entonces dirigente frenteamplista, que era cliente de sus bordados.
Ya en 2020 se contactaron con Soria desde la sección de protocolo de Presidencia de la República, incluso antes del balotaje. En ese momento sí fue necesario comprar el material, lo que la llevó a que tuviera que hacer su propia “investigación”. “Les averigüé dónde era la fábrica, pero fueron a la fábrica y les vendían unos rollos enormes, al por mayor”, relató. “Tuve que mandar un mail a la fábrica para que me recomendaran dónde podía comprar y de ahí es que surge una casa en Sevilla que se llama Almacenes Velasco, que vende al por menor”, cerró su anécdota, y señaló que ese lugar es el origen de los materiales que utiliza también en esta oportunidad.
Ser la bordadora de la banda presidencial
“Es un mes y medio, más o menos, que me tomo sólo para esto, para estar tranquila y dedicarme a la banda”, relató Soria. Ser la bordadora de la banda presidencial, además de una dedicación exclusiva, también le implica tener que empezar a recibir medios de comunicación que se interesan por el tema. “Me pone nerviosa”, reconoció, mientras era visitada en su taller por la diaria. Poniendo énfasis en su “perfil bajo”, apuntó que “salir en la tele y en los diarios” le “choca un poquito”.
Por otra parte, además de los medios, la solicitan como tallerista para aprender de su trabajo. “Estuve dando talleres sobre el escudo nacional, a la gente le encanta”, expresó. Además, en su entorno, familiares, amigos y vecinos le preguntan por la banda y piden verla antes de que sea entregada. Si bien reconoce que no piensa “tanto” sobre lo que significa encargarse de esa pieza, apuntó que “mucha gente” le dice que está “haciendo historia” y que va a “quedar en la historia”.
“No me imagino hoy o mañana ir a un museo y ver una banda mía, por ejemplo, pero puede pasar”, comentó. En ese sentido, y dimensionado cada proceso como algo importante, detalló que va “guardando fotos” de cada paso que da en la construcción de la pieza. Agregó que también disfruta de compartir el proceso con su familia y amigas, a quienes pregunta “todo el tiempo” qué les parece, cómo “va quedando” su bordado en hilos de oro.
La relación con los presidentes
“Estoy ansiosa por conocer a Orsi, por ver cuando se pruebe la banda, a ver si le gusta”, apuntó Soria, mientras dibujaba una sonrisa en su cara. Ese contacto ya lo vivió con Tabaré Vázquez y con Luis Lacalle Pou. Según recordó, estos le dieron “el tiempo suficiente” para tomar todas las medidas necesarias, incluso señaló que con el actual mandatario permaneció “más tiempo” que el necesario. “Se probó todas las corbatas que tenía para ver cuál le quedaba mejor con la banda; estuvimos rato mientras probaba las corbatas”, narró.
Con la responsabilidad de trabajar cotidianamente con vestidos de fiesta que muchas veces van dirigidos a novias o a quinceañeras, reconoció que siempre vive con “la misma presión” de que a la persona “le guste el trabajo”. Sobre cuando le llevó la banda a Vázquez, recordó: “Fue muy emotivo, porque la llevé en una caja, y cuando la abrí, él se quedó parado mirándola y no decía nada. En ese momento pensaba que no le había gustado, pero luego de unos segundos -que para mí fueron eternos- me felicitó y me dijo que lo que había hecho no era un bordado, sino que era una obra de arte”.
Un poco de historia de la banda
Incuestionable en el Uruguay de hoy, la utilización de una banda como símbolo del traspaso del poder, o de su ostentación, no siempre fue algo bien recibido. Según dijo a la diaria Alejandro Giménez, quien presentará en marzo una nueva edición de El libro de los presidentes uruguayos, se intentó sobre 1835 crear una pieza que representara la “investidura presidencial”. Sin embargo, este tipo de objetos se los “vinculaba con lo monárquico”, en un momento en el que se buscaba “hacer una ruptura con el orden colonial”, apuntó el historiador.
Luego, otro antecedente aparece cuando el presidente, Juan Francisco Giró -que gobernó entre marzo de 1852 y setiembre de 1853-, lució una “banda presidencial de terciopelo de color celeste”, recordó Giménez, con base en algunas crónicas de la época. Posteriormente, con la inspiración de Napoleón III sobre las democracias del mundo occidental, se dio paso a la introducción del “lujo” en el poder, algo que llegó a Uruguay, agregó.
En este sentido, Giménez señaló que el “poder exhibido” fue algo que lo caracterizó al expresidente Máximo Santos, quien en julio de 1882 dio paso a la promulgación de la ley que creó la banda presidencial. Materialmente, sin embargo, la creación fue responsabilidad de Tulio Freire, un dirigente cercano del entonces presidente. Entre fines del siglo anterior y principios de este -concretamente entre 1938 y 2010-, la responsabilidad de hacer la pieza estuvo en las hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, llegando a Soria en 2015.
Según explicó Giménez, más allá de la influencia europea que tiene la creación de la banda presidencial, su uso también respondía a la necesidad de que el presidente no pasara “desapercibido”. “En ese momento no estaba la imagen extendida, entonces la banda era la forma de que tanto la gente de Uruguay como los visitantes extranjeros tuvieran la certeza de quién era el presidente”, sostuvo el historiador.