Si alguien llega a Treinta y Tres preguntando por el pueblo General Enrique Martínez, devela que es oriundo de otro departamento (o extranjero) y que encontró la localidad mirando un mapa. En cambio, quienes lo visitaron alguna vez, saben que se ubica a 61 kilómetros de la capital olimareña por la ruta 17, a orillas del río Cebollatí, pero sobre todo reconocen que la localidad es inundada por el nombre del puerto: La Charqueada.
La actividad portuaria define la vida de sus habitantes, y fue la exportación de charque la que dejó como legado el nombre. Años después, lo frecuentaban embarcaciones con arena y canto rodado. Hoy el puerto es base para deportes náuticos y canotaje.
El puerto también es el centro durante la Semana de Turismo: allí tienen lugar la 47º Regata Internacional y el Festival de la Charqueada.
“La grilla se programa a partir de las opiniones de la gente. Se hace un monitoreo en la radio Líder 89.1 y se decide a partir de los pedidos”, explica Laura Medina, coordinadora general del festival. De esa forma, se genera una programación que incluye variedad de actividades y géneros musicales.
En otras ediciones se presentaron grupos de música gaúcha provenientes de Santa Vitória do Palmar y Chui. Este año, las actividades empiezan hoy con fogones cerca del puerto, el martes y el miércoles se organizan bailes callejeros, zumba y espectáculos para niños, y a partir del jueves se presentan grupos musicales en el escenario mayor como Chacho Ramos, Bafo Da Onça y Sonido Cristal, entre otros.
“Apuntamos mucho a lo que tiene que ver con género y siempre buscamos que haya una mujer para que se reivindique la participación femenina. No sólo porque quien organiza es una mujer, sino también para fortalecer la parte familiar”, explica Laura Medina. En la programación artística esto se ve reflejado con la presencia de Fusión de Galas, conjunto de música tropical encabezado por Paula Elena Morales, y en Bafo da Onça, grupo de samba que tiene una composición mixta. Medina también destaca que los más de 100 puestos que se organizan alrededor de la plaza están a cargo de mujeres e incluso, en otras ediciones, había uno bajo la responsabilidad de un equipo de fútbol femenino llamado Las Estrellitas.
A partir de esta propuesta, más la de la regata internacional, los 1.500 habitantes de La Charqueada se preparan para recibir a 10.000 visitantes provenientes de otros departamentos e incluso del exterior.
La masividad del festival es un fenómeno nuevo, según Medina, “resultado de un proceso de evolución completo” que, como a lo largo de su historia, ha estado acompañado por cambios en la organización de la regata internacional. Ese diálogo entre los dos eventos se remonta a 1962, cuando dos amigos que transportaban arena de un lado al otro del río Cebollatí invitaron a otros a competir en sus botes navegando aguas abajo hasta llegar a la laguna Merín, y en el pasaje por La Charqueda empezaron a organizar fogones e invitar a artistas a cantar en la pérgola del pueblo.
Hace ocho años la organización dio un giro y generó las condiciones para aumentar el público de 500 a 10.000 personas. Para lograrlo, se ponderó la parte natural que implica la presencia del río. Se cambió de lugar el escenario y se profesionalizaron las instalaciones. Además, hubo cambios en la parte artística para atraer a todo tipo de público y no coincidir con la presentada en el Festival del Olimar. Se modificó la parte edilicia de la plaza, permitiendo mayor visibilidad y accesibilidad. Se instalaron baños químicos. Se capacitó con talleres a los vecinos y se regularizó la instalación de los puestos.
La regata internacional también tuvo influencia en el aumento de la convocatoria. Según Fredy de los Santos, secretario de deportes de la Intendencia de Treinta y Tres, “la regata tuvo dos épocas de transición muy importantes: una fue el pasaje del remo al canotaje, y otro punto de inflexión fue cuando la organización quedó a cargo de la Secretaría de Deportes, con el aval de la Liga de Remeros de Treinta y Tres y con la fiscalización de la Asociación Uruguaya de Canotaje”. A partir de esos acuerdos en 2017, se buscó que el evento tuviera nivel internacional. De esa forma, en las últimas ediciones llegaron remeros reconocidos mundialmente, como Iván Alonso y Diego Piña desde España, y Víctor Silva Benavides desde Chile.
La última edición de la regata tuvo 82 participantes, y este año esperan superar las 100 personas inscritas mediante un formulario difundido por distintas redes de la Intendencia. Consta de cinco etapas: la primera es el miércoles 17 de abril en la ciudad de Treinta y Tres sobre el río Olimar. La segunda tiene carácter recreativo, y en ella pueden participar remeros amateur. La tercera es un descenso por el río Olimar hasta llegar al río Cebollatí. La cuarta etapa es el sábado para llegar a La Charqueda, “donde está todo el pueblo mirando”, según De los Santos. Finalmente, el domingo termina con un descenso por el río Cebollatí hacia la laguna Merín, hasta llegar a un establecimiento privado.
“Desde la organización se espera que el evento sea un llamador para que la plaza turística siga en crecimiento. La idea es que después de estas instancias se creen otras, como el año pasado con La Charqueada Fest”, explica Medina sobre el interés local para hacer del turismo una nueva fuente de ingresos y que sus habitantes inviten a compartir lo que ha definido sus vidas: el puerto y el río.
De esa forma, se espera que cuando alguien llega a Treinta y Tres no pregunte por el pueblo General Enrique Martínez, ni tampoco se pierda de visitar el puerto que anteayer fue el anfitrión del charque, ayer de la arena y el canto rodado, y hoy de la cultura y el deporte.
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