Hoy, poco después del mediodía, se inaugurará la cooperativa de viviendas Alondra del Prado, ubicada en la calle Surraco, entre Mario Moreno y Jaime Cibils. Son 22 viviendas, la construcción llevó aproximadamente dos años y forma parte de la Federación de Cooperativas de Vivienda de Usuarios por Ahorro Previo (Fecovi). 85% de la financiación corrió por cuenta de la Agencia Nacional de Vivienda, y el resto fue aporte de los cooperativistas. Para tener una aproximación: un apartamento de dos cuartos terminó costando algo más de 70.000 dólares.

A 15 minutos caminando de las torres Nuevocentro, en el barrio de La Blanqueada, y después de pelearla con poco presupuesto y cambiantes condiciones para los requisitos en la construcción, se terminó la obra.

En el corazón de La Blanqueada estos apartamentos parecen ponerle un freno –sin querer– al asunto que en el hemisferio norte se conoce como gentrificación: el avance del mercado inmobiliario que empuja fuera de su barrio a la ciudadanía con menores posibilidades económicas de pagar los aumentos de precios en la vivienda.

Para la arquitecta Tania Seré, las cooperativas de vivienda “son la única herramienta contra el proceso de gentrificación que sucede en el barrio. Son las únicas viviendas que permanecen como vivienda social. Son una especie de regulador en ese barrio concreto, donde está sucediendo la gentrificación que apunta a un público alto. En las cooperativas, aunque alguien se vaya, viene alguien más que debe habitar el espacio bajo determinadas condiciones, con niveles de ingresos medios o medios bajos. Las cooperativas detienen la gentrificación”, explicó la arquitecta de Fecovi, que además ejerce la docencia en la Facultad de Arquitectura, más concretamente en el Área de Evaluación de Tecnologías para Vivienda Social.

Seré reconoce que son procesos urbanos “muy complicados”. “En primer término, la gentrificación, el desplazamiento de un sector por otro que puede pagar más, pasa sin que nadie haga nada para que pase: son las reglas del mercado. Una vivienda que se puede vender se vende por su máximo valor”, ejemplificó.

Torres Nuevocentro hizo subir los precios de la compraventa y los alquileres en la zona. Cuando un emprendimiento vende por encima de lo que cuestan otras viviendas del barrio y ofrece nuevos servicios, las propiedades lindantes disparan su valor. “Directamente generás que una vivienda valga más y que desplace a quien no pueda pagarla. Además, genera el efecto contagio: la propiedad vecina, que valía menos, se valoriza por la acción ajena de la torre que le construyeron al lado”, analiza Seré. “La Blanqueada es una zona que se puede considerar un área central de la ciudad, muy consolidada; apunta a un sector de la población con ingresos medios y de a poco está mejorando en relación a situaciones anteriores”, concluyó la arquitecta.