La expedición Cimarrones es una carrera de aventura. Además de ser la prueba más larga y desafiante de Uruguay, se animó a ser vanguardista, con una propuesta pensada para que los participantes descubran “otro Uruguay”, con nuevos paisajes, sonidos y aromas autóctonos. En su cuarta edición aterrizó en el interior profundo del departamento de Durazno, donde más de 60 competidores de Argentina, Brasil y Uruguay recorrieron unos 300 kilómetros entre las localidades de Cuchilla de Ramírez, La Paloma, Blanquillo, Puntas de Malbajar y Sarandí del Yi.

Los equipos estuvieron integrados por dos y cuatro competidores, y las disciplinas fueron: trekking, mountain bike, kayak, cuerdas y orientación. La largada en el puente 329 sobre el río Negro, con un descenso de rappel de 29 competidores en forma simultánea, fue un hecho sin precedentes en el país.

En esta modalidad de competencias los equipos deben ser autosuficientes durante todo el desarrollo de la carrera, ya que no cuentan con ningún tipo de asistencia. En su equipaje obligatorio llevan un teléfono celular lacrado, que pueden utilizar en caso de emergencia, aunque eso implica que queden eliminados de la prueba. Para llegar a la meta, los participantes pasan por varios puestos de control, guiados únicamente con una brújula, un mapa y hojas de ruta de la carrera, que se les entregan minutos antes del inicio. En esta edición los primeros en completar la carrera arribaron a la meta en Sarandí del Yi después de competir, sin pausa, durante unas 30 horas. Los últimos equipos arribaron a la meta luego de 48 horas de competencia.

Las carreras de aventura son cada día más buscadas por atletas que buscan un contacto pleno con la naturaleza y los entornos agrestes. Son, además, una alternativa a otras competencias como el triatlón o los ultra trails.

Juan Manuel Ramos | Texto y fotos.