La Organización Nacional del Fútbol Infantil (ONFI) cumplirá 50 años de creación en 2018 y se propone un año de realizaciones y acciones que lleven al “baby fútbol”, como porfiadamente se le sigue denominando, a un gran festejo cincuentenario. El martes cumplió los 49 años de vigencia y lo festejó en el Palacio Legislativo con actividades recreativas en las afueras y un acto con presencia de dirigentes adultos pero también de niños y niñas en el Salón de los Pasos Perdidos.

La creación de ONFI culminó un largo proceso que comenzó allá por fines del siglo XIX cuando los criollos miraban con asombro a los “ingleses locos” que luego de bajar de los barcos jugaban con una pelota en los campos de Punta Carretas. Con los mayores había niños que, poco a poco, imitaban.

Más adelante surgirían los equipos de niños –tantas veces mezclados con algunos hombres mayores– que comenzaban a proliferar por los barrios montevideanos, en “los campitos” que abundaban. El partido principal era con un equipo similar que estaba a unas cuantas o pocas cuadras de su lugar.

Poco a poco fueron formalizando su accionar. Algunos mayores les ayudaron a darles nombres, a elegir colores y a comprar o confeccionar camisetas, pantalones cortos y medias de tales y cuales diseños y colores. Muchas veces tomaban nombres y colores de los cuadros de fútbol de los mayores. Allá por la década gloriosa del 20, con los títulos olímpicos de 1924 y 1928, más el Campeonato del Mundo de 1930, aquello hervía.

Los clubes se fueron formalizando cada vez más en la década del 40 y 50. En Montevideo y extendiéndose por todo el país. Por eso hay clubes que en estos días cumplen 60 o más años.

Primero, fueron los niños jugando en los campitos, luego los clubes, después las ligas barriales o zonales. Hasta que el 24 de octubre de 1968 se crea la Comisión Nacional de Baby-Fútbol y se determinan sus cometidos en el decreto 635/968 por el que la Presidencia de la República resuelve que la Comisión Nacional de Educación Física designe “siete miembros neutrales”, aclarando que para esa decisión “fueron consultadas las ligas que actúan en todo el país refundiéndose en el mismo la vasta experiencia realizada” y afirmando que “la práctica del baby-fútbol debe ser fomentada por el Estado como una actividad beneficiosa para la formación física y moral de la niñez”.

Fue ya en este siglo XXI que otro decreto, el 81/001 fechado el 8 de marzo de 2001, resolvió el cambio de nombre de la entidad rectora, “que pasará a llamarse Organización Nacional de Fútbol Infantil”, dándole “la rectoría del fútbol infantil desde los seis hasta los trece años en forma exclusiva en todo el territorio nacional”, para agregar un glorioso ítem en el que se afirma “que la denominación ‘baby’ no se adecua al verdadero concepto en su traducción literal, dado que el mismo refiere a una etapa etaria que no condice con la realidad en la que se practica el fútbol infantil”. Solo faltó decir –bien decir– que los bebés no juegan al fútbol. Y a pesar de todo, en el habla popular todavía es frecuente que aparezca la vieja acepción de “baby-fútbol”.

De valores y competitividad

Desde Óscar Washington Tabárez para abajo no hay quien analice el fenómeno del llamativo potencial del fútbol uruguayo en el nivel internacional y no mencione la gran influencia que tiene en ello la extendida red futbolística dedicada a la niñez uruguaya.

Y que quede claro: el objetivo de ONFI no es sacar cracs. En realidad, uno de 1.000 llegará a jugar en un equipo de Primera profesional y, eventualmente, tener una transferencia al exterior. Pero esos cracs sí pasaron todos por el fútbol infantil. Llegar a “vivir del fútbol” es una resultancia que no es negativa, pero que no debe estar en el horizonte de los padres, porque simplemente ¡es uno en 1.000! Por lo tanto, la apuesta debe ser siempre al estudio, a la formación. ONFI sabe muy bien eso. Además, si el pequeño futbolista se convierte en el uno de cada 1.000, ese estudio, esa formación también le servirá para ser mejor futbolista y estar mejor preparado para asumir plenamente su papel como profesional del fútbol. Convencer a la familia de esa situación –que comprende claramente el no abandono de los estudios– es, debe ser, la gran tarea que tienen los dirigentes del fútbol infantil.

Otra tarea, emparentada directamente con la anterior, es lograr de los padres una actitud que no haga de las jornadas de fútbol infantil un espectáculo exaltado, exacerbado, nervioso, gritado, como sucede tantas veces. Un objetivo claro es tener espectáculos más amables, en los que el disfrute del niño, sin padecer presiones, debe ser el objetivo primero. Es un juego. El niño ganará allí amigos, en muchos casos para siempre, disfrutará el deporte y tendrá enseñanzas sobre valores como la tarea en colectivo, la solidaridad, el respeto (a las reglas, al árbitro, a los adversarios, a todos), el valor del esfuerzo, lograr una reacción sobria ante la victoria o la derrota, que ambas llegarán pero siempre habrá un después. Gritarle al árbitro, hacer de orientador técnico adjunto, vociferar a troche y moche, no ayudará. Perjudicará.

Después, secundariamente, están los logros a futuro en formación estrictamente futbolística. Aquellos más hábiles en el dominio de la técnica (el contacto niño-pelota), en su comprensión táctica (cómo atacar, cómo defender), en el desarrollo de las capacidades físicas y mentales, sabrán aprovecharlo en las divisiones juveniles y mayores a las que accedan. Allí les servirá la experiencia acumulada en el fútbol infantil. Allí les ayudará la experiencia en cientos de partidos disputados, en finales ganadas y perdidas, en exigencias salvadas, en goles conseguidos o evitados, en tiros penales ejecutados, etcétera. Y allí se valorará y se pondrá en práctica la capacidad para luchar, la perseverancia, la rebeldía ante la derrota circunstancial, en un deporte de oposición en el que siempre hay otro (el rival) que intentará que todo te salga mal.

De aquel fútbol infantil surgirá un jugador uruguayo muy fuerte en todos los rubros, que siempre puede dar un plus.

Datos de una gran organización

ONFI cuenta con 620 clubes de fútbol infantil diseminados en todo el país. La mayoría de ellos compite en ocho categorías, las que se determinan según la edad que cumpla el niño en el año vigente. Por lo tanto, está la categoría de los que cumplen seis años (Abejitas), los que cumplen siete (Grillitos), los que cumplen ocho (Chatitas), los que cumplen nueve (Churrinches), diez (Gorriones), 11 (Semillas), 12 (Cebollitas) y 13 (Babys). Me encuentro entre los que lamentan un cierto abandono de las simpáticas denominaciones tradicionales, utilizándose, actual y oficialmente, la que expresa el año de nacimiento. Juancito juega en “la 2007”, por lo que en 2017 cumplió o cumplirá diez años. Tomás está en la categoría 2008 y este año cumplió nueve.

Tiempo suplementario

ONFI ha distribuido desde octubre de 2003 hasta la fecha más de un millón y medio de dólares entre sus ligas afiliadas y los clubes, por el cobro de Derechos de Formación o Mecanismos de Solidaridad. El dinero que entra por ese concepto se divide en diez partes, ocho van para el club o los clubes que tuvieron en sus filas al futbolista que generó ese dinero por una transferencia internacional. Una parte le corresponde a la o las ligas en las que actuó ese jugador y la restante queda en ONFI central. Los clubes aportan a ONFI solamente dos unidades reajustables por año. Con esa cifra, y otra igual que entrega la Secretaría Nacional del Deporte, se crea el llamado Fondo ONFI, que se reparte entre 12 proyectos constructivos que son presentados por clubes y ligas. La gran rotación de los orientadores técnicos y los árbitros hace necesaria una tarea de formación permanente mediante cursos de distinto tipo en esos sectores. Esa es la tarea fundamental que lleva a cabo la División Técnica. Cada liga tiene autonomía para fijar sus actividades internas. Sin embargo, todas juegan con las mismas reglas en canchas de las mismas dimensiones y características. Están en etapa de culminación los Campeonatos Nacionales de Selecciones que organiza ONFI centralmente. Participan en ellos las 63 ligas en las edades de 10, 11 y 12 años. La de los que cumplen 13 es llevada adelante por AUFI con apoyo de la Comisión de Actividades de ONFI.

Hay muchísimas excepciones a este número de ocho categorías en cada liga. En ciudades de menor tamaño puede haber siete categorías o seis, o cinco. Cada liga se adapta a su realidad, a su población, a la cantidad de niños. Y la excepción en el otro sentido se da en Montevideo, donde las seis ligas (La Teja Capurro, Palermo, Parque, Paso Molino, Piedras Blancas y Uruguaya), que reúnen unos 120 clubes, han agregado una más, una novena categoría, la de los que cumplen cinco, que es, por supuesto, la que atrae más familiares a los partidos.

En Montevideo existe otra liga que tiene características particulares. Es la Asociación Uruguaya de Fútbol Infantil (AUFI), que tiene su sede dentro de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) pero también pertenece a ONFI. Juega en todas las categorías con equipos de 11 jugadores y existe la regla de la posición adelantada. Son 24 clubes más.

Lo normal en las otras ligas es que, jugando en canchas más chicas, en las primeras categorías (hasta los diez años) los equipos se formen por nueve integrantes y en las tres mayores con siete.

Hay otro fenómeno que se ha dado en los últimos años: la última categoría, la de los que cumplen 13, también llamada sub 13, en unas 15 ligas de mayor tamaño, normalmente en ciudades capitales, juegan en canchas “grandes”, de 11, que son utilizadas por divisiones juveniles y mayores. Esto funciona como una transición hacia las divisiones juveniles sub 14 o sub 15.

En todos los rincones geográficos

ONFI cuenta con 63 ligas. Son siete en Montevideo. Cincuenta y seis están en el interior del país, 19 de ellas en las ciudades capitales (Maldonado es la única ciudad capital con dos ligas, Fernandina y Maldonadense) y las restantes 37 son del interior del interior.

Unos 2.000 partidos se disputan cada fin de semana. Cuando se enfrentan dos clubes no es un partido sino ocho. Dos mil... y sin policías.

Más de 50.000 niños están fichados. Un niño de cada cuatro está en ONFI. En Colonia está el más alto porcentaje de un niño cada dos. Le sigue Río Negro con similar número. En Montevideo es uno cada cinco. Ingresan 10.000 por año y egresan otros tantos.

Aparte de los cinco miembros de la Mesa Ejecutiva designados por la Secretaría del Deporte, nueve consejeros, uno por cada una de las zonas en que se organiza ONFI, integran la dirección de la organización.

La Zona Este está integrada por los departamentos de Rocha, Maldonado, Treinta y Tres y Lavalleja. La Zona Noreste la componen Cerro Largo, Tacuarembó y Rivera. La Zona Litoral Norte está formada por Artigas, Salto y Paysandú. En la Zona Central están San José, Florida, Durazno y Paso de los Toros. La Zona Centro-Oeste la integran Fray Bentos, Soriano y Flores. La sexta zona la conforman las nueve ligas de Colonia, la séptima las siete de Canelones, la octava las ligas de Montevideo y hay una novena que es AUFI. Se hace un Congreso de Ligas anualmente y además existen los Congresos Zonales.

Bienvenidas las niñas

ONFI ya no tiene categorías de varones en exclusividad. Desde hace dos años hay categoría Mixta y de Niñas. Las niñas uruguayas tienen doble posibilidad: pueden jugar con varones o en equipos de niñas que juegan ante otros equipos de niñas.

En 2005 jugaban sólo 42 niñas en equipos de varones. Se les había autorizado a hacerlo recién en 2002. Hasta ese entonces estaba firmísima la concepción que se manifestaba en una expresión rotunda: “El fútbol es de los hombres”. La concepción, todavía hoy predominante en nuestra sociedad, es que el fútbol está ligado a lo masculino.

En abril de 2005, ONFI creó su Departamento de Niñas y comenzó un proceso de incorporación dándoles todas las posibilidades: pueden jugar con varones, pueden hacerlo entre ellas e, incluso, pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo, actuar en un equipo mixto y en otro de niñas.

En estos días, hay más de 3.000 niñas jugando fútbol infantil en la mayor parte de las ligas del país. Hay más de 100 equipos en Uruguay. Existen ligas que dan ejemplo: Paysandú, Barros Blancos, La Teja Capurro, Flores, Paso Molino, Salto, Rodó, Bella Unión, Regional del Sur (Canelones), AUFI, la Liga Metropolitana de Montevideo creada este año.

Se comenzó con las categorías sub 13 y sub 11. En los últimos tres años se agregó la sub 9 y se comenzaron a realizar experiencias (jornadas) con sub 7.

Con las más chiquitas hay más dificultades. Cuando la niña dice que quiere jugar al fútbol, la mamá y el papá reaccionan, generalmente, en forma restrictiva. Tratan de disuadirla y le ofrecen otras alternativas. Son quienes no logran entender que el fútbol es un deporte notable, totalmente apto para el varón y la niña. Basta ver un partido de niñas para comprobarlo. Disfrutan al igual que el hermano o el amigo o los compañeros de clase, de un pase bien hecho, de un tiro al arco, de un quite o atajada, ¡ni que hablar de un gol! No hay nada contraindicado. Pero todavía queda mucho camino por recorrer. Los organismos de enseñanza primaria y secundaria deberán seguir en la ruta de dar a las niñas que deseen jugar al fútbol las mismas posibilidades que a los varones.

Para ONFI, este asunto es prioridad absoluta y avanza en una dirección: una liga, un torneo de niñas.

Hay liga

En el interior profundo están asentadas más de la mitad de las ligas integrantes de ONFI, única institución o federación deportiva con presencia en los 19 departamentos. Nombrar a esas 37 ligas es atisbar ese vigor institucional. Dejemos de lado en este recorrido a las ligas montevideanas, a AUFI y a las seis que integran la Federación de Instituciones de Fútbol Infantil (FIFI), un órgano intermedio similar, en ese sentido, a la Departamental de Colonia o a la Unión de Ligas del Este de Fútbol Infantil (ULEFI). Tampoco nombremos a las ligas de las ciudades capitales, aunque cabe explicar que en Maldonado se da el único caso, del interior, de dos ligas en una misma ciudad, la Fernandina y la Maldonadense. Empecemos por el norte del Río Negro. Allí se ubican las ligas de Bella Unión, Gomensoro y Baltasar Brum (todas del departamento de Artigas), Belén y Villa Constitución (Salto), Guichón (Paysandú), Young (Río Negro), Tranqueras y Vichadero (Rivera) más Villa Ansina, Paso de los Toros y San Gregorio de Polanco (Tacuarembó). Por el suroeste están Dolores y Rodó (Soriano), más las ligas colonienses Nueva Palmira, Carmelo, Ombúes de Lavalle, Florencio Sánchez-Cardona, Tarariras, Juan Lacaze, Rosario y Nueva Helvecia (que en el fútbol infantil sigue teniendo su antigua denominación de Colonia Suiza). En la zona del centro-sur están las ligas de Sarandí del Yi (Durazno), Tres Orillas (la única que tiene clubes de tres departamentos, San José, Canelones y Florida) y Ciudad del Plata (San José). En la zona noreste ubicamos a Río Branco (Cerro Largo), Vergara (Treinta y Tres), José Pedro Varela (Lavalleja), Chuy y Castillos (Rocha) y Zona Oeste de Maldonado (Piriápolis, Pan de Azúcar, etcétera). Finalmente, en Canelones, aparte de la Liga Fundadora de la capital departamental están las Ligas Interbalnearia, Costa de Oro, Noreste, Pando, Barros Blancos y Regional del Sur (Las Piedras, La Paz, Progreso).

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