Romeo (cuidacoches de la cuadra de Juan): “Es un buen muchacho, pero si todos fueran como él me moriría de hambre. No te deja una moneda de diez pesos ni por equivocación, con suerte una de cinco. Es de esos que te dan un montón de monedas para que parezca que te está dando mucho, pero son todas monedas de a peso. Es más, a veces te tira unos centavos de rublos, que acá no te sirven para nada”.

Caro (primera novia de Juan Sartori): “Era muy lindo, muy pintún, con tremenda sonrisa y todo lo que quieras, pero daba muchas vueltas: que no sabía si quería ser mi novio o no, que yo no sabía bien quién era él y que quería que primero lo conociera, y todas cosas así. Un histérico”.

Nadia (moza de restaurante al que va Juan): “Cuando Juan Sartori viene a cenar casi siempre se hacen buenas propinas, pero no por él sino por los que lo acompañan, que son los que pagan. No sé cómo hace ese muchacho para que todo el mundo lo banque. La vez que vino a comer sin compañía no sólo no me dejó propina, sino que al final salí perdiendo porque le tuve que prestar. Hasta el día de hoy no sé cómo me convenció de que le prestara, y cuando le mandé un mensaje recordándole la deuda me mandó a sus abogados. La dejé por esa porque iba a terminar embargada”.

Jorge Gandini (archienemigo de Juan): “Después de que Verónica Alonso me ganó la candidatura a la Intendencia de Montevideo a pura billetera pensé que nunca más me iba a pasar algo así, pero vino este Juan Sartori y fue como que me estuviera pasando todo por primera vez. La verdad es que no sé por qué estoy en un partido que defiende a los millonarios, si siempre son ellos los que me terminan dejando afuera. Sobre Sartori mismo no te puedo decir mucho porque nunca en mi vida lo vi; creo que lo más cerca que estuvo de un acto del Partido Nacional fue cuando sobrevoló La Paloma en verano, en un viaje Londres-Punta del Este”.

Dmitri Rybolóvlev (suegro de Juan): “Es un muchacho lleno de energía, de ideas, de proyectos, muy frontal y muy honesto. Te diría que es hasta un poco ingenuo a veces. Me quiso convencer de que comprara un club de fútbol de Montevideo, el Bella Vista. Estuve a punto de hacerlo, porque fue campeón uruguayo, pero después me enteré de que ese equipo tiene tres hinchas como mucho, y además casi desaparece hace unos años. A veces me da la impresión de que Juan no tiene mucha idea de quién soy yo. Con todas las veces que estuve en la cárcel, ¿no se da cuenta de que soy un tipo pesado?”.

Tomás (acreedor de Juan): “Es un tipo que siempre está alegre, con buena onda, que entra y saluda a todo el mundo, le gusta el fútbol, charlar, hacer chistes y comer asado. En fin, el típico garca. Me debe como siete millones de dólares. Y eso que yo soy bastante garca, pero él me embatató”.

Dora (tarotista de Juan): “Yo fui la primera que le dijo que le iba a ir muy bien en los negocios, porque le salió un caballo de oro, un pez de diamantes y un vizconde con pene de plata. ¿Te pensás que me agradeció en algún momento? Nunca. Ni un mensajito de fin de año, ni una tarjeta, nada. Lo peor es que no me pagó, porque me dijo que como le iba a ir bien en los negocios me quedara tranquila que ya me iba a llegar el dinero. Y yo le creí. Desde entonces nunca más le digo a alguien que le va a ir bien en lo material. Todos van a ser pobres, por más que les salga el unicornio con cuerno de platino y testículos de esmeralda”.