195 días hace que España tiene un gobierno en funciones encabezado por Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), después de que las elecciones de abril dejaran un Parlamento en el que no logró formar un nuevo gobierno. Y todo indica que esta situación se extenderá en el tiempo, ya que las elecciones celebradas este domingo con el objetivo de permitir la salida del bloqueo dejaron nuevamente un Parlamento fragmentado con pocas posibilidades de alianzas.

Los socialistas tuvieron una victoria amarga: 28% de los votos (0,7 puntos porcentuales menos que en abril), que se traducen en 120 escaños (tres menos que los que tiene actualmente), y un resultado global que augura que no hay muchas posibilidades de que forme rápidamente un nuevo gobierno con el apoyo de otros partidos. En parte porque Unidas Podemos también cayó, tal como se esperaba, de sus actuales 42 diputados a 35, después de obtener 12,8% de los votos, 1,5 menos que en las elecciones anteriores.

El bloque de la derecha creció, pero eso no refleja lo que le pasó a cada uno de sus integrantes en particular. El Partido Popular creció en votos y escaños: de 16,7% a 20,8% y de 66 a 87, pero el que más lo hizo fue la formación ultraderechista Vox: de 10,3% a 15,1% y de 24 a 52. En cambio, cayó Ciudadanos; en cuanto a votos, bajó de 15,9% a 6,8%, menos de la mitad, pero, por cómo se distribuyó su votación en las provincias, su caída en la cámara fue aun mayor: su representación se redujo de 57 a diez bancas. Tampoco el bloque de derecha logra reunir la cantidad de votos suficiente como para conformar un nuevo gobierno, ni siquiera con Vox, cuya presencia generaría polémica.

De esta manera, la ultraderecha se convirtió en la tercera fuerza del Congreso, superó a Unidas Podemos y le arrebató ese lugar a Ciudadanos. El partido de Albert Rivera quedó como sexta bancada en el actual Parlamento, detrás de Vox, Unidas Podemos y uno de sus mayores rivales políticos: el partido independentista catalán Esquerra Republicana, que tendrá 13 diputados.

El crecimiento de la derecha, ya anticipado por las encuestas, se atribuye a las protestas que se generaron en Cataluña después de que se informara que varios líderes sociales y políticos independentistas recibieron condenas de prisión por el intento secesionista de 2017. Los partidos conservadores centraron en esos hechos su campaña política, aseguraron que Sánchez no respondió a estas protestas con la suficiente dureza y exigieron la intervención de Cataluña e incluso, en el caso de Vox, la proscripción de los partidos independentistas, que actualmente gobiernan la comunidad autónoma.

Las reacciones se sucedían en la noche del domingo, sin que se esperaran muchas novedades o resoluciones a corto plazo. Sánchez celebró la victoria sin mucho entusiasmo, llamó a “todos los partidos” a que actúen “con responsabilidad y generosidad”, y aseguró que “esta vez, sí o sí, habrá un gobierno progresista”, aunque reconoció que no depende sólo del PSOE.

Por su parte, tras sufrir su mayor derrota, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, convocó a un congreso extraordinario de su partido “para que los militantes decidan” sobre el futuro de la formación. Sin embargo, Rivera no renunció, algo que suelen hacer los líderes europeos ante las derrotas electorales, ni aclaró si en ese congreso pedirá o no que se le renueve la confianza.