Si bien se estima que existe más de un millón de cooperativistas en Uruguay y que el movimiento –a nivel social– es indiscutible, en lo que hace a lo económico no alcanza a contribuir a más del 3 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI). «Entonces, lo que esto nos dice es que al sistema le falta mejorar su productividad. ¿Y cómo puede ser? No hay otro camino que el colectivo», razona Gerardo Montes, coordinador del programa Sícoop, un sistema de intercooperación originalmente orientado a fortalecer a las cooperativas de consumo, pero que fue transformándose hasta reunir a todas las clases de cooperativas. En pocas palabras, busca conectar el trabajo de las cooperativas con el consumo de los cooperativistas.
Sícoop surgió hace tres años, con el impulso de la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas (cudecoop) y el Instituto Nacional de Cooperativismo (inacoop), en la búsqueda de un proceso de reconversión de las cooperativas de consumo, que, con el crecimiento de las tarjetas de crédito y los mecanismos de financiamiento de los grandes supermercados, habían entrado –en algunos aspectos– en crisis.
A fines del año pasado el sistema entró en una segunda etapa que consistió en generar catálogos, en los que las cooperativas adheridas puedan exponer los productos en venta, con cierta calidad asegurada y precios regulados por el sistema. Esta nueva fase propició como portal de expansión de un sistema que se venía gestando dentro de las cooperativas de consumo de todas las clases cooperativas. Así se sumaron las cooperativas de trabajo, las agrarias y también las de ahorro y crédito, que facilitan la toma de créditos a las cooperativas de consumo que gestionan las ventas. «Así se genera encadenamiento de las clases cooperativas», establece Montes, entusiasmado por el gran potencial de la herramienta, que, si bien ya es madura, todavía tiene mucho terreno para crecer.
Este paso permitió, también, entender el propósito de la herramienta: «Nos dimos cuenta de que, más allá de la clase de consumo, tenemos que atender qué se produce y cómo se hace. Partimos de la base de que todo el cooperativismo usa y vende», sostiene Montes. Ahora todo el sistema trabaja para la tercera etapa: constituirse como una red solidaria de intercooperación que facilite el emprendedurismo asociativo entre las cooperativas de Uruguay y de otros países. La próxima será integrar a las cooperativas de vivienda, para que, por el solo hecho de ser socias, puedan acceder a esta red.
Los pilares
Se trata de una cadena de intercooperación basada en tres valores, fundamentalmente: «Solidaridad, porque hay grandes cooperativas ayudando a las más pequeñas; reciprocidad, porque cada una de las que integran la red lo hace en el entendido de que da y recibe por este medio; y transparencia, porque las políticas de precio, estrategias de comercialización y distribución están colectivizadas», explica Montes.
El cooperativista agrega que uno de los pilares que sostienen al sistema son los mecanismos de financiamiento propios: además de las líneas de crédito habilitadas por el inacoop como apoyo al sistema, también está el aporte de las cooperativas de ahorro y crédito, «lo que permite contar con recursos en un plazo muy corto de tiempo», explica Montes.
Sícoop no es sólo una red actos cooperativos entre cooperativas, sino que está abierta a la integración de personas que formen parte de otras redes sociales que fomenten el desarrollo, por ejemplo, la marca Provas, del Ministerio de Desarrollo Social.
A su vez, se está buscando expandir las fronteras nacionales por medio de vínculos con otros países. Por el momento se firmó un único acuerdo, con la Federación Argentina de Cooperativas de Crédito, para generar intercambios de importación y exportación de productos locales. «Básicamente queremos apostar a lo regional», prioriza Montes.
Por último, destaca que la única condición para que los cooperativistas y las propias cooperativas integren la red es que formen parte de su federación correspondiente, porque «la primera cooperación es política, después viene la económica».