El diario alemán Welt am Sonntag publicó en marzo que el gobierno de Estados Unidos hizo gestiones para comprarle a la empresa CureVac, con sede en Alemania, los derechos exclusivos de una vacuna contra el coronavirus. Según el periódico, que citó fuentes del gobierno alemán, la administración de Donald Trump quería esa vacuna “sólo para Estados Unidos”, y ofreció mucha plata para conseguirla. En respuesta, la Comisión Europea anunció que le ofreció 80 millones de euros a la empresa para que avanzara en el desarrollo y la producción de esa vacuna sin exclusividades. A su vez, el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Heiko Maas, advirtió: “Sólo lograremos combatir este virus juntos y no los unos contra los otros”.
El caso es un ejemplo del grado de agresividad al que llegaron las políticas no declaradas de algunos países para conseguir los productos médicos que permitirían prevenir, diagnosticar y tratar la covid-19. A las acciones de ese tipo, que los gobiernos no anuncian, se suman las políticas que sí se declaran, como la de cerrar las fronteras a la exportación de ciertos productos cuya demanda se disparó con la pandemia. Mascarillas, respiradores, guantes, trajes protectores, test para detectar el virus, fármacos y termómetros para medir la temperatura corporal se convirtieron en objeto de disputa internacional.
Trump y el virus
Al comenzar abril, cuando la pandemia ya se sentía con fuerza en Estados Unidos, Trump anunció que recurriría a la Ley de Producción de Defensa, una norma creada en 1950 que le otorga al presidente poderes especiales en tiempos de guerra. Amparado en esa ley, actuaría para “prohibir la exportación de los escasos suministros sanitarios y médicos por parte de actores sin escrúpulos y especuladores”. En los hechos, la norma le permite bloquear la exportación de esos productos a otros países. “Necesitamos estos materiales inmediatamente para su uso doméstico. Tenemos que tenerlos”, dijo el gobernante, y especificó que la medida abarcaría “respiradores N95, mascarillas quirúrgicas, guantes y otros equipamientos de protección”.
Esta decisión frenó la exportación de esos insumos a Canadá. El primer ministro de ese país, Justin Trudeau, le dijo a Trump que la integración de las dos economías “va en ambos sentidos de la frontera”, y le advirtió: “Estamos recibiendo suministros esenciales por parte de Estados Unidos, pero Estados Unidos también recibe material y productos de Canadá cada día”. Pese a la tensión entre los dos gobiernos, la exportación permaneció detenida hasta que el 6 de abril se anunció un acuerdo para que los productos en cuestión, fabricados por la empresa 3M, pudieran ser exportados a Canadá. La propia empresa había criticado las “implicaciones humanitarias” que tendrían las restricciones estadounidenses.
Trump afirmó que a pesar de aplicar esta política, sí habilitó la exportación de respiradores a Italia y España, dos de los países más afectados por el coronavirus. “Italia había hecho un pedido importante de equipos y respiradores [...] hace mucho”, dijo Trump, y agregó: “Podía haberlo parado con esta ley, y dije ‘déjenlo ir, tienen grandes problemas’”. Lo mismo hizo con un pedido de España, dijo. “Lo podía haber parado y dije ‘déjenlo ir, vamos a estar bien’”. Pero el gobernante reconoció que sí se habían frenado los envíos a otros países que querían importar esos insumos desde Estados Unidos, y que la medida se mantendría hasta que su país tuviera “un exceso de ciertas cosas”.
El Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos anunció, junto con la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, que retendría las exportaciones de mascarillas, respiradores y guantes hasta que se determinara, en cada caso, si esos productos debían exportarse o retenerse para usarlos fronteras adentro.
Diplomacia del barbijo
La nueva situación obligó a Canadá a elaborar un plan para producir parte de ese material que compraba a la empresa 3M, que tiene buena parte de sus fábricas en China. Para eso, el gobierno de Trudeau encargó a varias fábricas de otros rubros que se prepararan para producir mascarillas, respiradores, viseras de protección y otros insumos.
También en China hubo reacciones. La empresa Huawei, que lidera la expansión mundial de la tecnología 5G, donó millones de mascarillas a Canadá. Ante este gesto, el Ejecutivo de Trudeau salió a aclarar que eso no compromete a Canadá a adoptar esa tecnología.
El propio gobierno de China ha hecho donaciones a diversos países, al punto de que se creó la expresión “diplomacia del barbijo”. Un ejemplo es la ayuda que le dio Pekín a Venezuela, a la que le entregó 55 toneladas de fármacos, kits para pruebas de coronavirus y materiales médicos. También envió a sus expertos a asesorar a Venezuela, como antes hizo con Italia.
Fronteras europeas
Al igual que Estados Unidos, Francia y Alemania llegaron a prohibir en marzo la exportación de los productos médicos utilizados para prevenir y tratar la covid-19, pero días después anunciaron que cancelarían esas medidas. Lo hicieron después de que la Unión Europea (UE) dispuso una restricción común para todos sus miembros: una empresa europea puede exportar esos productos dentro de la UE, pero para exportarlos fuera del bloque debe contar con el permiso de las autoridades de su país de origen.
“Debemos mantener en Europa el material de protección que necesitamos. Por eso hoy hemos adoptado un sistema de autorización de exportaciones para estos equipamientos”, dijo a mediados de marzo Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, que llamó a los estados miembros de la UE a ser solidarios entre sí. Pero no dijo nada de serlo con el resto del mundo.
Los ejemplos de esa colaboración europea son varios, en particular la ayuda que brindó Alemania a España, Italia y Francia, los tres países del bloque con más casos de covid-19 y más muertes por la pandemia.
En este escenario, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se fijó como meta el autoabastecimiento de mascarillas para fin de año, y dijo que “esta crisis nos enseña que sobre ciertos bienes, productos y materiales el carácter estratégico impone una soberanía europea, producir más sobre suelo nacional para reducir nuestra dependencia y equiparnos a largo plazo”.
Nuevos piratas
Días atrás, gobernantes regionales franceses denunciaron que habían acordado compras de material médico pero que finalmente esos productos fueron a parar a manos de compradores estadounidenses que ofrecieron pagar más y en efectivo. “Esta mañana, sobre la pista [de un aeropuerto] en China, un pedido francés fue comprado por estadounidenses con efectivo, y el avión, que debía venir a Francia, partió directamente a Estados Unidos”, denunció Renaud Muselier, presidente de la región Provenza-Alpes-Costa Azul, según publicaron la BBC y Russia Today. También la presidenta de la región de Île de France, Valérie Pécresse, denunció un caso parecido en Twitter, según informó Euronews. “Tuvimos varios problemas con el pedido. Intentamos comprar un lote [de mascarillas] que se vendió, tres veces más caro, a los estadounidenses”, dijo Pécresse.
Denuncias similares surgieron en Alemania. Según las autoridades de ese país, un cargamento de 200.000 mascarillas que había sido comprado en Tailandia para la Policía de Berlín fue “confiscado” en el aeropuerto de Bangkok y enviado desde allí a Estados Unidos. “Consideramos que esto es un acto de piratería moderna”, dijo el ministro del Interior alemán, Andreas Geisel. “Incluso en tiempos de crisis global, no debería haber métodos del salvaje oeste. Insto al gobierno federal de Estados Unidos a cumplir con las normas internacionales”, agregó.
La portavoz de la embajada estadounidense en Bangkok, Jillian Bonnardeaux, dijo a la agencia de noticias Reuters que las autoridades de su país no sabían nada de esto. “El gobierno de Estados Unidos no tomó ninguna medida para desviar ningún suministro de 3M destinado a Alemania ni teníamos conocimiento de tal envío”, dijo.
Envíos detenidos
A su vez, Italia, España y Bélgica tuvieron dificultades y demoras para que el gobierno de Turquía les entregara cargamentos de insumos que habían comprado. Los casos se resolvieron por medio de comunicaciones –en el caso de España, reiteradas– entre los gobiernos de esos países y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlüt Cavusoglu, negó que la incautación de los 150 respiradores que España había comprado a una empresa turca haya sido una decisión indebida, y dijo que esa venta se había hecho sin los permisos requeridos, informó la agencia de noticias Efe. “Desafortunadamente nuestras empresas firmaron acuerdos con otros países para ganar más dinero, y luego nos presionaron a través de esos estados”, afirmó Cavusoglu.
Al igual que Trump y la UE, el gobierno de Turquía frenó la exportación de mascarillas y otros materiales sanitarios producidos en ese país. El 6 de abril anunció además la prohibición de vender esas mascarillas dentro de sus fronteras. “Tenemos una reserva de mascarillas que será plenamente suficiente para nuestros ciudadanos hasta el fin de la pandemia. El Estado se las hará llegar de manera gratuita”, dijo Erdogan. El gobernante acusa a Europa y Estados Unidos de haber hecho posible que el virus llegara a Turquía. “Una parte importante de nuestros pacientes con covid-19, y quienes se lo transmitieron, habían viajado por Europa o Estados Unidos en un momento en que estos países no habían tomado precauciones”, dijo. “Si desde el principio estos países hubieran mostrado la sensibilidad que mostrábamos nosotros, hoy podríamos estar todos mucho mejor”, afirmó.
Más cerca
Las restricciones a la exportación de productos médicos fue dispuesta también por países que no son grandes potencias, como Marruecos. En cambio, India comunicó que disminuiría las limitaciones que aplicaba a la exportación a los países vecinos y “a algunas naciones afectadas particularmente por la pandemia” de ciertos medicamentos que se han utilizado en pacientes con covid-19.
Uno de los países que le pidió ayuda a India fue Brasil. “Este sábado [4 de abril], en contacto con el primer ministro de India, Narendra Modi, solicité apoyo en la continuidad del suministro de insumos farmacéuticos para la producción de hidroxicloroquina”, dijo el presidente brasileño, Jair Bolsonaro. “Brasil e India seguirán siendo grandes socios después de la crisis del coronavirus, y no escatimaremos esfuerzos en la lucha para salvar vidas”, agregó.
Un día antes, China había cancelado la venta de respiradores al gobierno del estado brasileño de Bahía. El cargamento, por unos ocho millones de dólares, quedó retenido en Miami. Según informó la agencia Ansa, algunos medios de Brasil vincularon lo ocurrido con roces entre el gobierno de Bolsonaro y Pekín, y también con que pudo haber existido un pago mayor por esos productos por parte de Estados Unidos. De acuerdo con las autoridades de Brasil, sólo se “alegaron razones técnicas” para que el cargamento quedara retenido.
A este caso se refirió el ministro de Salud de Chile, Jaime Mañalich, como ejemplo de las prácticas comerciales que desató el coronavirus. A su entender, “estamos en una guerra por los recursos de salud” que se da “en la medida en que países que tienen una capacidad de retener aviones y usar alguna forma de derecho para hacerlo, lo han hecho”.