La tercera semana del año comenzó con una bomba de agua que le puso fin, demasiado abruptamente, a la prolongada ola de calor e incendios que la precedió. Llovió mucho en varias zonas del país, pero en Montevideo cayó, en solo una hora, lo que suele acumularse a lo largo de un mes y medio, y eso provocó inundaciones en diversos puntos de la capital, incluidos algunos barrios costeros que no suelen tener problemas de infraestructura llamativos.
El fenómeno obligó a la evacuación de muchas familias de la zona metropolitana, causó destrozos en el Teatro El Galpón y también tuvo cierto rebote político: desde el núcleo nacionalista de la oposición al gobierno departamental frenteamplista –oposición que, recordemos, ocupa el gobierno a nivel nacional– se buscó adosar el episodio a la justificación del bloqueo a los planes para mejorar la red de saneamiento y de tratamiento de residuos en Montevideo.
Es inevitable conectar algunas de estas calamidades (calor, fuego, inundaciones… no nos pongamos bíblicos) con las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, ahora tenemos la ventaja de la información: la forma en que va a afectar a Uruguay parece más definida que hace algunos años, como pueden leer en esta nota sobre el Plan Nacional de Adaptación (impulsado por Naciones Unidas) a este fenómeno global.
En cambio, aunque se requiere conocerlos más inmediatamente, son difíciles de esbozar los planes de las autoridades respecto a la nueva ola de coronavirus (resuena el aforismo presidencial “a veces no tomar medidas es una medida”). Recordemos que la variante ómicron es más contagiosa pero menos dañina que las anteriores. En el exterior, esta peculiaridad llevó a que el asesor del gobierno estadounidense, el doctor Anthony Fauci, declarara que “tarde o temprano todos nos contagiaremos con ómicron” y a que el gobierno español propusiera que de ahora en más se trate al coronavirus como a una gripe.
Parte de esa “pérdida de imagen” del virus comprende al debate sobre si tiene sentido informar sobre la cantidad de casos, ya que, aunque las cifras de contagiados baten récords en muchas partes, Uruguay incluido, las de internaciones y muertes distan mucho de las de las peores épocas de la pandemia, sobre todo en aquellos países donde se ha vacunado masivamente.
Así, en nuestro país ha habido cambios para aflojar los protocolos de testeo y aislamiento, pero, dada la gran cantidad de contagios –que satura el nivel primario de atención y que produce muchas complicaciones laborales, familiares, emocionales–, la oposición reclama al gobierno medidas de comunicación y prevención más definidas.
Son casi dos años de pandemia, y fueron también casi dos años sin carnaval. El jueves, con el desfile inaugural, comenzaron las actividades. Era fácil prever que este será un carnaval con más atención política que otros, aunque la calidad de la interferencia gubernista no era anticipable en algunas de sus manifestaciones, como la quita de apoyos de la Intendencia en el departamento de Rocha y el cambio de los esponsoreos de empresas estatales, sobre todo en la capital.
La buena noticia carnavalera, al menos para ustedes y nosotros, es que desde el jueves la diaria tiene un área específica dedicada a la cobertura integral del carnaval, que incluye noticias, crónicas y una cartelera actualizada diariamente.
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