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Un edificio fabricado con neumáticos, latas, botellas y cartón será parte de la propuesta turística para los visitantes que lleguen a Colonia del Sacramento. El nombre del emprendimiento es Caliú, lo llevan a cabo Jesica Trosman y Mauro Baremberg, una pareja de argentinos que vive en nuestro país. Ambos conocieron el método autosustentable denominado earthship biotecture, impulsado por el arquitecto estadounidense Michael Reynolds y difundido a nivel mundial por sus construcciones amigables con el ambiente.
Trosman es arquitecta y Baremberg hotelero, pero comparten la pasión por la sustentabilidad; hace cuatro años compraron un terreno en la zona de El Caño de Colonia y construyeron su casa.
En 2018 participaron en la obra de una escuela sustentable levantada en Mar Chiquita, provincia de Buenos Aires, y ya conocían la experiencia de Jaureguiberry. Esto les cambió la forma de ver las construcciones tradicionales, y allí surgió la idea de edificar un hotel a partir de desechos y sin generar impactos ambientales.
El proyecto fue presentado a la organización de Reynols y tuvo apoyo, que consistió en que voluntarios construyeran gran parte del edificio durante febrero: 65 personas de todo el mundo llegaron a Colonia del Sacramento para colaborar, aprender el modelo de construcción y al mismo tiempo levantar la estructura con la experiencia de capacitación mediante talleres dictados por 20 miembros del equipo de Earthship.
Hoy el hotel está construido en un 60% y está previsto que se inaugure en julio; 1.700 neumáticos puestos como ladrillos y rellenos de tierra, 40.000 botellas de plástico y vidrio, más cientos de latas de aluminio y toneladas de cartón forman parte de las estructuras de Caliú.
El emprendimiento turístico tendrá cinco habitaciones: cuatro dobles para descansar, con capacidad para ocho visitantes, y una sala central. En el espacio turístico hay un bar-restaurante que tiene las características de sustentabilidad por su edificación con materiales reciclados; se abre al público en abril, y allí específicamente se usaron aberturas viejas y reutilizadas, en tanto los muros están hechos con botellas mezcladas con barro, y cuenta con un techo verde. También incluye una huerta orgánica en su entorno con diseño paisajístico naturalista, especies nativas y una piscina natural.
La edificación del hotel es 100% autosustentable, porque toma todos sus recursos de la naturaleza; la energía se genera a través de paneles solares, y tiene capacidad de recolectar el agua de lluvia en el techo, que se almacena en cisternas que la lleva a calentadores solares. Luego entra al hotel con bombas que también funcionan con el sol, y se recicla y distribuye por los ambientes, primero en la ducha y lavatorio, y luego se filtra para otros usos, como el inodoro. El procedimiento termina con el uso final del agua en un cantero para plantas o en la cámara séptica.
Este tipo de construcciones pueden estar fuera de la red de agua potable, por el tipo de filtración que se le da antes de ser utilizada. En la obra se emplea 45% de materiales desechos; algunos también se colocan dentro del techo, como aislante, y otra parte se deben comprar.
En marzo se trabajó en terminar los revestimientos de barro de las paredes internas del hotel, para evitar el uso de cemento y recurrir al uso de la tierra del lugar. Para 2020 se proyecta una segunda etapa, en la que se agrandarán las instalaciones con un espacio para la convivencia de los huéspedes.
Trosman asegura que el turismo tiende a buscar “cada vez más” espacios de contacto con la naturaleza, amigables desde el punto de vista ambiental. En ese sentido, según dijo, Caliú apunta a que los visitantes pueden vivenciar otras formas de construcción solamente estando en la habitación.
Agrega que Uruguay es un país con buenas experiencias en bioconstrucción, y que hay mucha gente interesada en edificar con esta modalidad. Además, la red de personas voluntarias y de organizaciones interesadas en usar los recursos ambientales en edificaciones va creciendo. “Conocemos familias en Canelones y Montevideo que ya usaron la bioconstrucción para sus hogares”, afirma la arquitecta.
Durante el proceso, se contactaron con el Centro de Comerciantes de Neumáticos del Uruguay, que tiene un plan para gestionar (y donar) desechos usados. Por otra parte, desde la Intendencia de Colonia pudieron gestionar el apoyo de la recolección de cartones, una tarea que antes hacían con particulares que clasificaban. También se realizó a fines de 2018 una campaña para juntar las latas y botellas en diferentes puntos de la capital coloniense. En Uruguay hay edificaciones que manejan principios de sustentabilidad, pero este hotel será el primero en construcción totalmente autosustentable.
El modelo de Navetierra
El modelo, que en inglés se conoce como earthship biotecture y en español como “navetierra”, está basado en la construcción ecológica y autosuficiente de casas autónomas, que generan su propia energía, se autoabastecen de agua potable y producen alimentos orgánicos mediante el uso de recursos naturales y materiales reciclados. Logran ser independientes de las redes eléctrica y sanitaria. Enseña a las personas en qué consiste con la participación en su academia y programas internos. Además, la organización de Michael Reynolds produce “proyectos de desarrollo sostenible y alivio de la pobreza mundial”. Actualmente la fundación está trabajando en la cuarta etapa de construcción en lugares devastados por el paso de huracanes en Puerto Rico y con materiales resistentes a este tipo de catástrofes. Para enero de 2020 se prepara la edificación de la primera escuela autosuficiente de Haití.