Con una estructura rítmica que plantea una situación diferente en cada doble página, El color del cristal, el título más reciente de la escritora e ilustradora Verónica Leite, juega desde el título con el aforismo “todo depende del cristal con que se mire”, y parece colarse la lógica de esa pregunta tan difícil de responder con la que han tenido que lidiar los niños de diversas generaciones: “¿qué vas a ser cuando seas grande?”. Lo que moldea Leite con ese material es un abanico de profesiones y tareas diverso y atractivo, bajo la premisa de que vemos tras la lente de nuestros propios intereses y de nuestras búsquedas personales.
Tanto la estructura sintáctica condicional repetida (“si yo fuera...”) como el acierto de que la ilustración plasma en cada escena el mismo lugar, cada vez visto con ojos diferentes, refuerzan el planteo de la infinita variación de una misma situación, de la riqueza que aportan las diversas miradas a lo mismo. El juego entre fondo y figura, la paleta de colores, la estética, las luces y las sombras y el recurso a referencias tanto textuales como extratextuales, conforman un todo complejo en el que palabra, ilustración y gráfica se entrecruzan y complementan. Cada lector descubrirá en qué página se siente más a gusto, o recogerá de cada una algo que lo identifique.
La apelación al detalle –característica de la autora–, algún toque de humor y el diálogo entre la sencillez –casi parquedad– del texto con la complejidad –por momentos caótica– que juega con la superposición de la ilustración contribuyen a construir un libro que pone al lector en permanente estado de búsqueda, que lo predispone a ir más allá de lo evidente. El resultado es, pues, un rinconcito al final de alguna calle visto en múltiples capas, con la posibilidad de multiplicarlas ad infinitum. Al final, se apela al lector a seguir el juego, a continuar, a preguntarse “¿qué cosas vería del mundo que aún no vi?”.
El color del cristal, de Verónica Leite. Alfaguara, 2019. $380.