Muchos pensarán en Elvis, otros en Chuck Berry, pero cuando quienes aprecian el costado extravagante de la música rock buscan los orígenes del género, el nombre clave es el de Little Richard, el hombre de 87 años cuya muerte se confirmó el sábado.

Richard Penniman o Little Richard -o Ricardito- era sobre todo una voz chillona, una imagen atrevida y un conjunto de canciones simples y veloces que se hicieron famosas por derecho propio a mediados de la década de 1950, y que luego revivieron gracias a la reverencia que despertaban en las grandes bandas del género. Los Beatles, por caso, hacían desde sus inicios “Long Tall Sally” (Sally la Lunga, para los rioplatenses) y John Fogerty, al frente de Creedence Clearwater Revival, supo aullar aún más fuerte que Richard su tema “Good Golly, Miss Molly”.

Claro que si hay que elegir solo un tema para recordar a Little Richard, ese tiene que ser “Tutti Frutti”, el que lo hizo conocido para el gran público en 1955. Ahí ya está mucho de lo que definiría y modelaría al rock and roll. Está la energía pura y el juego con el sinsentido desde en los primeros sonidos que salen de la garganta: “A-wop-bop-a-loo-bop-a-wop-bam-boom!” ¿Es la imitación de golpes de batería, es una invitación a bailar, a otra cosa? Está el viejo blues en la armonía y lo nuevo que llega en la aceleración rítmica. Está el piano usado como un instrumento principalmente percusivo. Y está, sobre todo, el habla en código, un elemento fundamental de la cultura juvenil que por esos años comenzaba a hacerse masiva.

Porque si bien cualquier persona más o menos atenta podía intuir que atrás de tanta cacofonía y aliteración había un mensaje sexual, no todo el mundo llegaba a escuchar la referencia a la imaginería subterránea que había atrás de la expresión “tutti frutti”, que nombraba, en jerga, a lo gay.

Sin la imagen agresiva y ambigua que cultivó Little Richard hubiera sido mucho más difícil la consagración de artistas como Prince, o la emergencia del glam rock. Y también se puede pensar que para el propio Richard la cosa hubiera sido más fácil si hubiera sido blanco: sus idas y vueltas de la actividad musical estuvieron relacionadas con temas personales -tuvo un accidente de avión, lo que lo llevó a convertirse en pastor evangelista, por un tiempo- pero también, según recalcaba él mismo, con haber sido un hombre al que la industria prefería relegar por ser negro.

Aunque en su carrera coqueteó con otros géneros, como el soul y el funk, el nombre de Little Richard siempre estará asociado al del nacimiento del rock. Después de todo, cuando se anunciaba, siempre prefería autoproclamarse “el rey del rock and roll”.