Con su unipersonal sobre una treintañera destrozada por una separación que la devolvía a la casa paterna, Josefina Trías tenía todos los boletos para transformarse en una resonancia local de la argentina Malena Pichot y su Loca de Mierda. Pero en Terrorismo emocional, bajo el influjo de las novelas de Romina Paula, construyó una salida desde la fragilidad y la contención, una pieza íntima, con un músico en escena y una actriz ovillándose bajo un colchón.
La obra agotó funciones durante cuatro temporadas, ganó dos premios Florencio y fue publicada por Salvadora Editora. Habrá tocado cierta fibra inexplorada, habrá comulgado con espectadores frescos. “O el público siempre es potencialmente teatral y lo que sucedió es que contamos una historia súper universal”, arriesga la actriz y dramaturga. “Muchos creen que Terrorismo es mi propia historia; nada que ver. Pero tuvo mucha honestidad por dónde agarramos los temas y cómo, en conjunción con los músicos. Sin entrar en autoficción o cuestión biográfica, porque ni ahí. Hay cosas que podría llegar a intelectualizar, pero a la vez no se explica mucho por qué toda esa gente fue al teatro y compró el libro. Fue maravilloso”.
Trías retoma su personaje en la pieza que estrenó ayer en la sala Vaz Ferreira, Llamaste a Walter, que retrocede hasta la crisis económica de principios de siglo. Es “un ejercicio de la memoria de Clara entre 2002 y el presente”, un contexto que artistas de su generación, como Florencia Caballero Bianchi en Cheta, vienen jalonando. “Tengo la sensación de que cada vez vamos a ser más, porque es un momento que te forja la subjetividad”, dice Trías.
“Terrorismo es como un extenso poema de un yo y acá me metí en una cosa mucho más compleja, de construcción de personajes, de intentar sostener una peripecia narrativa, que el cuentito funcione”. Los elementos en común entre las dos obras también son esas preguntas que Clara se hacía, desde otra intensidad, 15 años antes: “Su construcción como mujer, su vínculo con la otredad, pero desde una irreverencia más caótica”.
“Cuando arranqué a escribirla, fue un lindo ejercicio pensar ‘esta es una obra que a mi hermano le gustaría ver’, porque iba a escribir sobre mi adolescencia, y eso implica hablar sobre él también. Los personajes hoy en día no son mi hermano ni yo; son como resortes internos de uno. Si bien amo Llamaste a Walter, quizás no es el tipo de teatro que voy a escribir siempre. Por eso me puse a leer todo Arthur Miller, trabajé muchísimo con la obra The American Clock. Me metí en el drama moderno del siglo XX americano, intentando, obviamente, ponerle esta cosa del salto al 2021 permanente. No es un drama realista, cerrado ni mucho menos, porque tiene hasta cuestiones metateatrales, hasta posdramáticas, que escapan de ahí. Pero fue un momento de mucha lectura: sobre todo Tennessee Williams, algunos argentinos y uruguayos, leí de vuelta a Jacobo Langsner, El tobogán... quería ver mucho drama de familia tipo, sobre todo por el tratamiento de los diálogos”, dice Trías.
La artista tuvo la lucidez de viajar a Buenos Aires y presentarle el proyecto al autor y director Mariano Tenconi Blanco, que aceptó asesorarla en la dramaturgia: “Tiene un manejo descomunal del universo femenino y es una máquina de tirar referencias. Entonces, me venía con tres, cuatro libros nuevos para leer y me ayudó muchísimo a laburar el ritmo. Un cra. Yo había pirado con Todo tendría sentido si no existiera la muerte, cuando Mané Pérez hizo La fiera acá, también, increíble. Y la obra que me partió la cabeza y me hizo escribirle fue La vida extraordinaria, con Valeria Lois y Lorena Vega, ese tipo de literatura intimista, femenina, cargada de humor, al hueso. Llamaste a Walter es mucho más clásica, sin dudas”.
Las dos ficciones de Trías terminan de distinguirse desde la dirección: la primera, a cargo de Bruno Contenti y la actual, en manos de Vachi Gutiérrez. Esta Clara, marca la autora, es “más delirante”, a veces sin transición. Por eso, y porque dice que le quedan “minutos” para darse la libertad de componer un personaje de la mitad de su edad, Trías quisiera que “quienes más disfrutaran la obra fueran adolescentes”.
Con un título como el que eligió, la “uruguayez a cara de perro” fue muy buscada, apunta, hasta en la música de esa época. “Los músicos están en escena con nosotros y es un elemento fundamental de la obra, con guitarra eléctrica, clásica, bombo, redoblante, piano. Esta vez, en esta cosa de Clara escritora, son parte del dispositivo que ella monta. Hay como una complicidad explicitada y la sala Vaz Ferreira es un auditorio, así que creemos que va a sonar bonito”.
Llamaste a Walter, de Josefina Trías, con dirección de Vachi Gutiérrez. Con Agustín Martínez Cuello, Fernando Canto, Jenny Galván y Josefina Trías. Jueves, viernes y sábados a las 21.00 (sólo hoy a las 18.00) y domingos a las 19.30 en el Auditorio Vaz Ferreira (subsuelo de la Biblioteca Nacional, 18 de Julio y Tristán Narvaja). Entradas: $ 500 en Tickantel.