Continúa por la pantalla de TV Ciudad el programa compartido con Cinemateca: ciclos sobre mujeres en el cine. Este domingo es el turno de Salvadora, el tercer documental dirigido por la argentina Daiana Rosenfeld sobre la vida de Salvadora Medina Onrubia, quien a principios del siglo XX, con sólo 15 años, decidió ser dramaturga, poeta, anarquista y madre soltera.
A raíz de este estreno dialogamos con su directora, una realizadora cuya filmografía es atravesada por la figura de la mujer, no solamente porque las protagonistas son mujeres sino porque cada una de ellas devela cuestionamientos sobre la construcción que significa ser mujer. Rosenfeld, además, está por estrenar su quinto largometraje, Juana, y escribiendo el sexto sobre Delmira Agustini.
“Por alguna razón las protagonistas son mujeres, al principio fue intuitivo y después con respecto a los personajes históricos sentí que era muy importante reivindicar estas historias, ni siquiera olvidadas porque nunca fueron reconocidas, sino rescatarlas de las sombras, las sombras no como algo negativo sino porque a medida que vas investigando te das cuenta de que este tipo de historias por algo y para algo no fueron contadas”, dice.
Las protagonistas que lleva Daiana a la pantalla en Polonio (2011), Los ojos de América (2014), Salvadora (2017) y Mujer medicina (2019) son mujeres de lucha, que cargan con el peso cultural de que sus decisiones sean gratuitamente cuestionadas entorpeciendo su proceso intelectual y de vida.
“Son mujeres disidentes, que no entran en ciertas convenciones sociales, y eso generó que se hayan replegado o que hayan vivido ciertas situaciones de vulnerabilidad. En el caso de Salvadora, me pasó que yo venía trabajando con mujeres anarquistas y me di cuenta de que me encontraba con una aparente contradicción en ella ya que Salvadora fue muy adelantada en su época, muy transgresora a pesar de ser millonaria y estar casada con el dueño de uno de los medios más importantes, como fue el diario Crítica. Organizaba huelgas con el sindicato de los gráficos dentro del propio diario. Una persona que se autoproclama mala madre y no quería a sus hijos. Se animó a ver y decir cosas que hasta ahora están en discusión”, explica Rosenfeld.
La resiliencia de estas mujeres es sentida en cada una de sus películas. Son mujeres que corporizan de alguna manera esta vivencia del vivir anarquista, y es eso lo que le atrae a Daiana de contar estas historias.
“Es muy interesante cómo Salvadora conecta el movimiento anarquista con otros movimientos que estuvieron en boga después de la Primera Guerra Mundial, vinculados a lo irracional, como la teosofía. En el libro más famoso de Salvadora, una obra de teatro que se llama Las descentradas, ella se anima a identificar ya tres estereotipos de mujeres en la época. El anarquismo para ella es un movimiento espiritual, y yo lo comparto; para mí lo espiritual es un derecho y siempre la motivación. En definitiva mis películas son eso, la resiliencia, el aguante, el poder de transformación. Mis películas, traten o no de temas explícitamente políticos, siempre están atravesadas por el espíritu. Yo cuento historias de mujeres que me gustaría que se conocieran y que intuyo que a ellas también les gustaría que se conocieran”, dice la directora.