La premisa de Ficción es sencilla y se explicita sobre el comienzo: en Montevideo se escriben más de 30 guiones por año y se realizan tres o cuatro de ellos. Sobre montevideanos que tienen historias escritas para cine trata el nuevo documental de Guzmán García, estrenado este mes en la plataforma de streaming +Cinemateca.
Entre tomas de la capital y entrevistas clásicas, se desmiembra todo lo que circunvala a la concepción de las “ficciones”, en una película que deja entrever que realmente muy poco hay de ficción en cada proyecto de ficción si escuchamos con atención el relato de quien la escribe. Se puede entender entre líneas que en el acto de imaginar se cuelan las particularidades de los recuerdos de la niñez, los fantasmas de las familias, el enojo profundo con este mundo, aquello que no queremos callarle más a nuestra madre, o sencillamente un simple guion de terror que guarda los recuerdos con un padre.
La película de Guzmán García le encuentra otro lado al documental, no desde el lenguaje sino desde la práctica misma de hacer cine. En Ficción se desdibuja la relevancia del guion como pieza guía de una obra de arte y se transforma en un archivo irrefutable de la expresión humana. Inevitablemente uno se desprende de la posibilidad de la historia en sí misma, pues la propia película advierte que muchos de esos relatos probablemente se queden a la espera, sin filmarse. Se valora entonces automáticamente ese pequeño instante en que podríamos retenerlos a todos haciéndolos posibles. Ficción es de alguna manera la conquista de todos los guiones que allí se cuentan, la insinuación de la posibilidad de que se realicen, y un acercamiento al motor que hace escribir un guion a diferentes personas.
Existe en la obra de Guzmán García un entendimiento claro con lo comunitario, con la simbología y el tratamiento que implican los lazos comunes con determinados motivos. Parecieran partir siempre de grandes incógnitas que resuelve en grupo, y las respuestas son delegadas a un abanico de opiniones, ya sean la de los adultos que van a bailar al centro de Montevideo en Todavía el amor (2012), de los actores que tienen su centro de resiliencia en el teatro Ateneo en Mirando al cielo (2017) o de quienes buscan desentrañar un hito relacionado con los símbolos fuertes de una cultura en Sangre de campeones (2018).
Preguntarse y repreguntarse, validar la escritura mundana tanto como la de los ya consagrados realizadores, entender el guion como una expresión de la psicología y el trato humano, no como pieza de trabajo sino como ritual, posiciona a este documental como un gran reflejo de lo que andan sintiendo por ahí algunas almas, lo que jamás van a olvidar otras y cómo escribir sobre ello, volverlo ficción, es mantenerlo y mantenerse vivo. Dice Marina Cultelli en la película sobre su guion de Seremos como el Che, una historia dedicada a la ausencia de su hermano fallecido en la dictadura: “Alfredo está. En la medida en que Alfredo esté, vuelve a vivir en la ficción”.
Ficción, de Guzmán García. En +Cinemateca.