A los pocos días de haber desembarcado en Uruguay, HBO Max se despachó con Ni un paso en falso (No Sudden Move), la más reciente película del aclamado Steven Soderbergh (Sexo, mentiras y video, Kafka). En esta guerra de las plataformas que se decide en gran parte por las producciones originales, estamos ante munición pesada.
Alcanza con mencionar al elenco para entender que estamos hablando en serio: Don Cheadle, Benicio del Toro, David Harbour, Amy Seimetz, Jon Hamm, Ray Liotta, Kieran Culkin y Brendan Fraser son solamente algunas de las caras conocidas que aparecen en esta interesante historia de mafiosos inspirada en controversias reales.
Todo comienza con el clásico reclutamiento a un grupo de pillos para un “trabajo” relativamente sencillo, que les permitirá hacerse de unos dólares en solamente tres horas. Como es de esperarse, algo saldrá mal y quienes vayan quedando en pie deberán enfrentarse a personajes más poderosos y con más interés por lo que está en juego.
Si Jackie Brown (Quentin Tarantino, 1997) había sido traducida al español como Triple traición, aquí podríamos haber tenido una Séxtuple traición (o más, porque uno pierde la cuenta). Los escrúpulos no abundan entre estos delincuentes que no respetan ni los códigos del delito ni a la mujer del jefe. Y en cuanto aumentan la tensión y las posibilidades de convertirse en el siguiente cadáver, digamos que cualquier otro respeto también desaparece.
La historia está situada en Detroit en los años 50, lo que no es un dato menor. Por un lado, estamos en una época de teléfonos fijos, personas difíciles de ubicar y autos enormes con mucha presencia. Por otro, el botín secreto por el que tantos no cuentan el cuento se relaciona con una práctica terrible de aquellos años, que no mencionaré pero que invita a buscar material sobre el tema luego de que corran los créditos.
Ni un paso en falso tiene, irónicamente, uno o dos de ellos. El guion de Ed Solomon, autor de la trilogía de Bill y Ted maneja tantas piezas móviles que por momentos se vuelve un tanto complicado (que no es lo mismo que complejo). Y el ojo de pez que utiliza el director puede llegar a distraer en alguna ocasión, aunque sea mucho menos invasivo que el fuera de foco en el tercio inferior de la pantalla que parece haberse puesto de moda en la mitad de las producciones de Netflix. Perdón, tenía que sacarlo de mi organismo.
Todo corre a muy buen ritmo, y el saldo es positivo. Si nos quedamos con ganas de más proezas criminales cool con elementos que no salen como esperábamos, en la misma plataforma Soderbergh nos espera con su pochoclera trilogía de La gran estafa (Ocean’s 11, 12 y 13).
Ni un paso en falso, dirigida por Steven Soderbergh. En HBO Max.