La calma trastocada
“Ronde ronde, dónde dónde, ¿quién se ve pero se esconde” es el estribillo con el que Virginia Brown teje las distintas escenas que presentan El último pedazo de queso. Ubicado en una idílica granja donde reinan el sol, el aire libre y la tranquilidad, ofrece una historia sencilla, de estructura repetitiva, rítmica, con el espíritu del juego de la escondida. Un pajarito es quien observa desde fuera, con una mirada que oficia de hilo conductor de esta pequeña historia cuyo motor es el descubrimiento.
Conectado con la manera de leer de los más chicos y con los juegos de repetición propios de esa edad, ofrece una anécdota en la que la rima y el humor son los ingredientes principales. “¿Cómo puede ser que un mansito pedazo de queso saque corriendo a todos los que viven en la tranquila granja?”, se pregunta desde la contratapa. Porque el cuento tiene dos momentos, y la acción que le sacude la modorra a la escena quieta y calma del inicio se enlaza con otro estribillo: “Corre corre que te corre”.
Arraigada en una tradición ancestral de las historias infantiles, que abreva en retahílas que vienen de lejos y que fueron pasando casi naturalmente de abuelos a nietos, Brown regala una historia que se deja llevar por la carrera de los personajes por evitar lo inevitable. Las ilustraciones de Pérez Volpe acentúan tanto la calma inicial como el alboroto que se produce a partir de que a la rata “se le ocurrió darle un beso al último pedazo de queso”.
Para leer y escuchar
Después de Tik, el dinosaurio que cantaba rock, que se publicó en 2018, Leo y Tito Lagos continúan por la senda de su obsesión por los dinosaurios y su oficio de músicos con este Monforte el gliptodonte, en el que van y vienen de la actualidad a 30.000 años atrás en referencias y situaciones llenas de humor y de datos sobre estos extintos animales, tan enormes como fascinantes.
El protagonista de esta nueva historia es un gliptodonte que intenta pergeñar la manera de que los demás no se asusten –y salgan corriendo– al verlo, impresionados por su tamaño y su aspecto terrible. Lo acompañan sus amigos Anita, Leonor, Dante y Caronte, ejemplares de especies que también poblaban estas tierras cuando había gliptodones, y con los que los Lagos se divirtieron haciendo rimas.
Como su antecesor, este libro mezcla la aventura con el conocimiento sobre estos animales, se sostiene en una ilustración de trazo grueso que guiña a la historieta, con riguroso blanco y negro para los personajes sobre fondos en colores fuertes, saturados, en cada página.
Por otra parte, uno de los ingredientes fundamentales de esta fórmula son las canciones a las que se puede acceder mediante los códigos QR que aparecen diseminados a lo largo del libro, y que son un verdadero disfrute.
El último pedazo de queso, de Virginia Brown y Genoveva Pérez Volpe. Alfaguara, 2021. 36 páginas. $ 450. Monforte, el gliptodonte, de Los hermanos Lagos. Alfaguara, 2021. 40 páginas. $ 450.