¿Quién no conoce a un par de gemelos o gemelas? En mi escuela, sin ir más lejos, estaban Denisse y Viviana. Eran indistinguibles: las dos tenían lentes, las dos tenían el pelo castaño y pecas, las dos eran tímidas y, para colmo, las dos usaban trenzas y, por supuesto, vestían túnica blanca y moña azul en horario de clase. Yo sabía que la que estaba en mi clase era Viviana, pero ¿en el recreo?

Parece que Germán Machado tiene un hermano gemelo, de lo que nos enteramos al recorrer las páginas de Yo soy el otro, flamante título que publicó en Cataluña, donde reside desde hace diez años, y acaba de ser distinguido como uno de los 100 recomendados de la fundación Cuatrogatos (ver la nota más abajo). Lo que hace Machado con ese dato, esa experiencia que, evidentemente, marcó su vida, en la medida en que es clave en la forja de la identidad, es transformarlo en material literario, al darlo vuelta para un lado y otro e intentar explicar cómo es tener un hermano que es tu espejo.

Valiéndose de fotografías de él y de su hermano cuando eran niños, plantea el dilema de la identidad –de su búsqueda, de su dificultad–, en un texto en el que el humor y lo poético van de la mano. En la lectura, texto e ilustración son inseparables, y una adivina –o cree adivinar, o imagina como si espiara por el ojo de la cerradura– un trabajo concienzudo y a cuatro manos entre Machado y Mercè Galí. “Dos gotas de agua”, arranca, y se ubica en un registro que no abandonará, en el que las palabras importan. Cada una, elegida con precisión. Y las imágenes, las fotos y las ilustraciones se ensamblan en un collage que dialoga siempre con el texto, que lo interpreta y va y viene con él.

Hay en ese comienzo –que seguramente refiere a una frase repetida– y en el título cierta rebeldía que una imagina anclada en el hartazgo de tener que explicar una y otra vez, de verse obligado a definirse en cada encuentro, de estar signado por la pregunta “¿quién soy?”, de respuesta no tan cierta.

A lo largo del libro priman la simetría y la discusión de esa afirmación fuerte de la primera página: “Así somos. Tan iguales”. Se suceden, entonces, esas diferencias apenas perceptibles para la mayoría y las múltiples estrategias –muchas veces vanas– de diferenciarse. Y hay un hallazgo discursivo de ese niño que esgrime el absurdo: “Yo soy el otro”.

Con una anécdota que abreva en lo cotidiano –la escuela, el club, el juego, la plaza– y que dibuja una sonrisa con un final que sorprende, Yo soy el otro se basa en los pequeños detalles y en los pequeños gestos –mención aparte merecen estos en la ilustración–, porque es ahí donde está la clave para el buen observador. Pero, más allá de lo que cuenta, el autor deja picando una reflexión mucho más profunda, que no funciona como freno para el protagonista y que permite al lector ponerse en su lugar. “No es fácil cargar con esa confusión. Porque uno sabe quién es a partir de cómo lo reconocen los demás”. He ahí el quid. Tan sencillo y complejo como eso. Por eso, en decir “yo soy el otro” hay algo más que rebeldía e ingenio, hay fortaleza y la capacidad de enunciar una afirmación que da justo en el clavo.

Yo soy el otro, de Germán Machado y Mercè Galí. Lit-era, 2021. 36 páginas. $ 890.


Autores uruguayos distinguidos por Cuatrogatos

La fundación Cuatrogatos, dirigida por los escritores Sergio Andricaín y Antonio Orlando Rodríguez, tiene entre sus principales objetivos la investigación en torno a la producción editorial para niñas, niños y adolescentes. Desde 2014 otorga un premio con el que se propone “contribuir a la promoción y la lectura de libros de calidad creados por escritores e ilustradores iberoamericanos” y que se ha instaurado como una guía que permite visualizar el trabajo de los autores del continente.

La premiación es una selección de los 20 mejores libros; este año el jurado hizo esta elección a partir de la lectura de 1.203 títulos de 217 editoriales, provenientes de 19 países. Pero además, a los premiados se suma la mención a 20 finalistas y la recomendación de 100 títulos. “Se trata de libros altamente recomendados por sus valores literarios y plásticos que, a juicio de nuestra institución, merecen tener la mayor difusión. Al otorgarles este reconocimiento, deseamos contribuir a que lleguen al mayor número posible de hogares, escuelas, bibliotecas y otros espacios donde se propicie el encuentro de los jóvenes lectores con obras significativas”, explican. La lista completa se puede encontrar en la página web de la fundación.

En estos años de Premio Fundación Cuatrogatos han sido numerosos los autores y las editoriales de Uruguay que han tenido presencia en esa selección, y 2022 no es la excepción. De este modo, entre los 20 finalistas aparece la novela Nunca digas tu nombre, de Federico Ivanier, que fue publicada por Criatura Editora y posteriormente por el sello español Edelvives, distinción que se suma al premio Bartolomé Hidalgo y al segundo premio en el Premio Nacional de Literatura.

Por otra parte, entre los 100 recomendados aparecen tres libros de autor nacional. En la categoría “Para los que empiezan a leer solos” aparece Max amable, de Mercedes Lafourcade con ilustraciones de Nino, publicado por la editorial uruguaya Basilisa, que dirige Lafourcade y pone el foco en libros que sean accesibles a niñas y niños con dislexia. En la misma categoría se incluye también Yo soy el otro, de Germán Machado y Mercè Galí, publicado por el sello catalán Lit-era y que reseñamos más arriba. En la categoría “Para los que despegaron como lectores” aparecen dos libros de autores nacionales que publicaron fuera de fronteras: En la selva todos cuentan, de Alfonso Lourido –ganador del Premio Nacional de Ilustración en la categoría narrativa–, publicado por Kalandraka, y Un lobo, de Fidel Sclavo, publicado por la chilena Caligrafix.