En Música urbana, la nueva serie de TV Ciudad, entran el trap, el reguetón, el rap, la plena mezclada con pop, las bases del canadiense Drake y la cumbia 420 con candombe, así como las personas que animan esa escena. Aldo Garay, su director, registra cómo los exponentes más destacados de estas movidas oscilan entre vivencias propias de la marginalidad y otras provocadas por el acercamiento a la masividad.

Por ejemplo, en su episodio uno, la cámara registra un camino de pedregullo y otros dos, a sus costados, con un cielo gris de fondo. Luego, Facundo Cedrés abre una puerta y se mete en una casa humilde donde una mujer prepara el almuerzo. “Acá es re tranquilo”, dice el artista, más conocido como Peke 77, recostado en un sillón cubierto con un tejido blanco que hace pensar en abuelas. La música que suena de fondo no propone ninguna solución pacífica a posibles problemas. Sin embargo, cuando Facundo sale de paseo, vuelve con sus amigos músicos a otro sillón algo más descuidado para compartir un momento de genuino afecto.

“Yo lo que puedo decir es que el Peke es mi hermano y también la pana de Uruguay; para mí es el número uno representando la música desde hace pila de años atrás, ¿entiendes? Siempre abriendo puertas y ayudando gente para que esa gente también le meta. Pero hay pares que vienen cabrones, como Anthony MM, Letan, Mario La Moña, Franux BB. Peke 77 es la máxima”, dice el propio Mario La Moña, artista dominicano, amigo del Peke y otro de los principales protagonistas de esta serie documental de TV Ciudad, cuya narrativa transcurre en diferentes medios, y en un tiempo tan impreciso como el de cada consumidor.

“Ese momento surgió naturalmente”, cuenta Garay. “El Peke se subió al auto y empezó a levantar gente y la llevó para el estudio. Creo que en este movimiento hay algo de reconocerse y arroparse”, señala.

El veterano realizador, reconocido por sus trabajos para la señal de la comuna –entre los que se destacan Memoria tropical y Crónicas de campaña– y por su extensa carrera en el cine con películas como Yo, la más tremendo (1995), El círculo (2008), El hombre nuevo (2015), Un tal Eduardo (2018), El filmador (2021) y Guitarra blanca (2022), parece haber encontrado un lugar en el que puede reconocerse pero que a la vez lo desafía. Se trata de registrar versiones nuevas de la expresión artística local.

“A diferencia de la que podés encontrar en otros géneros, esta es una escena que se retroalimenta. Te lo dicen todos”, afirma Garay, que en el poco tiempo que le llevó filmar los primeros capítulos de esta serie debió aprender las tramas y subtramas de historias reales condimentadas con ficción, más las señas particulares de los personajes principales y laterales. Están los poetas, los cineastas, los amigos, las amigas, los músicos, los productores, los arengadores, los dealers de ropa noventera, los técnicos, la familia y otros documentalistas.

Aldo Garay y Valentín Baubeta.

Aldo Garay y Valentín Baubeta.

Foto: Federico Gutiérrez

“¿Ves? Se escucha un samba ahí. ¡Eso es Melo, bo!”, advierte Garay sobre el sonido de Knak, uno de los artistas más promisorios de esta escena, que tendrá su propio capítulo.

“Yo escuchaba Buenos Muchachos y El Peyote Asesino. Y de chico en mi casa sonaba Chocolate, Nietos del Futuro y Bola 8, que me volvía loco”, cuenta Lucas Mateo, un ficha colorida entre sus amigos más célebres, en un fragmento todavía sin estrenar y que permite entender qué y dónde se está cocinando en esta escena musical.

“Me gusta la heterodoxia que tienen”, dice Garay sobre sus entrevistados. “Los rockeros están llenos de poses y por ahí te nombran a un músico noruego”. Siguiendo a Lucas, por ejemplo, se puede llegar al Davus, que comenzó tocando la batería en la iglesia evangélica de sus padres y, sin saber muy bien cómo, terminó haciendo un trap oscuro y deforme. Y siguiendo a Davus y a Knak se llega fácil a Jeidy, uno de los directores de videoclips preferidos de los traperos uruguayos.

“La pregunta es cómo lograr un retrato y llegar a la esencia de alguien cuando tenés tan poco tiempo”, dice Garay, que logró pasar y quedarse en los hogares y los sitios de referencia de muchos de estos artistas, pero en otros casos tuvo que improvisar: “Son personajes medio inasibles; por ahí los agarrás un rato y después no los encontrás más. Se mueven mucho. Y tiene una relación con la imagen y la entrevista muy ligada a las redes; todo es rápido”.

A Davus lo pudo filmar en un ensayo, “una situación en la que podés ver cierta intimidad del trabajo del artista”, y en la grabación de un videoclip. “Es muy relevante conocer cuál es el escenario en donde se le ocurre una idea al creador”, dice el documentalista. “Cuando eso no es posible, tenés la entrevista pura y dura, y en ese rato hay que intentar salir un poco de lo que ya sabés que se conoce de esa persona”.

Redes con agregados

De Música urbana ya se pueden ver los episodios dedicados Peke 77 y Davus. El 7 de octubre le llega el turno a The La Planta, y luego, con un estreno cada 15 días los viernes a las 22.00, el ciclo continúa con Mario La Moña, Knak, Jotapé, Soy Turista y Se Armó Kokoa.

Los programas completos de Música urbana –al igual que fragmentos destacados– pueden verse en el canal de YouTube de TV Ciudad y en la página web del programa, en fragmentos subidos a Instagram o en clips sonoros de Spotify. Cada red social y plataforma digital tiene contenidos distintos y exclusivos, y los seguidores de la serie pueden comentar y opinar sobre qué otro artista, además de los previstos, debería tener su propio capítulo.