Este fin de semana llega una nueva edición de uno de los eventos más contradictorios del mundo del entretenimiento, ya que odiamos amarlo o amamos odiarlo. Concentra la conversación en las redes sociales, aunque nadie parece estar prestándole atención. Es capaz de consolidar carreras de artistas y técnicos, tanto como tener a alguien bajo los focos durante una noche y luego olvidarlo para siempre. Es una fiesta ombliguista en la que el cine estadounidense se vota a sí mismo, pero su resultado puede ayudar a que una película se reponga en una sala de Pakistán. Se vienen los Oscar y (como en la mayoría de las cosas de la vida) quedémonos con lo mejor.
Lo mejor es, en este caso, la oportunidad de ver las películas que fueron recomendadas por estas personas de la industria estadounidense. Y como hay una categoría más importante que las demás, tanto que hace unos años duplicaron la cantidad de nominados para que entraran más títulos, aprovechemos la entrega de Premios de la Academia para hablar de los diez títulos nominados a Mejor Película. Técnicamente hablaremos de nueve de ellos, ya que hay uno que todavía no está disponible en nuestro país y llegará en unos días. Poco timing.
En el orden en que fueron anunciadas, estas son unas miniconsideraciones acerca de los films que este 27 de marzo buscarán ser recordadas para siempre... como si alguien recordara a El artista o El discurso del rey.
Belfast (en cines)
Kenneth Branagh cuenta una historia pequeña de un conflicto grande. Es imposible resumir lo ocurrido en Irlanda del Norte a fines de los años 60, con la escalada de violencia entre católicos y protestantes, pero no es lo que quiere el director. Él cuenta la historia a través de los ojos de un niño para quien el mundo es una cuadra. Allí están la casa de su familia y las casas de los vecinos. A veces hace un largo trayecto hacia la escuela, o visita a sus abuelos, pero todo gira alrededor de su mundo. Por eso será tan removedor cuando ese mundo se vea sacudido por golpes, insultos y destrucción de viviendas.
A los padres y abuelos de Buddy (que perfectamente podría haberse llamado Kenneth) no les resulta tan sencillo ocultar lo que está ocurriendo. Y el niño ya está grande como para creer en una fantasía al estilo de La vida es bella, aunque sí esté presente el humor como mecanismo de supervivencia porque... bueno, porque lo es. Así que Buddy ve cómo “los grandes” discuten acerca de la posibilidad de emigrar, escucha dramáticos sermones y trata de seguir adelante con su vida, que incluye un incipiente romance con una compañerita de clase.
La película no parece tener grandes aspiraciones y, por lo tanto, no es fallida. Pero sí se limita a esa pequeña historia, contada casi exclusivamente en blanco y negro, que incluye momentos emotivos y actuaciones más que correctas.
También se puede leer la reseña de Agustín Acevedo Kanopa.
CODA - Señales del corazón (Prime Video)
Si esta película participara en el Concurso de Carnaval, podríamos decir que “cubre los rubros” como para colarse entre las nominadas al premio principal. Y digo “colarse” porque a algunos les sorprendió su presencia y a otros les sorprende que en los últimos días se haya convertido en favorita, siempre dentro de la forma de votación que hace que segundas o terceras elecciones puedan quedarse con la estatuilla.
La historia tiene sus clichés: Ruby, una joven CODA (hija de adultos sordos, por la sigla en inglés) ha sido durante toda su vida el nexo entre sus padres y su hermano, y el resto de la ciudad que habitan. Trabaja en el mismo barco pesquero y trabaja como intérprete cuando los otros tres interactúan con el mundo. Sin embargo, está por terminar el liceo y surgen otras inquietudes, así como la posibilidad de estudiar en otro sitio. ¿Estudiar qué? Canto, por supuesto.
El gran mérito está en presentar a la familia de Ruby con la mayor normalidad posible. Sus padres, por ejemplo, tienen una vida sexual activa, y las conversaciones a través de lenguaje de señas son frenéticas y pueden contener varios insultos. En resumen, son personas con dificultades para comunicarse. De nuevo, sin sutilezas.
Los conflictos que podrían suceder, sucederán. El final será feliz. Y a veces es todo lo que queremos ver en una película.
Don’t Look Up - No miren arriba (en cines y Netflix)
Adam McKay cuenta las historias de manera poco convencional. Tampoco es que sea un delirante, sino que sus películas y series (desde La gran apuesta hasta Lakers: tiempo de ganar) utilizan herramientas del videoclip, el documental y la comedia en general para ayudar a la narrativa. En este caso no se abusa de los mecanismos, porque el guiño está presente desde el gancho de la película: un cometa va a estrellarse contra la Tierra.
Si hablábamos de lo poco sutiles de los títulos anteriores, acá continúa la tendencia. Dos investigadores deben recorrer canales de televisión, diarios y la mismísima Casa Blanca para convencer a la gente de que el peligro es real y que la humanidad desaparecerá si no hacemos algo al respecto.
El chiste nunca termina de funcionar, porque hay un problema fuerte de registro. McKay quiere hacer muchas cosas: recordarnos que algo parecido sucede con el cambio climático, mostrar personajes que reaccionan como si estuvieran en una comedia de los hermanos Farrelly, y otros que reaccionan con el mayor de los realismos. Parecido a lo que ocurrió con Space Force, el resultado final no es chicha ni limonada.
Drive My Car (a partir de abril en Mubi)
Todavía no llegó a Uruguay.
Dune - Duna (en cines, HBO Max, y en alquiler en NS Now y otros)
La expansión de cinco a diez películas nominadas fue luego de que Batman: el caballero de la noche quedara fuera de la principal categoría. Desde entonces, las películas de género mejor recibidas tienen más chances de pelear por el premio gordo (de todos modos no olvidemos que la tercera de El Señor de los Anillos arrasó en 2004).
Aquí estamos frente a una película de ciencia ficción y aventura, con numerosos personajes en variados mundos que acabamos de conocer, y la habilidad del director Denis Villeneuve está en no marearnos con tanta información y ofrecernos mucha diversión en parajes que llenan el ojo.
La historia es sólo media historia, pero de todos modos uno termina de verla con satisfacción. Otro mérito para el canadiense, que ya tiene luz verde para la segunda mitad.
Aquí la reseña de Agustín Acevedo Kanopa.
King Richard - Rey Richard: una familia ganadora (en cines, HBO Max y alquiler)
El padre de Venus y Serena Williams tenía un plan: que sus hijas se conviertan en dos de las mejores tenistas de la historia. Si le creemos, ese plan lo ideó antes de que ellas nacieran, así que habrá que prestarle atención a este personaje extrovertido que interpreta Will Smith.
Uno podría pensar que estamos ante un controlador que evitó que sus hijas crecieran como dos niñas normales, pero al menos en el cine se nos presenta todo lo contrario: Richard estaba obsesionado con el éxito deportivo, pero también, y al mismo nivel, con que ellas tuvieran una infancia y adolescencia lo más normales que se pudiera.
Como toda biopic, el camino hacia la fama tendrá obstáculos, aparecerán aliados y el protagonista tendrá momentos de terquedad extrema. Y pese a que conocemos el resultado (exactamente lo que Richard buscó), no deja de emocionar. Odiarán un poco a Arantxa Sánchez Vicario, están advertidos.
Licorice Pizza (en cines)
En esta esquina se encuentran aquellos que consideran que Licorice Pizza es una nueva obra maestra de Paul Thomas Anderson y en esta otra esquina están aquellos que la consideran más fea que reventarse el meñique contra la pata de la cama. Quizás la verdad esté ahí en el medio.
La historia va construyendo la compleja y por momentos distractora relación entre un chiquillo de 15 años que tiene el rumbo más claro que Richard Williams, y una joven de 25 que flota en el aire como una bolsa de nailon. Mientras él engarza empleos y negociados, ella se suma como “adulto responsable” (qué ironía) y ambos tienen idas y vueltas de acuerdo a lo que sientan por el otro en ese momento.
A ambos les suceden cosas, no tan desconectadas como los de esta otra esquina les quieren hacer creer, pero me fue imposible evitar que la diferencia de edad me sacara del partido en más de una ocasión. Grooming: la película.
Nightmare Alley - El callejón de las almas perdidas (en cines)
Guillermo del Toro cuenta un noir, pero antes del noir nos cuenta una historia ambientada en una de estas típicas ferias ambulantes del pasado estadounidense, repleta de freaks más o menos verosímiles. Todo ese segmento es el de mayor atractivo visual, pero aporta muy poco.
Después la historia se traslada a la gran ciudad, donde el buscavidas que interpreta Bradley Cooper (a quien no le creí ni un segundo) realiza su acto como psíquico para un público de ricachones. Allí conocerá a una psicóloga-femme fatale interpretada por Cate Blanchett (nacida para esos papeles) y junto a ella intentará obtener ganancias mayores, arriesgando muchísimo más.
Hace miles de años los griegos nos advertían que cualquiera que se pasara de orgulloso y arrogante iba a terminar sufriendo la ira de los dioses. ¿Será capaz el señor Cooper de ser el primer ser humano en zafar del castigo?
The Power of the Dog - El poder del perro (Netflix)
La favorita de muchos es, al menos para quien escribe, la que hace más merecimientos para llevarse el último premio de la noche, aunque, por supuesto, me gustaría que se lo llevara Duna. Jane Campion nos trae un western bellamente fotografiado, con personajes tan rudos que por momentos asfixian a quien está del otro lado de la pantalla.
Benedict Cumberbatch es tan malo, que empuja a su flamante cuñada al alcoholismo, mientras sigue siendo el más macho en eso de llevar el ganado de aquí para allá y de hacerle bullying al delicado hijo de la flamante bebedora.
La novela original es de 1967, por lo que podemos perdonarle que ciertas revelaciones finales refuercen estereotipos negativos. De todos modos, la directora y guionista dota a sus personajes de una profundidad como para que no sea tan fácil reducirlos a eso.
Una versión más larga de esta reseña.
West Side Story - Amor sin barreras (en cines y Disney+)
Steven Spielberg filmó su primer y último musical, que llega al cine por segunda vez después de haber dominado la taquilla en 1961 y ganado diez premios Oscar al año siguiente. Lejos de amilanarse, nos trajo una magistral sucesión de coreografías filmadas como pocos saben hacerlo, y logra que por momentos uno se olvide de lo flojo que es el guion.
Inspirada en Romeo y Julieta, la historia muestra un amor capaz de superar la enemistad entre bandas y las muertes ocasionadas por su enfrentamiento. En resumen, ese amor que sólo existe entre personas muy bonitas que quedan prendadas la una de la otra con sólo verse. La vida no es tan sencilla para el resto, queridos Tony y María. De nuevo, todo muy lindo, pero la anécdota hace agua y algunas canciones sufren los 65 años transcurridos desde que fueron creadas.