Los fans del cine de acción tenemos que aprendernos ya mismo este nombre: Alban Lenoir. Protagonista y coguionista de Alias, Lenoir es el dueño y señor del díptico Bala perdida (también en Netflix), donde ya dejaba bien en claro que en esto de repartir piñas y patadas está a la altura de los mejores exponentes internacionales.

Allí, en Bala perdida, interpretaba a un mecánico y chofer de fugas que terminaba trabajando con la policía para darse de frente con la corrupción institucional, mucho peor que los criminales. Con todo, en las dos Bala perdida hay margen para una historia liviana, de persecuciones, tiros y algún que otro héroe (así sea a la fuerza). Parece, entonces, que Lenoir decidió hacer sonar otras campanas con Alias, que bien puede ser el inicio de una nueva saga, pero son unas mucho más sombrías, oscuras y completamente venales.

“Amoral” es la palabra que define no sólo a Adam Franco (Lenoir), el protagonista de esta cinta, sino a prácticamente todos sus personajes. Porque, sacando alguna que otra víctima, los involucrados en Alias son personajes turbios y poco rescatables. Empezando por nuestro “héroe”, un agente de operaciones especiales del servicio de inteligencia francés –mucha palabra para evitar decir lo que es de manera simple y llana: un asesino–, y siguiendo por sus compañeros –mercenarios sin límites– y los mafiosos entre los que por avatares de su misión debe infiltrarse (que resultan ser quienes tienen algo parecido a códigos).

Luego de una misión exitosa en Túnez, Adam es traído rápidamente de regreso a Francia. El motivo es la presencia de Moktar al Tayeb (Kevin Layne), un conocido terrorista musulmán, en las cercanías de París. Al parecer, Al Tayeb planea un atentado y su único contacto en la ciudad parisina es el jefe mafioso Victor Pastore (un Éric Cantona pletórico) y su gente. La misión de Adam es simple: infiltrarse en la familia Pastore como un matón más, ganarse la confianza del jefe y averiguar el paradero del terrorista antes de que cometa su atentado.

Claro que por simple que parezca no todo va a ser tan sencillo. Ni las cosas resultan tan claras ni el trabajo se resuelve de manera tan simple para nuestro protagonista, sobre todo a partir de que desarrolle un vínculo con el hijo adoptivo de Pastore, Jonathan (Noé Chabbat). Es a partir de este vínculo –lógicamente, en un armado tan clásico como el de esta película, no podemos esperar otra cosa– que asoma una punta de posible redención para Adam.

Así, en una película de acción sin pavadas, colmada hasta el tope de personajes turbios, Lenoir conduce a toda velocidad un tren que no se detiene en ningún momento, con una estupenda realización a cargo del director Morgan S Dalibert (el otro guionista junto con Lenoir y veterano también de las Bala perdida, donde era el director de fotografía), unas impresionantes coreografías de peleas y tiroteos, y un relato a medio camino entre John Wick (referencia ineludible, hoy por hoy) y Hombre en llamas, aquella película con Denzel Washington y Dakota Fanning de la que toma casi calcada la conjunción de matón irredimible y niño en problemas que toca su corazón.

Lo mejor de todo es la confirmación de Alban Lenoir, gran representante por Francia en esto de las estrellas del cine de acción. Ojalá nos siga dando películas de este nivel.

Alias, de Alban Lenoir. 122 minutos. En Netflix.