Las plataformas de televisión a demanda parecían haber relegado la práctica del zapping al museo de actividades humanas en desuso, junto con batir manteca y escupirse en la cara. Sin embargo, el famoso algoritmo del que tanto hablan no tiene una efectividad muy alta, y periódicamente conviene zambullirse entre los catálogos de cada servicio, como esos niños que se zambullen en busca de perlas. Hay riesgo de ahogarse, pero también es posible encontrar tesoros.
Prime Video, perteneciente al primer sitio que se jactó de su algoritmo (Amazon), no es el mejor ejemplo de “Seguro esto te va a gustar”. Más bien se comporta como “Salieron estas cosas y otras más que ni me molesto en mostrarte”. De no haber sido por una zambullida puntual, quizás jamás me hubiera enterado de la existencia de una serie de misterio con muchísimo humor, ambientada en la isla de Tasmania y con una gran cantidad de mujeres muy graciosas al mando.
Deadloch es una de esas joyas que (todavía) no han entrado en la mayoría de los radares. Estrenada semanalmente, algo extraño pero siempre bien recibido en este mundo de “atracones”, estrenó su octavo y último episodio el 7 de julio, así que ya puede ingerirse de la forma que más quieran. Yo recomiendo uno o dos episodios por día, para que la experiencia no se agote tan rápido.
¿De qué se trata?
En un pequeño pueblito de la mencionada isla de Australia aparece un cadáver desnudo en la playa. Dulcie (Kate Box), jefa de la Policía local, se verá superada por la andanada de cadáveres masculinos que sucederán al primero y deberá unir esfuerzos con Eddie (Madeline Sami), una investigadora enviada por sus superiores para ponerles fin a los crímenes que tanto daño le hacen al turismo.
Si les recuerda a otras series similares de crímenes en pueblitos no es casualidad, pero el principal diferencial está en el humor. Kate McLennan y Kate McCartney, creadoras de la serie, la apodaron “una Broadchurch graciosa, pero sin la pedofilia”, ya que sigue siendo complejo hacer humor con ese tema.
La acción transcurre en un sitio aparentemente progre, en donde las parejas homosexuales tienen vidas tranquilas y las mujeres han logrado importantes posiciones de poder más allá de la jefa de Policía. Claro que los delitos reflotarán no sólo cadáveres (literalmente), sino también los sentimientos reaccionarios de quienes al final no estaban tan a gusto. También habrá tiempo para criticar la gentrificación, el robo de tierras a las poblaciones originales y la misoginia rampante.
Todo esto no se saldría de la norma si no fuera por el humor que las Kate le inyectaron a la serie, que es un montón. Empieza por la clásica pareja despareja que deben formar Dulcie y Eddie para resolver el misterio, pero se derrama (acá sí) a todos los rincones del pueblito. Destaco a los dos torpes ayudantes de la Policía, al maldito forense y a la hiperactiva novia de Dulcie, pero no hay integrante del elenco que desentone. Hay humor negro clásico, especialmente relacionado con tantas muertes, pero también humor de texto y de golpe y porrazo. Funciona y funciona bien.
Al tratarse de una narrativa detectivesca tendremos pistas falsas, sospechosos a descartar y obstáculos burocráticos, pero nada disminuye el ritmo de la historia de cara al final. Incluso la historia paralela de las jóvenes deportistas que buscan un futuro en la educación terciaria fluye bien hasta que (lógicamente) llega hasta el infinito y se toca con la historia principal.
Hay un solo detalle que deja a Deadloch en las puertas de la excelencia y es que no logra cerrar de la mejor manera. Los vericuetos finales tienen sentido, y hay suficiente acción como para mantenernos con interés frente al televisor, pero sobre los últimos dos episodios se estira un poco el verosímil de lo que una persona puede hacer en pos de seguir cometiendo crímenes. Si teníamos que reiniciar el cerebro un poquito para creer en la destreza de Hannibal Lecter, acá convendrá mantenerlo apagado unos minutos.
De todas formas, esta es una serie muy recomendable por varias razones. Primero, porque renuevan el panorama del noir sobre infiernos grandes en lugares chicos, agregando humor sin que el resultado final sea una parodia. Los valores de producción y las actuaciones son las adecuadas para que el guion llegue a buen puerto, aun con la moña de sobra al cierre. Y finalmente, porque no podemos esperar a que el algoritmo la muestre si está preocupado ofreciéndonos cosas que nos interesan muy poco.
Deadloch. Ocho episodios de una hora. En Prime Video.