¿Vieron esas intentonas del actor veterano de regresar a Hollywood volviendo a ponerse en la piel de uno de sus personajes más recordados, en las que todo termina oliendo a humedad y sentimos pena por la persona involucrada? Bueno, esta no es una de esas historias. Para empezar, porque Eddie Murphy se encuentra mejor que muchos de sus colegas. Después de un tiempo en el ostracismo, en 2019 volvió a encantar a crítica y público con el protagónico en Mi nombre es Dolemite, que le valió una nominación a los Globo de Oro. No son los mismos Globo de Oro de antes, pero de hecho ahora vota más gente.

Y si bien es cierto que en 2021 su intentona de volver a ponerse en la piel de uno de sus personajes recordados no fue tan exitosa con Un príncipe en Nueva York 2, la filmografía de este destacado actor y comediante le guardaba una segunda oportunidad, en la que supo cumplir con creces con las expectativas.

A comienzos de mes desembarcó en el catálogo de Netflix Un detective suelto en Hollywood: Axel F, la cuarta parte de una saga que pasó por los cines en 1984, 1987 y 1994. El título podía despertar sospechas, porque en lugar de llegar con un (apropiado) Un detective suelto en Hollywood 4 se apostaba al público que no tenía conocimiento de la saga. Por suerte las casi dos horas de aventura abrazan con fuerza el universo de las anteriores, con una aventura que pelea con la primera en eso de elegir la mejor de las cuatro. Si es que tuviéramos que hacerlo; e incluso en ese caso podríamos negarnos a elegir.

Para aquellos que no conozcan la historia, comenzaremos por el título original: Beverly Hills Cop, que no refiere tanto a la industria cinematográfica sino a una zona de casas de lujo y personas que pueden costearlas. Y Axel Foley, en su primera, segunda, tercera y cuarta aventura, es un policía de Detroit, ciudad que está en las antípodas en la imagen que refleja. Así que un detective urbano, eternamente vistiendo una campera de los Leones de Detroit, terminaba mezclándose con ricachones y también con gente honesta.

Pasaron 30 años desde su última incursión, pero no esperen a un Foley que camina lento o se siente “demasiado viejo para esta mierda”, como decía Roger Murtaugh en Arma mortal cuando estaba por cumplir 50. Murphy tiene 63, pero el guion y el manejo de cámaras se encargan de dejarlo bien parado en las escenas de acción, que en todas las entregas fueron mucho más de balaceras y persecuciones en auto que de coreografías mano a mano, por suerte.

Otra cosa que no ha cambiado es su habilidad de bocazas, cosa que mucho más público sabría si viera las películas de la saga Shrek en su idioma original, porque el neoyorquino que saltó a la fama gracias a Saturday Night Live es el burro que vuelve completamente loco al personaje epónimo.

Después de una escena de acción que comienza en un partido de hockey y tiene (por supuesto) disparos y persecuciones, suceden dos cosas fundamentales de esta gran historia: empiezan a desfilar los personajes viejos y Axel F se ve obligado a regresar a Beverly Hills. O a Hollywood.

Primero es Paul Reiser, como su amigo y superior Jeffrey Friedman. De inmediato aparece Judge Reinhold (cuya cara parece haber tomado la ruta de Mickey Rourke), quien, además de Murphy, es el único actor que apareció en todas las entregas. El Rosewood que interpreta está metido en problemas, pero también ¡ay! la hija de Axel, Jane (Taylour Page), que desde hace añares no se habla con su padre.

Volverá John Ashton en el papel de Taggart, y volverá Bronson Pinchot en el papel del extravagante (y muy de los 80) Serge. Pero también se sumará un veterano de 1.000 batallas frente a las cámaras, que se estrena en la saga pero no necesita presentación: Kevin Bacon. Aquí es un capitán que huele a corrupto, y en una película que no necesita grandes vueltas de tuerca para entretener, descubriremos a los pocos minutos que efectivamente lo es. Joseph Gordon-Levitt completa el elenco.

No estamos frente a un Logan, es decir, aquella aventura de Wolverine en la que, al mejor estilo de un wéstern, se disponía a sacar las garras por última vez. El tono de este film es un poco más serio que la tercera entrega, por ejemplo, que transcurría en un parque de diversiones, pero no se aleja de la mezcla de humor y acción del debut, que además era una mezcla que en aquella época se hacía bien y atraía a la audiencia.

Bacon es atrapante en cada una de sus escenas y cuesta pensar que aquel héroe americano haya envejecido con una hermosa cara de villano a la que solamente le puede ganar Robert Patrick (el de Terminator 2). Gordon-Levitt y Paige aportan el condimento romántico, mientras que Reinhold y Ashton aportan el condimento nostálgico. En el medio, lo mismo de siempre: bandas de maleantes relacionados con el narcotráfico, que se mueven en mansiones prontas para ser agujereadas a tiros.

Si necesitábamos más para disfrutar de la película, cada 14 segundos (más o menos) suena alguna variante de “Axel F”, el tema instrumental que conocimos en la primera y que volvió a principios de siglo gracias a una ranita que andaba en una moto invisible con el pirulo al aire. Juro que no lo estoy inventando.

Más allá de que Netflix no da cifras de taquilla, a la película debería irle bien y Eddie Murphy ya tiene ideas para una quinta entrega. En caso contrario, la que tendrá una quinta entrega en 2026 será Shrek, y ahí el Burro seguramente volverá a hacer de las suyas.

Un detective suelto en Hollywood: Axel F. 118 minutos. En Netflix.