Sebastián Serantes debuta en el monólogo con una obra de Sergio Blanco. Tenía a Tráfico entre ceja y ceja desde que el dramaturgo uruguayo la creó para el actor colombiano Wilderman García y la estrenó en el teatro La Maldita Vanidad, de Bogotá, en 2018. Serantes, que protagonizó Tierra, la pieza que Blanco presentó en 2024 en Montevideo, se rodeó de colegas que también fueron parte de otras puestas en escena del director, como Cuando pases sobre mi tumba, para darle forma propia a Tráfico.

La historia de Alex, un trabajador sexual empujado al sicariato, es una tragedia contemporánea que puede registrarse en la periferia de cualquier ciudad. La prostitución es un tópico recurrente en el autor de Ostia y Kassandra, así como la conciencia de cuánto puede un cuerpo, qué bordes finos tienen la existencia y la identidad.

Para Felipe Ipar, convocado a dirigir esta pieza “polémica y oscura” y claramente para mayores de 18, otra clave es la masculinidad. De hecho, el equipo dedicó el inicio del proceso a estudiar Tebasland, la más arquetípica de las obras del dramaturgo uruguayo radicado en Francia. “Este personaje no mata a su padre, pero lo desprecia y creo que hay algo ahí de la violencia de la masculinidad, que está generación tras generación, que está en ambas obras”, dice Ipar. “En un momento yo empecé a entender que el sentido de esta obra para mí era hacer una observación de la masculinidad desde la masculinidad, de la cual no escapamos”, subraya. “La fortuna que tenemos hoy es que, con todos los movimientos de conciencia que se han generado, los hombres empezamos a observarnos un poco más”.

A sus 35 años, Ipar entiende que “el teatro es un poco esa posibilidad de generar un espejo del mundo, no pintarlo como un mundo de colores, ni tampoco como un mundo que es absolutamente hostil”, aunque Tráfico sea un ejemplo extremo y cercano. “Es como esto que dice la sociología, que somos productores y reproductores de esa violencia. Encuentro eso en el personaje de Alex, una persona que tiene una historia familiar súper fuerte, un amor por su madre impresionante, pero un padre que le pega a su madre, que se violenta, y él va a reproducir eso, inevitablemente. Es medio Breaking Bad: cuando empieza a hacer las cosas mal, le empieza a ir mejor en el sistema. Obviamente, en un momento lo único que les queda es la autodestrucción, después que ya destruyeron todo a su alrededor, ¿no?”.

Foto: Pablo Chimuris, difusión.

Foto: Pablo Chimuris, difusión.

Ipar se concentra en desarrollar el montaje “siempre desde la obra y desde el cuerpo del actor”, y con todos los rubros participando desde el comienzo para llegar a una síntesis, en este caso necesariamente agresiva. A medida que profundizaron en el texto, fueron hallando gestos y afirmaciones características que no saltaban en una primera lectura, en mayo pasado, como la misoginia de herencia tanguera de Alex: “Es un personaje que, salvo a su madre y a la Virgen, que lleva consigo en todo momento, tiene un desprecio por la mujer”. Así que el dos por cuatro es el colchón sonoro de las escenas más crudas, y es el propio personaje quien previene al público. Esa dimensión del relato, tan idiosincrática en la obra de Blanco, vuelve a cumplirse, pero a diferencia de sus mentadas autoficciones, en esta él ocupa un rol lateral, como El Francés, un personaje cruel que enamora a Alex y lo manipula.

Sobre el contexto social, el director sabe que “la verdad es que lamentablemente ahora se está haciendo un tema muy contemporáneo en Uruguay”. Pero el retrato del protagonista es complejo, al punto de que “él desprecia tener clientes mujeres, dice que es muy aburrido, que con los hombres es un vínculo más directo, que las mujeres quieren que las escuches, que las abraces y él detesta todo eso. Dice que los besos son sólo para la Jenny, que es su novia”.

Poética propia

Con Sergio Blanco hablaron sobre “cuál era el lugar de enunciación”, cuenta Ipar, y para la puesta local definieron que querían contar la historia apoyados en tres dispositivos: una parada hecha de policarbonato, metáfora de ruta y de lugar de espera, y una jirafa, un tipo de micrófono que casi nunca falta en los espectáculos de Blanco, pero que aquí tendrá un uso distinto.

Ipar siente que llegan con una solidez inusual al estreno. Viene de hacer Aguaviva, otro monólogo, en ese caso con una sensibilidad muy femenina, en el que Camila Parard completó una búsqueda de tres años en base al libro homónimo de Clarice Lispector y del barroco y ruidoso Esta gaviota no es de Chéjov. Obligado a definir su impronta como director, habla de un trabajo sobre la integralidad de los espectáculos, la conexión de todo lo que aparece y, muchas veces, el mestizaje entre lo europeo y lo rioplatense.

El director reconoce que está tan tranquilo como ansioso, en el buen sentido, por querer compartir este resultado: “Lo que pasa es que yo tengo muchos montajes que son de investigación; en realidad, este es el décimo, pero es el quinto que comparto con el público. Y en los últimos años, que me ha tocado empezar a trabajar en cine también con actores, mi investigación empezó a virar hacia otro lado. Entonces creo que Tráfico es un momento nuevo o un cierre de algo; no me termino de dar cuenta exactamente. Siento que, a nivel de poética de actuación y de montaje, es algo que estaba esperando hace mucho”.

Foto: Pablo Chimuris, difusión.

Foto: Pablo Chimuris, difusión.

Multitarea

Gracias a su formación audiovisual y a un vínculo potente con escuelas, salas, productoras y colegas porteños, Ipar se encargó recientemente de hacer un coaching actoral para la serie Cromañón, que se rodó en barrios de Montevideo como La Aguada, Maroñas y Euskal Erría. Fueron tres meses “mortales”, intensos, en los que estuvo a cargo de doce actores, dos unidades en las que predominaban los jóvenes, pero donde se codeaba con figuras como Soledad Villamil y Luis Machín. “Aprendés mucho a ver actuar, ver los procedimientos que tienen esos actores con tanta trayectoria, cómo se preparan en set”, asegura.

Se siente cómodo atrás y adelante de la pantalla; viene de participar en un corto que se vio en el Festival Internacional de José Ignacio y espera el estreno de una película de la realizadora argentina Milagros Mumenthaler. ¿Pero no le dan ganas de volver a las tablas? Hace tiempo que tiene un monólogo suyo entre manos, y no se decide. Cuando lo haga, sepa que va a ser muy selectivo: “Lo leo y lo releo y digo: '¿Pero quién más lo va a actuar?'. Lo tengo que hacer yo y que alguien me dirija. El problema cuando empezás a dirigir es que te empiezan a llamar poco para actuar”.

Tráfico. Desde el jueves 30 al 6 de febrero a las 21.00 en la sala Hugo Balzo del Auditorio del Sodre. Entradas $ 650 en Tickantel y boletería. Apta para mayores de 18 años.


Visita argentina

Renata Moreno se encuentra en plena gira por Uruguay, brindando talleres y haciendo funciones de su espectáculo Partida, que escribió e interpreta bajo la dirección de Gonzalo San Millán. En El Galpón ofrecerá dos funciones este jueves y viernes a las 21.30. Se trata de una pieza de corte documental, una investigación sobre los errores que aparecen en la partida de nacimiento real de la intérprete. La obra fue ganadora de la Bienal de Arte Joven Buenos Aires en 2022 y de la Bienal de Arte Joven de Santa Fe en 2018.