En esas conversaciones sobre el humor que no suelen llegar a nada (pero que son interesantísimas) el ejemplo número uno de situación reidera suele ser la persona que se tropieza con una cáscara de banana, más allá de las pocas veces que este hecho se ha registrado en el mundo real. La charla seguramente pase por frases más o menos hechas como que “el humor es sorpresa” o “el humor es poner algo donde no debería estar”. Ahora, por más graciosa que sea la imagen de la persona tropezando (tranquilos, no se hizo daño), ¿qué pasa cuando la ves tropezar de nuevo?

La pregunta viene a cuento de La vida según Philomena Cunk, el largometraje que Netflix sumó a su catálogo hace muy pocos días. Y es que esta producción de la BBC protagonizada por Diane Morgan en el papel de la señora Cunk es la continuación prácticamente directa de La Tierra según Philomena Cunk, la serie estrenada hace dos años en esa misma plataforma.

El “chiste” es el mismo: esta conductora de documentales nos llevará a través de un tema y conversará con expertos en la materia con una ignorancia y una confianza dignas del hombre promedio en Twitter. Los académicos y notables que escuchan cada una de sus preguntas u opiniones disparatadas responden con un aplomo que, por más que se saben parte del chiste, es mayor que el de la mayoría de los actores de Saturday Night Live, siempre a un milisegundo de estallar en la carcajada.

La vida según Philomena Cunk (Cunk on Life) es, hablando pronto y mal, más de lo mismo. Eso significa que no sorprenderá, pero de todos modos sigue haciéndonos reír. Y, vale la aclaración, continúa las andanzas de un personaje que tiene más de diez años y que fue creado por Charlie Brooker, el mismo de Black Mirror. Si la mencionada serie antológica es una crítica a la realidad parada cinco minutos en el futuro, esta es una crítica a la realidad parándose... ¿qué hora es? Bueno, a esa hora.

El personaje de Philomena Cunk, capaz de decir el disparate más grande con tanto o más aplomo que el de sus entrevistados, comenzó en segmentos, pasó a especiales, un libro y una primera serie estrenada en 2018. Todo esto todavía no se consigue por estos lares (el libro me lo pedí cuando llegó la serie anterior a Netflix y descubrí que la voz de Morgan es fundamental para el chiste, porque los pensamientos de Cunk leídos no tienen la misma efectividad).

Podría funcionar con un presupuesto moderado, pero tanto la serie como esta película buscan parodiar el formato de los documentales de la BBC y para eso se precisa una producción importante, que afortunadamente la tiene. La propia Cunk menciona (y se burla) de la forma en que aparece caminando (y tropezando) en los lugares más disímiles del planeta, como la ciudad de Las Vegas y el Gran Colisionador de Hadrones.

Con respecto a este recorrido por parte de la historia de la humanidad, esta vez comenzará con la Creación, lo que le permitirá bromear con la Capilla Sixtina, los Diez Mandamientos y ese “narcisista tóxico” (sus palabras, no las mías) llamado Dios. Pasará por la reproducción, algo de lo que ella demostrará saber incluso menos que de física cuántica, un poco de filosofía y hasta de arte. Porque cuando se popularizó eso de que Dios había muerto hubo que ir a buscarle sentido a la vida en otros campamentos.

Si ya conocés al personaje, vas a ver la cáscara de banana antes de que la persona se tropiece, pero no vas a dejar de reírte. El humor llegará con una gran variedad de recursos, incluyendo actuaciones y un famoso himno techno belga. Es posible que canse (o que se pierda en la traducción) la repetición del chiste our souls = arseholes, pero se compensa con la sarta de insultos a Van Gogh, la angustia del microfonista o la sutil referencia a Streamberry, el Netflix que existe dentro del universo de Black Mirror.

La vida según Philomena Cunk, con Diane Morgan. 71 minutos. En Netflix.