Una de las novedades de la Feria Internacional del Libro fue La muerte del personaje, de Enzo Vogrincic, el actor uruguayo que saltó a la fama global luego de su interpretación de Numa Turcatti en la película La sociedad de la nieve. El artista habló de estos asuntos en su visita a la diaria Radio el viernes.

La muerte del actor no es un título azaroso, aclaró. “Hay un juego permanente que me gusta y es cómo acompañar a un personaje hasta morir, el vínculo con la muerte de una persona real que te toca interpretar, cómo muere una especie de Enzo que yo conocía, y que para mí no muere, pero hay algo ahí de cambiar de repente, de un día para el otro. Y esa versión que se arma de uno, que es ficticia, que es absolutamente hecha en base a recortes y lo que puedas encontrar de esa persona en redes, mezclado con el personaje y con las características del personaje, que se las asocian al actor”, afirmó Vogrincic.

“Hay una mezcla que se confunde mucho en la gente cuando te conoce, que crean un nuevo personaje que no lo invento yo, sino que sale solo”, explicó.

“En el libro también me uso a mí mismo, pero en realidad es como hablar de un personaje: cuento parte de su historia, de dónde viene, cuál es su origen. Ahora que lo conocemos podemos entender cómo transcurre, cómo hace todo ese viaje hasta esa película delirante y cómo viaja hasta los premios Óscar. Todos esos mundos absurdos, viniendo de donde viene, viviendo lo que vivió y haciendo lo que hace por los motivos que lo hace, es lo que me parece valioso de ese libro”, puntualizó.

La escritura del libro permitiría darle un cierre a ese proceso: “Es un intento de dejar a un lado esa construcción que se hace de uno, dejarla enterrada y poder resurgir con otro proyecto, con otras personas, con otra cosa”.

El actor también contó acerca del trabajo de escritura junto al actor y dramaturgo Felipe Ipar, que este año dirigió una obra de Sergio Blanco. “Fue un libro hecho de conversaciones con Felipe, que es un amigo de hace muchos años. Lo necesitaba a él para escribir porque el diálogo que tenemos siempre es muy enriquecedor. Abrimos la conversación a preguntas y así podemos estar horas, perdiendo el hilo, recuperándolo y volviendo a los temas. Felipe me conoce mucho, y escribir es un acto que requiere de mucho tiempo y mucha dedicación, y yo solo muchas veces no puedo con esas cosas”.

Como parte del proceso creativo ambos realizaron un viaje. “Nos fuimos doce días a Bariloche a encerrarnos en una casa entre las montañas a empezar a escribir. Lo que hicimos fue conversar, conversar y conversar, se escribieron 120 páginas de un recorrido y una estructura de libro para saber por qué pasos pasar, y empezamos a organizar el trabajo. Yo nunca había escrito un libro, entonces parte del chiste es el propio proceso de aprendizaje a escribirlo, que está incluido”, contó Vogrincic. Fueron en una fecha en la que no suele nevar, pero terminó cayendo una nevada histórica. “Había algo de la nieve que se hizo tan presente, que nos empezó a perseguir en esto que veníamos a contar”, recordó el actor.

En el libro contrastan sus orígenes humildes con la fama que lo llevaría hasta la Meca del cine. “Yo fui a los Oscar y mi mirada estaba en correr la cortina y darme cuenta que es un shopping. En mirar abajo del asiento y agarrar una cajita de cartón con unos pretzels y comida, que la come todo el mundo con la ropa espectacular en los cortes. Mi mirada estaba en todo eso que no se ve, y era muy divertido de ver”, contó.

El impacto de la fama también estuvo en la conversación. “A mis amigos los tengo muy cerca. Mis amigos de la infancia, mis amigos de la adolescencia, mis amigos de la EMAD, y esos siempre te conectan a la tierra. Hay algo de ‘esto por suerte me pasó de grande’. A veces pienso qué hubiera pasado si me hubiera pasado de más chico, pero con 30 años hay una parte de uno que ya se conoce”, reflexionó.

Tratar con ciertos temores es parte de la ecuación, según el actor: “Miedo a perder la intimidad, miedo a perder esa paz que uno no sabe que la tiene cuando no te conoce nadie. Uno no sabe qué valor tiene eso hasta que de repente eso se desvanece y perdés el control. Vas a comer a cualquier lugar y está la mirada cuando entrás. Esa sensación que no es nada, y que al final, de última, los acercamientos son de cariño, igualmente es una presencia que uno no tiene en la vida normalmente. No convive con eso. Pero, cuando empezás a convivir con eso, te gasta una energía, se te prende un radar y estás atento a todas las situaciones, y percibís el cambio y percibís el que se va a acercar, percibís todo. Entonces, ese pequeño cambio es acostumbrarse nada más, pero es lindo también ese vínculo. Pasan cosas muy locas”.