Eli Aurora Garrone viene con un bagaje en rubros técnicos y en el montaje de performances. El jueves estrena Transfábulas, un espectáculo creado, dirigido e interpretado por travestis trans. Garrone opta por el doble término, como conceptos linderos que se nutren mutuamente. “Uno solo, sin el otro, va hacia un lugar y lo mismo a la inversa. Solamente travesti, sin el trans al lado, lleva al imaginario colectivo hacia un lugar. Lo mismo que si digo solamente trava. Y si digo solamente trans, por postura personal, siento que es reforzar una lectura muy europea de las identidades latinas. Entonces, suelo usar el compuesto travesti trans para amalgamar ambas”.

Saltando de los formatos experimentales a la sala teatral, Garrone y equipo se preparan para un total de 16 funciones, porque así lo pide el programa Fortalecimiento de las Artes, y después tendrán otras 12 funciones descentralizadas. Toda una vidriera en el Mes de la Diversidad.

“Nunca vi la posibilidad de la dirección más formal, más que nada por el sesgo que hay en nuestro país, donde la mayoría de las trayectorias de dirección están asociadas a trayectorias previas de actuación”, observa. “Hay, por suerte, fugas a ese estándar, por así decirlo, pero es verdad que hay muy pocos casos o experiencias aisladas de personas que dirijan más bien con formación en diseño escénico, como es mi caso”, agrega.

Esa diferencia permea su forma de plantarse frente a un montaje, atraviesa su abordaje de dirección. Garrone, de 26 años, se crio en Nueva Palmira: “Ni sabía que existía la carrera de diseño escénico cuando terminé el liceo”. A Montevideo se vino a estudiar Bellas Artes, y ya en el primer año, en la unidad de volumen en el espacio, se conjugaron sus intereses.

Sabe que no es lo mismo el desarrollo de un artista unilateralmente, en un taller, en su casa, más aislado, que el vínculo y la potencia de las artes escénicas, que construye en red: “En un entorno, en una grupalidad, la obra trasciende tu vínculo directo”, afirma, en el sentido de que es el vehículo de una historia. “También tiene el margen del tiempo, después puede quedar guardada tu escenografía o tu vestuario, pero en sí dura distinto en la relación que tiene quizás una pintura longeva”, dice Garrone.

En cuanto a soportes, cuenta que experimentó con materiales resistentes, como el portland, en una residencia intensiva en la Fundación Atchugarry, y que también probó con madera y con otros más maleables, como la pasta de alfarero, la porcelana y la cerámica. Una disciplina impregnó siempre a la otra en el caso de Garrone, que cursó además la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático, donde se especializó en vestuario y en escenografía, y estudió dramaturgia con Luciana Lagisquet. Cuando se mudó a la capital aprovechó para descubrir la estética drag y el travestismo. Al probar indumentaria para ella misma, con materiales de desecho, en una ocasión confeccionó un vestuario con paraguas desperdiciados.

Para seguir con pistas claras de su estilo, dice que “nunca perdió la médula, lo pomposo” de lo drag, y que su búsqueda estética no es neta, sino que resuena en la materia. “O sea, lo digital lo uso como un recurso para diseñar, pero no es mi lenguaje, ya sea sonido, luces, visuales. Prefiero pintarte un telón que hacer un mapping digital”, asegura, pese a su edad.

A través de cuadros cortos, muy visuales, para Transfábulas se apoyó en el trabajo “transdisciplinar, en el que las fronteras de las disciplinas se borraron bastante”. Desde la propia escritura, por deformación profesional, surgen las imágenes. “Una gata se encuentra sola en un tejado siguiendo el rastro de los pelos de su amiga para decirle una fuerte verdad; una sirena se presenta por primera vez en un teatro y cumple su sueño”.

Las fábulas suelen funcionar como una herramienta educativa. A Garrone le funcionaba el prefijo trans para dejar claro desde el título la singularidad del espectáculo. En cuanto a las fábulas, no respeta 100% las reglas, ni se lo propuso. Transita “el recurso de lo fantástico usado como motor para enunciar y permitir inverosímiles a la realidad humana, pero cargadas de una humanidad”. Entonces, en ese híbrido los cuadros van mostrando, dice, una bajada concreta. “Acá la moraleja es clara: básicamente es ‘existimos y podemos imaginar diversas existencias’ que se relacionan directamente o que tienen consecuencias directas en cómo se vive a través de esa autoinvención, por decirlo de una forma.

La parte más pedagógica, que terminó quedando del formato fábula, consiste en acercar a la población relatos propios de la vivencia travesti trans, y hace preguntas más que dejar un mensaje específico. De todos modos, la pregunta induce a una reflexión y, en ese sentido, la obra tiene una carga política bien específica, pero muy plantada desde que no estamos buscando producir una empatía aristotélica, un fenómeno de catarsis. Si se quiere, una cosa un poquito más brechtiana en cuanto a permitir un distanciamiento estético y para que desde esa distancia la crudeza de la interpelación directa te llegue distinto que si fuera meramente a través del motor de la empatía emotiva”.

Sobre la frecuencia con que los personajes trans aparecieron en escena en las últimas temporadas, Garrone tiene una mirada personal: “Creo que es bastante intrínseco a las artes escénicas contemporáneas”, comienza. “En nuestro territorio son distintos los antecedentes; más lejos, Argentina o Brasil ya se han dotado de otras diversidades. Nuestro territorio está más atravesado porque es una temática que ha sido representada, pero pocas o nulas veces son personas trans las que las representan. No juzgo ese fenómeno, porque entiendo que la ficción lo permite, pero sí entiendo la potencia de la política en la coyuntura contemporánea, en este momento histórico, en el que los espacios sean ocupados también por las personas que habitan las realidades que son representadas”.

Sin olvidar papeles como el de Kassandra o participaciones en obras como El alto de Darwin, La trágica agonía de un pájaro azul y, por supuesto, un ejemplo de teatro documento como fue Naturaleza trans, Garrone hace una salvedad: son el primer equipo íntegramente travesti trans y fueron en busca de sus propios códigos escénicos.

Cuando se le pregunta cómo armó el equipo, Garrone responde que con una de las integrantes ya eran amigas de toda la vida y a otras las conoció en proyectos anteriores, como la intervención de Colectivo Boicot por los 300 años de Montevideo, a otra la seguía en redes o se la presentaron. No todas integran el mundo de la performance, vienen de distintos lugares, incluso hay una saxofonista en la que la directora vio potencial actoral. Eva García, Gaia Marichal, Sebastián Alexander, Lucía Senra, Eva García, Brava Caballero, Maja Cabrera y Gaia Marichal/La Mixtura componen el elenco.

Transfábulas. En el teatro Stella D’Italia (Mercedes y Tristán Narvaja). Jueves y viernes de octubre a las 21.00 (excepto el 16/10). Domingos de noviembre a las 20.00. Entradas $ 660 en Redtickets. 2 x1 para la diaria.