La “frialdad” de la campaña tiene que ver con que “hay ambiente de continuidad” y la continuidad “no se milita, es una adhesión”, razonó el candidato nacionalista, Álvaro Delgado, en la noche del jueves, durante la cena anual del Centro de Estudios para el Desarrollo. Delgado, que se presenta como el candidato de la continuidad, también analizó que, si se compara con la de 2019, esta es una “campaña diferente”, con “menos debates de ideas”, algo que atribuyó a la “imposibilidad” de contar con los candidatos en instancias de debates, en una clara alusión a la decisión del candidato frenteamplista, Yamandú Orsi, de no participar en debates en los que haya mayoría de candidatos de la coalición.

¿Es efectivamente una campaña fría la que estamos presenciando? ¿A qué se puede atribuir? ¿Y qué se puede esperar de las últimas dos semanas hasta la primera vuelta? la diaria conversó con las politólogas Marcela Schenck y Camila Zeballos en torno a estas interrogantes y sobre las estrategias que vienen desarrollando los candidatos a la presidencia, así como sobre sus aciertos y errores y las perspectivas en la recta final hacia la primera vuelta.

Para Zeballos, la explicación de Delgado no se condice con lo que vienen mostrando las encuestas de intención de voto desde las internas a esta parte, período en el que el Partido Nacional (PN) mostró un desempeño más magro en comparación con la primera mitad del año. En cambio, su apelación a una intención de “continuidad” en el electorado es “una retórica que ha desarrollado Delgado como para amortiguar su mala campaña, pero los datos no parecerían demostrar eso”, evaluó. En lo que sí coincidió Zeballos es en que estamos ante “una campaña extremadamente rara o atípica” en comparación a la de 2019, “sobre todo porque se perdió esta idea de ‘cambio’ que traía muy a cuestas [el actual presidente, Luis] Lacalle Pou, y esto me parece que también incide en la poca movilización o en la apatía o falta de amor que se ve”.

En cuanto a qué puede explicar esta desmovilización, la politóloga apuntó que se puede asociar a que “nosotros –Uruguay– ya somos una democracia muy consolidada, entonces ninguno de los dos partidos que tienen hoy en día las chances de ganar –es decir, el PN y el Frente Amplio (FA)– muestran cambios bruscos”, lo cual “también puede estar jugando para que la gente esté más aplacada”. Por otra parte, Zeballos remarcó que esta campaña se “está jugando en un lugar distinto, no tanto en la calle”, sino con una fuerte presencia en redes sociales “y muy segmentada por público; quizá nosotros no la vemos tanto porque no somos un público de interés, pero en otros lugares sí”, explicó.

En tanto, Schenck dijo que cabe preguntarse “qué tanto responde [la quietud de la campaña] a otros movimientos que estamos viendo más profundos, en torno a cómo se está considerando la democracia en América Latina”, un aspecto que se “ha medido en varias encuestas de la región” y que muestra “una cierta desilusión con relación al funcionamiento de la democracia y a sus instituciones más tradicionales”. Schenck señaló que “si bien Uruguay es bastante particular en este sentido, porque se destaca positivamente en relación con lo que ocurre en otros países de nuestra región, de todas formas son cosas que estamos viendo, sobre todo cuando hacemos los cortes por edades”, particularmente, entre los jóvenes, indicó. “Creo que puede estar por detrás un poco de desilusión, que estamos viendo ahora como desmovilización”, apuntó.

Si bien coincidió con Zeballos en que puede existir cierta tranquilidad en la población en cuanto a que las instituciones democráticas no están en juego en las próximas elecciones, advirtió que “a veces, justamente porque hacemos comparaciones y vemos la situación bastante singular de Uruguay, tendemos a minimizar algunas señales de alerta que estamos teniendo”, que se traducen en “problemas de distanciamiento entre la ciudadanía con las formas de representación e incluso con ideas como, por ejemplo, que el poder está capturado por élites”, expresó.

Campaña personalista

Los spots de campaña del candidato colorado, Andrés Ojeda, levantando pesas en el gimnasio o hablando sobre el horóscopo han sido tema de conversación en las últimas semanas por lo extravagante y disruptivo del tono al que está acostumbrada la política uruguaya; sin embargo, el abogado no es el único que ha apelado a su personalidad o a aspectos de la cotidianeidad para hacer campaña –aunque sí probablemente en mayor medida que el resto–. Recientemente, Delgado publicó un spot que protagoniza a medias con su esposa, quien relata aspectos de la vida política pero también familiar y personal del candidato.

Según Schenck, el tono más personalista de la campaña electoral no es algo nuevo en nuestro país, pero sí “se sigue profundizando”, consideró. “Estamos viendo elección a elección esta pérdida del elemento más colectivo, las colectividades partidarias, que movían más en otro momento. Ahora dependen más de las figuras, justamente de quienes están al frente, los candidatos”, analizó la politóloga.

Schenck explicó que esto se refleja sobre todo en el caso de Ojeda, que “hace específico énfasis en eso, en posicionarse desde un lugar desideologizado completamente, que forma parte de esa estrategia de campaña”, pero apuntó que no es el único caso. Incluso Orsi ha hecho “énfasis en algunas otras características que no tienen que ver estrictamente con factores ideológicos, sino con factores más personales o de valoración moral”, acotó.

Aunque estas estrategias pueden tener un resultado destacable respecto de la “visibilización o replicación”, en especial, en redes sociales, “todavía no sabemos cuánto rédito electoral puede tener”, señaló Schenck. “Obviamente, la visibilización es un elemento que está ayudando fuertemente a que se difunda un determinado mensaje y creo que en algunos casos más que otros el propio candidato es el mensaje que se quiere transmitir. Pero no podemos hacer una correlación directa entre la visibilidad y los votos”, enfatizó.

Aciertos y errores

Para Zeballos, Ojeda, como máximo exponente de esta estrategia personalista, “logra captar algo de la sensibilidad contemporánea: todo es la luna, todo es el horóscopo, todo es el gimnasio; toda esa vida ‘instagrameable’ él la capta, y por eso tiene una performance muy buena en redes sociales”, expuso. La politóloga indicó que esta estrategia está estrechamente ligada con la idea de lo “apolítico”, pero apuntó que, por el contrario, “obviamente hay una ideología política detrás de la postura de Ojeda”.

No obstante, Zeballos consideró que, en su afán de “estar todo el tiempo siendo noticia”, Ojeda “a veces hace una de más”. “No veo cuál sería el mérito, por ejemplo, de poner a [el expresidente Julio María] Sanguinetti a hacer un video [diciendo que es] de Capricornio o de tirarse al piso con un perro. Cuando hace esas cosas me parece que exige mucho y se caricaturiza a sí mismo”, analizó.

En cuanto al PN, Zeballos identificó “más errores que aciertos” en esta campaña: entre los primeros está la elección de la fórmula, afirmó. “La elección de [Valeria] Ripoll ya sabemos todas las complicaciones que tiene y que tuvo hacia adentro. Ahora, si vamos un paso o dos hacia atrás, la elección de Delgado también es un problema”, aseveró. La politóloga fundamentó esto en que “a los uruguayos, por lo general, no les gusta mucho que les designen desde arriba un candidato, y ser el delfín de Lacalle Pou me parece que lo está encorsetando demasiado”.

Luego, Zeballos identificó en Delgado “problemas en términos comunicacionales: le cuesta mucho salir de su argumento anti FA y cuando tiene que dar el paso a la cuestión más propositiva empieza a hacer un poco más de agua”, y esto “se está reflejando en los números”, aseguró.

“El FA sale muy bien de la noche del 30 de junio, fue muy celebrada esta imagen de unidad”, pero “a partir de ahí empieza un proceso de desaceleración del ritmo de crecimiento que había tenido”, señaló Zeballos, que adjudicó esto último a varias causas, entre ellas la “demora en la articulación de sus líneas programáticas” y una “desarticulación en la campaña”, al punto de que sus referentes han discutido públicamente si lo que presentaron “son líneas programáticas, si es un programa, si son líneas estratégicas”, ejemplificó.

Otro problema que identificó Zeballos en la campaña frenteamplista es que “se recostó demasiado en el desempeño de la fórmula y retrasó demasiado un activo sustantivo que tiene el FA, que es toda su estructura partidaria en el territorio”. En ese sentido, mencionó que “recién ahora se está empezando a movilizar, quizás con el ‘banderazo’ de hace algunos fines de semana y ahora con el puerta a puerta que van a lanzar este fin de semana”. A su entender, “desaprovechar esa estructura fue una jugada demasiado arriesgada, que podría estar explicando su estancamiento”.

Finalmente, la analista señaló que otra dificultad que enfrenta el FA en esta campaña es el plebiscito de la seguridad social, sobre el que la fuerza política resolvió otorgar libertad de acción a sus sectores. En este punto, llamó la atención sobre el ingreso de Lacalle Pou a la campaña, “justamente para poner esa brasa que al Frente le incomoda, porque tiene conflictos internos vinculados a eso”, durante sus presentaciones públicas. En esa línea, consideró que la estrategia de Lacalle Pou en el lapso que queda hasta la elección “va a ser esa: ir a buscarlos, instalarles el problema, insistir, darle la cadena al PIT-CNT, [pedirles] que decidan, que tomen postura”. “Me parece que por ahí también va a estar la estrategia del PN, apelando a la ascendencia de Lacalle Pou”, evaluó.

Estabilidad y perspectivas

Schenck, que integra la Usina de Percepción Ciudadana (UPC), analizó el desempeño de los principales partidos en los últimos meses y lo que se puede esperar de aquí al 27 de octubre. A propósito, la investigadora apuntó que se trata de una campaña “en términos de opinión pública, bastante estable”, con base en “por lo menos, las últimas cuatro mediciones” de la UPC. Schenck señaló que de estas se desprende que hay “un partido que está liderando, claramente, que es el FA, que siempre está por encima del 45%”, y que en la última medición se ubicó en 46%.

Por otra parte, dentro de la coalición “vemos que está el PN liderando, en esta última [medición] con un 24%, pero es un porcentaje que también es estable en el tiempo a partir del quiebre que son las internas, con pérdida de intención de voto con relación a antes de las internas”, señaló. En tanto, el Partido Colorado “ha venido creciendo en intención de voto desde principio del año hasta esta última medición y, coincidentemente con esa caída de intención de voto del PN, es el que empieza a repuntar”. Schenck recordó que en la última medición se ubicó en 13% y empezó con 7%, “o sea que prácticamente está duplicando lo que tenía al principio del año”.

Con este panorama, Schenck indicó que “obviamente la estabilidad no es la misma para un partido que lleva la delantera, con un 46% –al borde de la mayoría parlamentaria–, que para los partidos que están bastante por debajo”, lo que implica que el FA podría adoptar una estrategia más “conservadora” en lo que queda de la campaña, a diferencia “de los partidos que están bastante por debajo”, analizó.