Hace unos años llegué a ganar, en un torneo de fútbol del grupo de viaje de Ciencias Económicas, el premio revelación. Confieso que la distinción no se debió tanto a mi desempeño deportivo (que fue, debo decirlo también, muy bueno) como a la distancia con respecto a las expectativas que generaba mi aspecto desgarbado, mi llegada al campo de juego con camiseta Hering y championes Topper, mi escaso y torpe precalentamiento. El éxito no es más que la diferencia entre expectativas y realidad.
Algo de esto sucedió el domingo pasado. El Frente Amplio (FA) había sido el partido más votado, aumentado su caudal electoral (creciendo 5% del total de votos) y ganado la mayoría parlamentaria en el Senado; sin embargo, no se percibía un clima de éxito. Del otro lado, el Partido Nacional (PN) había perdido 2% del total de votos –la coalición multicolor, 6%–, se encaminaba a un balotaje más empinado que el de hace cinco años (que ganó por escaso margen), sin mayoría parlamentaria en ninguna cámara, y, sin embargo, subió triunfante al estrado. Algo vinculado con las expectativas operó detrás de las primeras reacciones, no tan acordes a los resultados obtenidos y su comparación con cinco años atrás.
Pasada una semana, con más serenidad, podemos sentarnos a ver los números. Si este balotaje se comporta como los anteriores, Yamandú Orsi será el próximo presidente de la República. Sin embargo –y aquí está el quid de la cuestión–, si el espíritu coalicionista ha madurado al punto de romper la regularidad histórica, Álvaro Delgado será presidente. Veamos estos escenarios desempolvando nuestra vieja y querida pecera.
La pecera
Hace exactamente cinco años, luego de que el FA sacara 39% de los votos –perforando el umbral de 40% que muchos suponían su piso mínimo–, escribíamos que estábamos frente la segunda vuelta más competitiva de la historia. El análisis se basaba en la exploración de los votos a partidos que no habían sido ni para el FA ni para el PN: la pecera. Efectivamente, la segunda vuelta fue ganada por Luis Lacalle Pou con 50,8% de los votos.
Repitamos ahora el ejercicio para ver qué nos sugiere la pecera de cara a la segunda vuelta. Para eso vamos a fijar primero tres supuestos: primero, todos los que votaron al FA votarán a Orsi; segundo, todos los que votaron al PN votarán a Delgado; tercero, todos los que votaron en blanco y anulado volverán a votar en blanco y anulado. Si bien puede haber pequeñas desviaciones, estos supuestos son bastante razonables y se corroboran con datos de encuestas o de estudios que utilizan regresiones ecológicas a partir de datos de circuitos en elecciones anteriores, y nos permiten avanzar.
En el gráfico 1 identificamos el tamaño de la pecera de cada una de las cuatro últimas elecciones. El domingo pasado, sobre el total de personas que votaron por algún lema, 46% votó al FA, 28% al PN y 26% quedó en la pecera, o sea que votó a otro partido. Por lo tanto, el PN arranca más atrás que en todos los anteriores balotajes, el FA mejor que en el anterior y peor que en 2009 y 2014, y la pecera es la segunda mayor de los últimos cuatro balotajes. Hay 600.000 personas que tendrán que elegir una fórmula presidencial de un partido diferente del que votaron en primera vuelta.
Miremos, en segundo lugar, la composición de las peceras. En el gráfico 2 aparece la apertura histórica para tres categorías (Partido Colorado –PC–, Cabildo Abierto –CA– y Otros), y un mayor detalle para la pecera actual (en donde la categoría Otros la abrí en Partido Independiente –PI–, Identidad Soberana –IS, el partido de Gustavo Salle– y el resto). En la pecera actual, dos tercios de los peces son colorados, y el tercio que queda se divide en partidos más chicos: 10% CA, 7% PI, 11% IS y 6% el resto de los partidos.
La capacidad de pesca
Los peces de la pecera pueden morder dos anzuelos diferentes: el de Orsi o el de Delgado. Pero también pueden tomar dos decisiones más: no morder ninguno votando blanco o anulado, o no ir a votar (en las elecciones suelen votar menos personas en noviembre que en octubre, no sé bien por qué...).
Los pescadores del FA, que fueron José Mujica, Tabaré Vázquez y Daniel Martínez, pescaron 20%, 25% y 29% de la pecera que les tocó en suerte en su momento. Enfrente tenían como pescadores adversarios a Luis Alberto Lacalle Herrera y dos veces a Luis Lacalle Pou, quienes pescaron 70%, 52% y 70%, respectivamente (gráfico 3).
¿Qué pasa si aplicamos las mismas tasas de pesca que en balotajes pasados para esta segunda vuelta? En los tres casos Orsi sería presidente, con 53%, 56% o 54%, dependiendo de si se usa las tasas de pesca de 2009, 2014 o 2019 (gráfico 4).
La tasa de pesca crítica
Un último ejercicio que podemos hacer es calcular cuál es la tasa de pesca que quiebra el resultado y hace que Delgado gane la presidencia de la República. En el gráfico 5 se muestran los resultados de balotaje para diferentes tasas de pesca del FA que van desde el 0% al 30% (asumo como supuesto simplificador que los que no votan a Orsi votan a Delgado, o sea que todos votan y no hay fuga hacia blancos y anulados).
El gráfico 5 muestra que Delgado podría ganar la presidencia de la República en escenarios en los que la tasa de pesca del FA sea menor a 15% (y, como contrapartida, la del PN sea mayor a 85%). Un escenario así sería diferente al de los anteriores balotajes, implicaría la tasa de pesca más alta de la historia del PN, y la más baja del FA.
La incógnita del espíritu coalicionista
Puesta la pecera sobre la mesa, mirada desde arriba, desde abajo y de perfil, se abre el momento de las especulaciones. Los valores de pesca históricos dejan a priori a Orsi como favorito de cara a noviembre. La historia da aliento al profesor de Historia.
Sin embargo, aparece frente a nosotros, evidente, la pregunta fundamental: ¿en estos cinco años de gobierno, la coalición multicolor ha logrado un sentimiento de unión, un “espíritu coalicionista” que trascienda a los partidos individuales y que tenga como impacto mayores tasas de pesca del candidato blanco? Porque si esto es así –y teniendo en cuenta que no es un supuesto descabellado–, podríamos enfrentarnos a tasas de pesca de la coalición multicolor más cercanas a 85% y, por lo tanto, estar nuevamente en la puerta de un balotaje muy parejo, como el que vivimos hace cinco años.
¿Cómo se comportarán los peces coalicionistas ante este escenario? ¿Cómo se comportarán los peces no coalicionistas, que representan un 17% de la pecera? ¿Orsi y Delgado son mejores o peores pescadores que sus predecesores? ¿Qué rol jugarán Carolina Cosse y Valeria Ripoll, las compañeras de pesca? ¿Qué rol jugará la militancia de cada partido en este mes final de campaña? ¿Podrá la militancia del FA –que tuvo gran movilización en noviembre de 2019– sumergirse en la pecera, combatir al espíritu coalicionista y colaborar en sacar los peces necesarios para que su partido gane la elección?
En definitiva, estas incógnitas serán reveladas el último domingo de noviembre, cuando las urnas nos digan finalmente quiénes serán el presidente y la vicepresidenta de Uruguay para los próximos cinco años.
Fernando Esponda es economista.