“La juventud de hoy ama el lujo. Es maleducada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros”. Sócrates, hace unos 2.500 años

“La juventud, que así significa en el alma de los individuos y la de las generaciones luz, amor, energía, existe y lo significa también en el proceso evolutivo de las sociedades. De los pueblos que sienten y consideran la vida como vosotros, serán siempre la fecundidad, la fuerza, el dominio del porvenir”. José Enrique Rodó, hace unos 120 años

En las campañas electorales hay una escena recurrente. El político, candidato a presidente o a algún otro cargo, se encuentra rodeado de jóvenes y les habla sobre temas “juveniles”: educación, medioambiente y cambio climático, igualdad de género, política de drogas, deporte... Siempre que veo algún formato de ese tipo me quedo pensando en qué hay de caricatura y qué hay de cierto en esa escena, en si hay temas y opiniones específicamente juveniles.

Persiguiendo esta interrogante seguí para este artículo un procedimiento metódico. Repasé más de un centenar de preguntas realizadas en los últimos dos años por dos encuestadoras: la Usina de Percepción Ciudadana y el Latinobarómetro (en la Usina “los jóvenes” serían el tramo entre 18 y 30 años; en el Latinobarómetro, entre 15 y 25 años). Para separar la paja del trigo tomé el siguiente criterio: sólo consideré que había una opinión “juvenil” si entre la opinión de los jóvenes y la población general había una diferencia mayor a 10%.

Ejemplifico: ante la pregunta “¿cuál es tu religión?” el 47% de la población responde “ninguna”, mientras que entre los jóvenes este valor asciende a 66%. Como la diferencia es mayor a 10%, entonces considero que hay algo particular, una opinión “juvenil” en este tema, así que anoto en una libretita: “los jóvenes son menos creyentes que el resto de la población”. Por otro lado, ante la opinión sobre la frase “los robots van a quitarme mi empleo de aquí a diez años o más” encontré que dentro de la población general un 52% está de acuerdo, mientras que en los jóvenes el acuerdo asciende a 54%. Sólo un 2% de diferencia, por lo tanto no anoto nada: los jóvenes piensan lo mismo que el resto, no hay una opinión “juvenil” en ese punto.

En lo que sigue comparto las conclusiones que fui sacando. Para evitar un informe infinito y atiborrado de números, opté por no poner ningún porcentaje ni gráfico. Simplemente dejo las afirmaciones cualitativas. Veamos, entonces, qué piensan los jóvenes.

Democracia y política

En Uruguay la dictadura terminó hace casi 40 años, lo que implica que todas las personas que en este artículo se consideran como “jóvenes” han vivido toda su vida en democracia. Quizás este hecho esté relacionado con que los jóvenes estén menos de acuerdo que la población general con la afirmación de que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno.

Los jóvenes también se encuentran menos interesados en la política; a diferencia de la población general, la palabra “política” les inspira más el sentimiento de “desconfianza” que el de “esperanza”. Es más difícil también encontrar jóvenes que respondan que tienen mucha confianza por el gobierno o por el presidente. No se encuentran tan partidizados, no se sienten tan cercanos a un partido político. También están más de acuerdo con la reelección presidencial que el resto de la población.

Este alejamiento no significa necesariamente ajenidad con respecto a la participación política en sentido amplio. Piensan que hay que votar, pero también hay que protestar. Están más dispuestos a asistir a manifestaciones y protestas (autorizadas o no autorizadas) que la población general. También muestran mayor disposición a protestar vía redes sociales.

Medios de información

Como se puede intuir, los medios por los que se informan los jóvenes son diferentes a los del resto de la población. A nivel general la televisión es el medio más importante, seguido por las redes sociales; en los jóvenes esto se invierte y las redes sociales superan a la televisión. Esta predominancia de las redes sociales quizás tenga relación con el menor apoyo de que goza entre los jóvenes la idea de que el periodismo es muy importante para la democracia (recordemos la prédica de Elon Musk, hombre más rico del mundo y dueño de X –ex Twitter–, y su visión del “periodismo ciudadano”).

Los jóvenes sienten más confianza en las redes sociales y además son más reticentes a pensar que las redes sociales empeoran la política. El porcentaje que piensa que las redes sociales representan bien lo que piensa el común de la gente es mayor entre los jóvenes que en la población general.

Como es de esperar, la relación con la tecnología es más fluida. Están más dispuestos a abrir archivos adjuntos o enlaces de correos electrónicos desconocidos y se sienten más seguros al hacer compras en línea utilizando tarjetas de crédito.

Género y diversidad

En el campo de opiniones relacionadas con el género aparecen bastantes diferencias. El nivel de acuerdo con la frase “se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad para las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres” es menor entre los jóvenes que en la población general. Algo similar ocurre ante la afirmación de que la Ley de Violencia Basada en Género es perjudicial para los hombres, que recoge menor apoyo entre los jóvenes. Ante el anuncio de que la Universidad de la República iba a permitir poner en sus diplomas “licenciade” en lugar de “licenciada” o “licenciado”, los jóvenes manifestaron estar más de acuerdo que la población general.

La idea de que “es mejor que la mujer se concentre en el hogar y el hombre en el trabajo” tiene menores niveles de acuerdo entre los jóvenes, así como la idea de que “los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres”.

Cuando se pregunta qué prefieren entre una sociedad que defienda las costumbres y una que esté abierta a la diversidad de todo tipo de costumbres, los jóvenes aparecen más abiertos a la diversidad, inclinándose más por la segunda que la población general. En relación con la inmigración, muestran mayores niveles de acuerdo con la idea de que los inmigrantes deberían tener el mismo acceso a la salud, la educación y la vivienda que los ciudadanos de Uruguay.

Con respecto a la diversidad sexual, están en mayor medida de acuerdo con el matrimonio entre personas del mismo sexo, y también con que este tipo de parejas adopten niños.

Economía

Uruguay hace años que arrastra serios problemas de desempleo juvenil: mientras que el desempleo a nivel general se encuentra por debajo del 10%, en el caso de los menores de 25 años asciende a 25% y es el mayor índice de desempleo juvenil de la región. También sufren los jóvenes mayores niveles de pobreza que el promedio de la población. Sin embargo, no encontré grandes diferencias en la opinión ante preguntas genéricas sobre la situación económica o el funcionamiento de la economía.

Sí encontré diferencias ante preguntas puntuales. Por ejemplo, los jóvenes piensan en mayor medida que la población general que la distribución del ingreso es justa. Con respecto a los impuestos, tienen mayor propensión a responder que el nivel de impuestos es “altísimo”, y la evasión de impuestos les parece una actitud justificable en mayor medida que a la población general.

Ante la pregunta de “qué tan satisfecho estás con tu vida”, la proporción de jóvenes que declaran sentirse “muy satisfechos” es menor que la de la población general. Algo similar sucede con la opinión sobre la situación económica del hogar. Con respecto a la emigración, ante la pregunta de si ellos o su familia han pensado irse a vivir a otro país, los jóvenes responden afirmativamente en mayor medida que el resto de los uruguayos.

Seguridad, educación y medioambiente

En cuanto a la seguridad, no encontré diferencias importantes ante la pregunta de si han sido víctimas de delitos en los últimos 12 meses o con respecto a la percepción de inseguridad en el país. Coinciden con el resto de la población en destacar la seguridad como el principal problema del país.

Encontré un punto de diferencia en el ámbito del acoso callejero: los jóvenes manifiestan haber atravesado una situación de acoso callejero en mayor medida y, por lo tanto, están más preocupados que la población general en ser víctimas de acoso callejero. Con respecto al accionar de la Policía, la idea de que las situaciones de abuso policial han disminuido es menor entre los jóvenes.

En la órbita educativa, el nivel de acuerdo ante la afirmación “la educación está en crisis” también varía según la edad. El acuerdo con esta idea es mayor entre los jóvenes que en la población general.

Alguna vez escuché que los jóvenes europeos tenían una gran preocupación por el cambio climático, mayor que los europeos más añosos. En el caso de Uruguay no visualicé un vínculo fuerte entre la temática y la juventud. No encontré diferencias importantes en cuanto a la preocupación o el interés sobre el medioambiente entre los jóvenes y el resto de los uruguayos. Tampoco sobre la importancia del tema o sobre el impacto del medioambiente en la vida cotidiana, o sobre la perspectiva de la situación a futuro.

Temas juveniles, temas universales

Hace un mes, las juventudes político-partidarias de Uruguay, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, presentaron en el Palacio Legislativo, frente a los candidatos presidenciales de todos los partidos, un documento de acuerdos temáticos. Los puntos de acuerdo del documento son debate político responsable, desarrollo humano (empleo, educación, salud, pobreza), seguridad ciudadana, financiamiento de los partidos y participación juvenil. Salvo el último punto –que es una reivindicación juvenil– y algunos énfasis en perspectivas diferentes –contra el paradigma prohibicionista de las drogas, por ejemplo–, los demás puntos de acuerdo son en esencia temas que tienen relevancia para la totalidad de la población, más allá de su edad.

Observados de diversas formas, a veces depositarios de culpa, otras de esperanza, entre la furibunda acusación de Sócrates y el edulcorado romanticismo de Rodó, dentro de un mes medio millón de jóvenes concurrirán a los cuartos secretos para meter en un sobre y en una urna sus opiniones y sus anhelos, sus preocupaciones y sus esperanzas. Hijos de su sociedad, comparten el mismo país y los mismos temas que sus conciudadanos, en algunos casos con opiniones generacionalmente particulares, y en otros acompañando las tendencias generales de la opinión pública.

Fernando Esponda es economista.