La buena salud del sistema político reside en la cantidad de comentarios soeces que se escuchan, sin los cuales el desinterés de la población por los asuntos públicos sería menor aún de lo que ya es. En ese sentido, 2025 fue un año rico en insultos, salidas de tono y sincericidios. Un año del carajo, como quien dice.
» En medio de una reunión con su equipo de trabajo, la entonces directora de Desarrollo Social de la Intendencia de Salto, María Eugenia Taruselli, confesó: “No me gusta Desarrollo Social, se me cae un huevo con Desarrollo Social, me embola. Me importa un puto huevo el sueldo que me pagan; esa es la puta verdad, porque yo no vivo de esto”. Quien claramente apreciaba bastante más ese cargo era el integrante del equipo que decidió grabar y divulgar el audio mientras se relamía ante la posibilidad de transformarse en el nuevo director de Desarrollo Social.
» Durante el programa de streaming Hacemos lo que podemos, Humberto de Vargas empezó a increpar a los gritos al sindicalista de la Federación de Funcionarios de OSE Gustavo Ricci, a quien trató de “pelotudo”, entre piropos similares. Sin largar el mate y a los gritos, De Vargas se puso a preguntar dónde trabajan Ricci, Fernando Pereira, Marcelo Abdala y el Fogata Bermúdez. En respuesta, el sindicalista lo acusó de hacer “preguntas pelotudas y de cagón”. Ahí De Vargas se puso malo como una araña y redobló su apuesta: “Opa... opa... guarda... guarda... Te voy a decir algo, ¿eh? Guarda que soy de barrio. Me decís dos veces ‘cagón’ y te cazo del cogote”. Ya fuera de sí, dejó el mate, se sacó los lentes y arrancó decidido a cazar del pescuezo a Ricci mientras le decía: “Enseguida te muestro que no soy cagón”. Acto seguido, se trenzaron, pero justo en ese momento alguien con gran sentido de la decencia pero poco instinto televisivo decidió cortar la transmisión.
» Finalizaba una actividad del Ministerio de Salud Pública y el presentador del evento abrió la rueda de preguntas para la prensa, no sin antes aclarar que “por una cuestión de tiempo, las intervenciones o comentarios no serán más de ocho”. La primera frase que le vino a la cabeza al subsecretario de Salud Pública, Leonel Briozzo, fue la popular “ocho, el culo te abrocho”. El problema es que no sólo le vino a la cabeza, sino que la dijo. Tras el hecho, el ministerio estableció un protocolo para que los presentadores de las actividades en las que participe Briozzo eviten decir palabras tales como rendija”, Marcelo o Raúl.
» Durante la interpelación al ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Alfredo Fratti, el senador frenteamplista Nicolás Viera acusó a Sebastián da Silva de ir “micrófono por micrófono recomendándoles a los uruguayos que es un excelente negocio invertir en Conexión Ganadera”. Da Silva le contestó “no me agravie de esa forma”, mientras lo señalaba con el dedo. “Ese dedo a mí no me lo pone”, replicó Viera, y lo trató de “atrevido”. Fue ahí que Da Silva se despachó con el más clásico de los vituperios homofóbicos. La sesión se suspendió, pero el conventillo político continuó en los medios y en las redes hasta que Da Silva llamó por teléfono a Radio Universal durante una entrevista de Victoria Rodríguez al legislador coloniense y le pidió disculpas públicas. Irónicamente, el cierre de un episodio que había comenzado con un exabrupto se dio en la radio de Alberto Kesman.
» En un acto partidario en Cerro Largo, el ministro Alfredo Fratti cuestionó la oposición del Partido Nacional al proyecto de ley que buscaba aprobar el ingreso por concurso o por sorteo a todas las intendencias del país. En un pasaje de su oratoria, dijo enérgicamente: “No puede ser que mis hijos, mis nietos, los hijos y los nietos de ustedes tengan que ser amigos del intendente pa trabajar”, y acto seguido espetó: “¡Que se vayan a cagar, se terminó!”. Los dichos de Fratti les dolieron a varios dirigentes blancos mucho más que no poder seguir colocando a dedo a sus sobrinos, cuñadas, hermanos, tías abuelas y primos. Le pidieron a Fratti que se retractara, pero él replicó que lo habían mandado a cagar un montón de veces y que no le parecía que fuera para tanto.
» En una confusa sesión de la Junta Departamental de Canelones, los ediles canarios se aprontaban a votar algo que nadie supo muy bien qué era, porque justo esa parte no trascendió. Cuando la vicepresidenta del organismo, Marisol D’Albora, consultó “¿por la afirmativa?”, los ediles de la oposición levantaron la mano. Un edil frenteamplista, presumiblemente por error, también levanto la mano, lo que llevó a D’Albora a comentar “la concha de la lora... está en las nubes este viejo mongólico”. La vicepresidenta del órgano no se percató de que tenía el micrófono abierto, demostrando así que compartía nube con la víctima de su exabrupto.