[En 1967, al publicar Guatemala, ensayo general de la violencia en América Latina], Galeano ya se destacaba en el mundo del periodismo uruguayo: había sido ilustrador y periodista de El Sol en su adolescencia, guiado por la mano maestra de Guillermo Chifflet; además, años antes había alcanzado la posición de secretario de redacción del legendario semanario Marcha (1960-1964), que dirigía desde su fundación Carlos Quijano (1939); también había tenido a su cargo la dirección del diario Época de Montevideo (1964-1967).

[...] Hasta ese momento, Galeano solo había publicado dos obras literarias: una nouvelle y una colección de relatos; además, había editado una compilación de reportajes resultante de un dilatado viaje a China, que extendió a la Unión Soviética y Checoslovaquia. Los días siguientes apareció por el sello Alfa en 1963; se reimprimió años después (1967) por el mismo sello, en su colección “Libros Populares Alfa”; el propio Galeano, en su prólogo a la segunda edición, la denomina “novelita”; y si bien la descubre “inmadura y vulnerable”, reconoce que le sigue gustando. La llama “pecado de infancia, quizás, pero querido pecado de infancia”. Meses antes que apareciera su Guatemala..., vio la luz una recopilación de cuentos suyos: Los fantasmas del día del león y otros fantasmas, en la colección “Narradores de Arca”, con prólogo de Mario Benedetti. Según éste, para muchos lectores de esa recopilación de relatos “su lado literario puede constituir una sorpresa”. De acuerdo con la apreciación del prologuista, los cuentos que integraban este libro permitían “la aproximación a un creador por cierto mucho más maduro que en su primera novela, más consciente de las posibilidades de los temas que maneja, y, sobre todo, más legítimamente osado en el ejercicio de su aventura”.

[...] Guatemala... fue escrito entre los meses de junio y agosto de 1967; el “trabajo de campo” se realizó en los meses de abril y mayo. La publicación salió a la luz en Uruguay, a finales de octubre de 1967, pocos días después de la ejecución de Ernesto Guevara en La Higuera, Bolivia, el 9 de ese mismo mes. [...] En castellano el libro solo circuló en una versión mexicana y en la aludida uruguaya, ambas impresas en 1967. Desde entonces, y hasta el día de hoy, nunca hubo una reedición en nuestro idioma. En cambio, la versión en inglés auspiciada por Monthly Review Press (originalmente editada en 1967, como las anteriores) conoció reimpresiones en 1969 y 2008.

En los dos primeros capítulos se presentan los registros de las conversaciones con César Montes, alias “El Chiris” (apodo debido a su juventud: “chiris” significa “muchachito” en Guatemala), y el grupo de combatientes. Los capítulos restantes dan elementos de juicio, informaciones y análisis que permiten al lector contar con el contexto histórico, político, económico y social en ese país, en la región (América Latina y el Caribe) e incluso en el mundo entero, y traen a colación la colosal y sanguinaria intervención estadounidense contra el heroico pueblo de Vietnam. Desde luego, a lo largo de los capítulos también se hacen alusiones permanentes a lo vivido y leído sobre Guatemala.

Estrictamente hablando, el viaje de Eduardo Galeano, en calidad de periodista que busca entrevistar al grupo guerrillero levantado en armas en el oriente de Guatemala, no fue el primero del cual se tiene registro. Pudimos detectar por lo menos otros dos, que realizaron por separado en 1966: Mario Menéndez, para una publicación mexicana, y Alan Howard, corresponsal de The New York Times. [...]

La época

Si bien el volumen que aquí presentamos es singular en su concepción y escritura, no puede negarse que también es fruto de un “clima” de época; se une a un nuevo estilo de hacer periodismo. Por este motivo, ayuda a comprender mejor los entretelones de producción de esta obra la evocación de algunos trabajos que son parte de lo que, por esos tiempos, se convirtió en un innovador movimiento periodístico. Me animo a afirmar que por lo menos tres de esos trabajos seguramente estuvieron en la mesa de Galeano mientras preparaba su viaje y barruntaba las primeras líneas de análisis sobre Guatemala.

En primer lugar, recordemos el célebre reportaje que Herbert L. Matthews le efectúa a Fidel Castro en la Sierra Maestra el 17 de febrero de 1957. Nos referimos a los tres artículos aparecidos en The New York Times a partir de la entrega del 24 de febrero de ese año, con el título general “Cuban rebel is visited in hideout. Castro is still alive and still fighting in the mountains”. El segundo antecedente se relaciona con un colega y amigo de Galeano, con quien compartió la sala de redacción de Marcha largos años. Luego de avatares diversos, peripecias propias del oficio y llamados a la ponderación de funcionarios uruguayos sensatos, Carlos María Gutiérrez subió a la Sierra Maestra en febrero de 1958 para entrevistar a Fidel Castro; viajó junto con Homer Bigart, periodista de The New York Times. El uruguayo lo hizo en calidad de enviado de La Mañana de Montevideo y lo consignó en las entregas del 14 y el 18 de marzo de 1958. El relato describe por primera vez en lengua castellana la lucha del Movimiento 26 de Julio. Y, al igual que hará Galeano casi diez años después, Gutiérrez no solo transcribió sus conversaciones con Fidel Castro, sino que ofreció al lector un panorama de quién gobernaba Cuba, la represión en las ciudades y de cómo era la vida en la Sierra. El tercer precedente que puede haber inspirado a Galeano a protagonizar esta verdadera aventura periodística se refiere a lo que Rodolfo Walsh calificó como “la mayor hazaña individual del periodismo argentino”: las entrevistas que Jorge Ricardo Masetti les había realizado a Fidel Castro, Camilo Cienfuegos, Ernesto Guevara y otros milicianos que dirigían el Movimiento 26 de Julio, también en la Sierra Maestra. Enviado por Radio El Mundo de Buenos Aires, Masetti conversó con la cúpula de comandantes un año después que Matthews acometiera esa hazaña y cuando apenas habían transcurrido unos meses de la ida de Gutiérrez. En esos reportajes grabados, el pueblo cubano y latinoamericano pudo escuchar por primera vez la voz de quienes conducían la revolución contra el dictador Fulgencio Batista. El futuro director fundador de Prensa Latina debió permanecer en Cuba casi tres meses para ver cristalizado su objetivo [...].

Cuarenta años después de que Eduardo Galeano lo entrevistara en la Sierra de las Minas, César Montes (ese era su nombre de guerra) publicó su autobiografía; esta vez lo hizo con su nombre verdadero: Julio César Macías Mayora. En un extenso pasaje de ese libro, el ex líder guerrillero da sus valoraciones sobre la personalidad de Galeano, de lo que fueron esos momentos, y del significado y proyección que adquirió el libro en Guatemala, América y el mundo.

En el libro La guerrilla fue mi camino. Epitafio para César Montes, el autor es contundente: “Todo guatemalteco debiera leer sin prejuicios su libro Guatemala, país ocupado para explicarse por qué estamos en tal grado de atraso financiero, social y político. Quizá eso explique por qué decimos que Guatemala no es un Estado fallido sino podrido”.

Así, cuatro décadas después de la aparición del libro de Galeano, Montes reafirma su vigencia y actualidad. En esas memorias escribe: “Joven periodista apenas conocido, se convirtió con esa entrevista en uno de los referentes más grandes de análisis de la situación crítica de los pueblos latinoamericanos. Indudablemente un analista ampliamente leído”.

Y agrega: “Se dice que, gracias a Galeano, para mí el Picasso de la literatura hispanoamericana, mucha gente conoció la lucha de Guatemala. Yo diría que fue al revés, gracias a Guatemala el escritor profundizó su sentimiento revolucionario y su capacidad de síntesis. [...] Si alguien logró en pocas, sencillas y profundas pinceladas retratar la juventud y romanticismo de los integrantes de las FAR fue Eduardo Galeano”.