Tras el archivo de la cuarta y última causa iniciada por el intendente de Maldonado, Enrique Antía, contra el exintendente frenteamplista Óscar de los Santos, este conversó con la diaria en su casa de San Carlos, su ciudad natal, sobre el fin del proceso judicial y la proyección de su futuro dentro del Frente Amplio (FA), la fuerza política que integra desde los 22 años.

Las causas judiciales que impulsó Antía se debían a presuntos “hallazgos” sobre “inconsistencias” en la gestión de De los Santos, que habrían tenido como consecuencia el déficit departamental. Las denuncias por gastos y compras, expropiación ilegal, falta de registro de las operaciones, abuso de funciones y certificación falsa por un funcionario público fueron presentadas, en 2015, ante el Juzgado de Crimen Organizado en Montevideo, pero fueron derivadas al Juzgado Letrado de 1a instancia de Maldonado. La empresa consultora Phoenix fue contratada para realizar una auditoría “integral” y el exfiscal Enrique Moller ofició como defensor de la comuna. Ambas contrataciones le valieron a la intendencia una cuantiosa suma, criticó De los Santos. El objetivo del intendente de Maldonado, según el frenteamplista, era “imponer el terror” mediante un castigo ejemplarizante: “Mirá que lo hacemos con el Flaco de los Santos y con los directores, lo puedo hacer contigo también”.

Sin embargo, siete años después, De los Santos señaló que el asunto se laudó con el archivo de las causas y que no va a ir contra Antía por la vía legal, ya que está “en contra de judicializar la política” y porque considera que ese conflicto lo “dirimirá la izquierda y la derecha” en el “campo político”.

El frenteamplista se refirió a la situación del puente de La Barra, al vínculo entre Antía y la empresa responsable por su construcción, y evaluó la entrada de su excorreligionario Darío Pérez a lo que definió como el “núcleo más duro de la derecha más jodida” dentro del Partido Nacional (PN).

¿Cómo observás la repercusión que tuvo dentro del FA el archivo de la última causa judicial?

Creo que tomé real dimensión horas después de que se archivó el último caso. Lo tenía como encriptado en el disco duro –quizás no quería recordar porque fueron siete años–, pero cambió el estado de ánimo del FA. Yo no había notado lo que habían significado esos siete años de presión. Lo había sufrido, pero no notaba lo que significaba para mucha gente. Que se está seguro hasta el final y que uno tiene la conciencia tranquila es un aspecto, pero el fallo de la Justicia sella un proceso largo, te da otra tranquilidad en el alma, te sientes mejor. Recibí cientos de mensajes en whatsapp, en las redes, de gente en la calle. Es una etapa cerrada dentro del FA. Desde el punto de vista personal y para el FA, fue un gran alivio.

¿Con el archivo de las causas el asunto quedó zanjado o pensás tomar alguna medida en la Justicia?

Yo no. No sé si el FA va a hacer algo, porque, además, hubo otros compañeros, cargos de confianza y funcionarios que sufrieron daños y perjuicios morales. Hubo que pagar los juicios y contratar abogados contra el peso del aparato de la intendencia, que gastó más de 100 mil dólares. 92 mil dólares costó la consultoría [a Phoenix], que no tenía antecedentes con el Estado y que nunca más hizo un trabajo. La contrataron para que buscara delitos y trabajó un año. Hicieron una campaña publicitaria a nivel nacional en los medios poniéndose en ofensiva. Contrataron al exfiscal [y abogado Enrique] Moller para conducir las causas y le pagaban 20.000 dólares por acción legal.

La directora de Jurídica [Adriana Graziuso] que llevaba el juicio adelante era la misma jueza que archivó el caso de Antía por enriquecimiento: no le abrió las cuentas. Yo creo en el sistema del Poder Judicial. Y veo empresarios a los que se les están cayendo puentes, que son los mismos empresarios que tenían el monopolio de algunos trabajos. El Flaco de los Santos fue un problema para esa gente, el FA fue un problema. Los daños y perjuicios son los costos de guerra que se pagan. Es cierto, me amargó mucho una parte del tiempo. Hubo noches de mi vida que no fueron nada agradables, que me costaba conciliar el sueño. No por el miedo a lo que me pasara, sino porque también tengo hijos que salen a la calle, mi compañera trabaja. Y salir como el familiar del acusado de crimen organizado, como un delincuente mafioso... Eso tuvo un costo.

Creo que la alegría del FA es que se sacó un peso de encima, que sintió que el tipo [por él] no les había fallado, que el conjunto de los dirigentes que habían estado, que habían tenido que declarar, salieron todos limpios. Es un espaldarazo para el FA. Creo que la derecha quedó muy mal parada, porque, entre otras cosas, usó los recursos y el aparato del Estado al servicio de intereses políticos mezquinos sin tener nada para demostrar, sólo para destruir al FA. Lo del Flaco era el nombre, el objetivo era partir al medio al FA y llevarlo a su mínima expresión para que no jodiera más, porque acá hay empresarios que se favorecen mucho con las excepciones, porque la intendencia gasta en mantenimiento de espacios públicos más de 130, 140 millones de dólares por año. Hay mucha gente que vive de eso, gente de mucha plata a la que le interesa que no exista el control financiero para venir a invertir, el dinero no sabemos de dónde viene. Y no aceptaban al FA, lo veían en contra de eso. El FA movió el desarrollo de la inversión con reglas claras, con transparencia. Hay personas blancas y coloradas, tanto dirigentes como militantes, de quienes siempre sentí respaldo –no abierto, pero que decían que era una injusticia lo que estaban haciendo–. No podían decir abiertamente porque también le tienen miedo a Antía, porque si precisas un favor... y porque creen que pierden poder político.

En 2007 también hubo un intento de juicio político hacia vos que contó, incluso, con el apoyo de ediles del FA que integraban Cabildo 1813, el sector de Darío Pérez, por la contratación de Satenil SA. Finalmente, no prosperó en el Senado. ¿En la arena política creés que hay elementos para llevar a Antía a un juicio político como el que pretende hacer el PN en Montevideo contra la intendenta, Carolina Cosse?

Con respecto a esto no. Antía montó una operación con la idea de descalificar al FA y no fue desde el punto de vista de preservar la institucionalidad. A Antía le importa un santo botón la institucionalidad. El ingreso a dedo a gente, la adjudicación directa de licitaciones, cortar el proceso de descentralización y decir “a vos te doy y a vos no te doy”...

Se han señalado otras irregularidades en la gestión de Antía, ¿considerás que ameritan un juicio político?

Hay algunas cosas que sí. Primero la falta de transparencia en la información. Los ediles han tenido que ir por la ley de acceso a la información porque los pedidos de acceso no se contestan. Si lo comparo con lo que se hizo en Montevideo, entonces los ediles tendrían que entrar en un juicio político. Yo creo que tampoco es el camino. Por ejemplo, el puente [de La Barra], que está tratando de recuperarse, fue construido por la misma empresa [la constructora Ramón C Álvarez SA] que construyó la paralela a la ruta 39 y que construyó la rambla de San Carlos, que la inauguraron y se rompió. Le tuvieron que poner más capas. Sería importante investigar en términos de pedidos de informes, que se transparente si eso fue a costa de la empresa o de una ampliación de la licitación, porque esta empresa tiene antecedentes de no cumplimiento.

Nosotros le hicimos caer la concesión de la [gestión de la] basura en su momento por incumplimiento. Hay millones de dólares en juego. La segunda cuestión es si el puente de La Barra –que nos va a costar mucho, aparte del impacto ambiental que va a tener la intervención, y ojalá se pueda salvar por el bien del turismo– tenía elementos de garantía y si efectivamente se va auditar la calidad de los materiales. Falló ese puente, el otro tiene 40 años y está intacto. Quizás haya que hacer acciones por vías políticas y quizás judicial contra alguna empresa y el propio gobierno por fallas. Allí creo que sí lo amerita.

Nosotros ubicamos [con Satenil SA] la cartelería por dos años. Hicimos una licitación a los dos años, con interpelación, investigadora de denuncias penales y fui a juicio político. Fue doloroso también por lo que tenés que pasar... Cuando abrimos la licitación, eran 400.000 dólares que ofreció la empresa ganadora y la única fue Satenil, la misma que tuvo lío con el Ministerio de Turismo ahora. Y Antía dice que va a retirar toda la cartelería. Parece un cuento en cuotas. La misma empresa que se mueve en órbitas del Estado y muy inteligentemente, que es capaz de generar mecanismos en los que después pone al Estado de rehén. Creo que hay muchas empresas que hacen eso, que hacen lobbies y que los Estados tienen que crear un blindaje más transparente, porque ese lobby les quita la capacidad a otras empresas, pero le quita muchos recursos al Estado. La compra directa de las cámaras [de videovigilancia] por 24 millones de dólares más la colocación es una cifra muy superior a esa [400.000 dólares].

Fue llamado a sala el intendente [Antía], tenía mayoría, no pasó nada [...] No puedo asumir que la misma empresa [Elbit Systems, de Israel] que vendió las cámaras es la empresa que ahora quiere vender la desalinizadora de agua a Antía, o que las mismas empresas que tuvieron excepciones entre 2000 y 2005, en el primer gobierno de Antía, las tuvieron ahora. Hay un vínculo que tenemos que identificar, pero no sólo desde el punto de vista legal sino desde el punto de vista político, para ver quiénes son los que están dirigiendo Maldonado. ¿Esas discusiones se resuelven en el campo jurídico o con un juicio político? No. Se dirimen en el campo de la sociedad, si la sociedad considera que eso es injusto. Si la sociedad no lo considera, seguiremos labrando esa tierra reseca, dura, laboriosa, para que algún día dé frutos.

¿Por qué considerás que no es por la vía de la Justicia?

El proyecto del FA fue derrotado por la derecha en las urnas democráticamente y lo que la gente dirimió en las urnas no lo voy a dirimir en la Justicia. Me pregunto por qué perdimos. Cuando digo que no voy a judicializar la política, también digo que eso lo resuelve la gente, y la gente ya laudó. Y lo digo porque la derecha nos derrotó con la mayoría de la gente y también la cultura del cambio es que la sociedad genere su propia consciencia. Todos tenemos que hacernos responsables. No es juicio y castigo, es responsabilidad. ¿Por qué suceden estos hechos? La gente vota por miles de causas, ahora, hagámonos cargo, porque los gobiernos no salen de adentro de un repollo, salen de las urnas y la sociedad tiene un nivel de responsabilidad que tiene que asumir y no todos están en las mismas condiciones de hacerlo, porque alguno necesita un pedazo de pan para mañana, una canasta de alimentos, una chapa, que considera que el favor o que el caudillo del interior le consigue el trabajo para la hija, para la hermana, para la mujer, quizás la formación cultural y educativa le permite valorar la política por eso. Ahora, las capas medias de este país y los obreros organizados, los que han luchado y tienen formación científica y académica para comprender los procesos sociales, ¿van a permanecer en silencio frente a esas injusticias y esa degradación social para mantener un statu quo o porque les ha ido bien, o van a ser parte del proceso?

¿Cómo observás el ingreso de Darío Pérez al PN?

Francamente, nunca me imaginé ver esa foto. Aunque vengas de otro partido, es muy difícil pasar por el FA después de conocer su historia, los cimientos que tiene regados con sangre generosa de gente anónima, torturada, gente que dio su vida por ideas para pelear por los beneficios de otros... Sentirte parte de esa fuerza aunque no hayas pasado lo mismo es como una inoculación genética. Miro para atrás y me imagino situaciones de gente resistiendo la tortura para dar un nombre para que no cayera un compañero. Esa es nuestra mística. Los ocho mártires de la 20, Gelós Bonilla desaparecido en Maldonado, o los obreros y trabajadoras que perdían su trabajo por organizar un sindicato para pelear por su salario. Ser de izquierda es un peso enorme que después que te metiste en esa comunidad –yo me metí a los 22 años, era un gurí que escuchaba Aquí está su disco y empecé a escuchar la 30 y a hacerme de izquierda– sientes por ellos un enorme afecto y te sientes parte aunque no estés marcado a sangre. Después de pasar por ahí, no te imaginas que la persona se puede ir a otro lado y más cuando fuiste 25 años diputado por esa organización política. No lo puedo comprender.

Él dijo que se fue del FA pero “no de sus ideas”. ¿Creés que es positivo que dentro del PN haya alguien con una visión que has reconocido como “progresista”?

Con el mayor respeto, Darío tiene un humanismo importante como médico, es un tipo querible en San Carlos y en el departamento. Tiene un problema con la nueva agenda de derechos porque tiene una cabeza muy antigua y tiene una formación muy caudillesca que viene de su origen en el PN, con un peso de la religiosidad y otras creencias. Una personalidad muy sensible pero con contradicciones enormes, como yo debo tener las mías. No estoy haciendo un juicio de valor negativo. Estoy diciendo que, cuando se lo observa, tiene un perfil muy particular. Cuando analizo el perfil del que ahora es mi adversario y quien fuera mi compañero de batalla –con muchas dificultades internas, pero era mi compañero–, lo veía como un aliado del FA, como parte de esa izquierda que planteaba cosas a las que algunas había que discutirlas. Ahora, decir que después de 25 años de diputado se va con sus ideas a defender a un PN que perdió el ala wilsonista, que se va con Antía, que es la peor expresión del herrerismo más duro y más rancio, no me imagino. Nunca me imaginé. Darío se fue a la derecha más inteligente pero más cerril y más rancia que tiene el país. Y no quiere decir que todo lo que votó el herrerismo sea así, pero la cúpula de dirigentes es un sector que tiene mucho de reaccionario, de formación ortodoxa cristiana. No veo el aporte que le va hacer al PN porque se va con el núcleo más duro de la derecha más jodida.

Óscar de los Santos, en su casa en San Carlos.

Óscar de los Santos, en su casa en San Carlos.

Foto: Natalia Ayala

En otra entrevista señalaste que la polarización entre Antía y Rodrigo Blás había definido las elecciones departamentales pasadas y que era uno de los factores por los que había perdido el FA, que los electores optaron por el “menos malo”. ¿Qué posibilidad considerás que puede tener Pérez ahora que Antía no puede ser reelecto y Blás sí?

Puedo opinar y decir qué puedo imaginar, pero no puedo hacer politología. Creo que el PN, al retirarse Antía, queda con un solo referente que es Rodrigo Blás. El PN tiene un problema, como lo tiene el FA, y por eso digo que si ganamos el gobierno nacional y tenemos una propuesta, el FA puede competir para el gobierno departamental. El liderazgo de Antía caduca porque no puede ser reelecto. Si el FA hubiera mantenido en 2015 la polarización entre Darío Pérez y el Flaco de los Santos, si los dos hubiesen podido ser candidatos, no sé si hubiera ganado el PN. El problema es que todavía las figuras emergentes no pesaban lo suficiente. Ahora el problema es que el PN no tiene figuras emergentes. Está en la misma situación que el FA. Están naciendo. En el caso de esta elección, Antía tiene mucho poder, pero no puede dirigir a la gente a que vote a este dirigente porque Pérez hirió mucho a militantes del PN, les dijo de todo a los blancos, aunque se vaya con ellos. Y los maltrató, pero no a los dirigentes con los cuales se arregló y ahora van juntos, [sino] al militante blanco, que siente en su tradición histórica que es blanco y que tiene miedo de fallarle a la memoria de sus padres.

Como también hirió la sensibilidad de los batllistas porque, no es por nada, pero su formación de blanco lo hacía antibatllista y hay que recordar que el batllismo era antieclesiástico. Si uno mirara esa serie de fotos, diría que la coalición de centro derecha que gobierna el país –con un fuerte acento de derecha– y la que gobierna en Maldonado tiene dos problemas: no tiene figuras de recambio en el PN y el batllismo auténtico que quede, que tenga formación de base, va a ser muy difícil que se corra al lado del PN como sucedió. Hay mucho batllista que va a pensarlo. No me imagino una polarización interna entre Blás y Pérez. Capaz que se da, pero va a ser difícil elegir entre Rodrigo Blás y Darío Pérez para muchos wilsonistas y para muchos batllistas. No estoy haciendo un análisis politológico, estoy intentando imaginar una campaña, su sensibilidad y sus cosas jocosas, que se puedan generar con estos pasos.

En una previa electoral anticipada a nivel nacional, que dentro del FA tiene como posibles futuros candidatos a Carolina Cosse y a Yamandú Orsi, ¿tenés decidido por quién te inclinarás?

No. Si miro el mapa político hoy, creo que en esas figuras de relevo están Carolina, Orsi, [Mario] Bergara, [Óscar] Andrade y puede aparecer algún compañero más. Son las cuatro figuras más destacadas. Lo que percibo en la conversación de la gente es que hoy habla de Carolina y de Orsi de distintas formas, pero parece estar así centrado. Hoy no aparecen otros nombres. Tengo afecto por los dos. A Orsi lo conozco porque fue profesor en Maldonado, tengo una gran amistad porque él es un muy entrañable compañero de Marcos Carámbula y para mí Marcos es como un hermano grande. Pero la fuerza de Carolina y esa autoridad que tiene, esa capacidad de diálogo llana, la madurez y la evolución que ha tenido en el último año, después de ser presidenta de Antel y ministra... Es descomunal esa mujer. Veremos qué resuelve el FA. Y me siento muy orgulloso de que existan esos líderes porque, al margen de los matices, ese conjunto me representa. Creo que han construido confianzas, lealtades y me siento muy cómodo al sentirme liderado por compañeras y compañeros de estas características.

Este ciclo de siete años que duró el proceso judicial se cerró. ¿Cómo te proyectás para adelante?

Lo que estoy trabajando para mí como ser humano y como militante de izquierda es una nueva etapa de militancia. El fin de semana pasado me fui a hacer rancho, pensé en ir a pescar, pero anduve haciendo quinta y cocinando y pensando en cómo transmitir lo que siento, que quiero seguir militando por esta fuerza política, estoy convencido de que es el único proyecto de cambio, pero cada vez me doy más cuenta de que no estoy en condiciones de encabezar un proceso como me tocó jugar en 2004 y 2005. Es necesario abrir paso a otros compañeros. Me genera una revulsión en los intestinos que me digan “no nos dejes solos”, entre otras cosas, por la partición del FA. Eso te da una sensación de orfandad de la gente. Y tú piensas si esa orfandad se resuelve diciendo “voy a ser candidato”. Creo que sería un concepto muy caudillista de la izquierda.

En paralelo, en estos dos años y pico de derrota, mirando hacia adentro he buscado mis raíces, volví a mi origen, a donde nací [San Carlos], y quiero vivir otros aspectos de la vida, quiero disfrutar de la militancia sin que necesariamente tenga que estar siempre definiendo y sobre la base de que tengo que ocupar un lugar de responsabilidad electo por la gente. Lo vengo viviendo desde que era militante del Sunca, desde los 22 años, y tengo 60. Entonces, también tengo una necesidad de disfrutar de mi propio ser, de mi familia y mis amigos, sin las condicionantes que generan ser un dirigente político o estar en una grilla de candidatos. Los pueblos no construyen los cambios a partir de un hombre o una mujer, son procesos largos. Hay una nueva etapa que está comenzando a gestarse en Maldonado con nuevos cuadros, nuevos compañeras y compañeros que están intentando asumir, que puede llevar un tiempo más largo, pero ese proceso quizás va a ser mucho más sólido que si yo irrumpiera en la campaña con un reclamo de frenteamplistas porque nos jugamos una gran patriada con la elección. Mi miedo es abortar ese proceso que se está dando y no dejarlo que se geste en el tiempo que precisa.

¿Ya sabés a quién vas a apoyar en las elecciones departamentales?

No, estoy fuera de las estructuras.

Pero a nivel simbólico tu presencia tiene un peso como dirigente histórico del FA en Maldonado y más teniendo en cuenta este sentimiento de “orfandad” al que te referís.

Mi presencia va a estar en la medida de los nombres que resuelva el FA. No cabe duda de que tomaré partida por alguno. Ya cometí el error de apostar a compañeros y compañeras que son valiosos, que los sigo queriendo, pero yo ya no soy el gran elector. Se terminó ese proceso de liderazgo en el que la opinión del Flaco pesaba. Sería hacerle daño decir el nombre de un compañero o compañera. Prefiero que el FA decante. De todas formas, quiero precisar que la primera patriada que nos jugamos es en octubre de 2024 y, eventualmente, en noviembre en un balotaje. El FA está trabajando con una subcomisión de programa nacional, recorriendo pueblo a pueblo. Maldonado está en las comisiones de programas, yo me estoy incorporando a una subcomisión en el tema de desarrollo económico y el rol de los gobiernos departamentales.

También voy a trabajar ayudando a los compañeros a repartir estructuras del FA en algunos lugares, como el Cerro Pelado y Maldonado Nuevo, donde no tenemos. Pero en el FA de Maldonado debemos reflexionar con mucha humildad la derrota abrumadora que tuvimos en 2020 y que la reconstrucción de una alternativa a la derecha tiene que acordar una propuesta programática y un vínculo con la sociedad si quiere disputar ese gobierno. Aun así, si no ganamos el gobierno nacional, en Maldonado el FA no está en condiciones de competir. La otra cosa es que nos demos manija de creer que las decisiones y el proceso de acumulación depende de los candidatos, de la coyuntura, que juegan, pero la construcción del proyecto para llegar al gobierno es mucho más complejo que eso [...] Cuánto llevó construir un proyecto más amplio que el FA como fue el Encuentro Progresista y la Nueva Mayoría, que en Maldonado significó el que dio el triunfo: [Ricardo] Alcorta, que venía del PN, director de Hacienda, que se sumó con Rafael Michelini a la Nueva Mayoría, fue el elemento que definió la elección, no fue el Flaco De los Santos ni Darío Pérez, que teníamos un techo.

¿La izquierda está dispuesta a romper ese techo? ¿Vamos a salir del espacio de comodidad o sólo nos vamos a plantear acumular con los sectores de los que provenimos históricamente, como el movimiento obrero, el cooperativo, la nueva agenda de derechos? Ese es el bloque de fuerza, ahora hay otros actores sociales: los que están en el club de fútbol, los que pelean por otros derechos vinculados a los temas ambientales, con los cuales tenemos un gran debate en términos programáticos por el modelo extractivista que tiene Uruguay. Tenemos que empezar a zurcir la acumulación en el mano a mano para construir confianza. ¿Eso lo podremos construir antes de 2020? Capaz que sí, pero el proceso anterior nos llevó mucho más hasta llegar a 2005.

¿Son posibles alianzas con integrantes del PN y del PC o en esta oportunidad es con las organizaciones sociales?

Con el tema de la defensa de la costa, por ejemplo, con las intervenciones que han querido hacer, que aparecieron organizaciones sociales en las que habrán frenteamplistas pero no se distinguen por ser una columna vertebral del FA. Tenemos una correlación de fuerzas más desfavorable que en 2005, que había actores como la Sociedad de Arquitectos, la Coordinadora de Industria de la Construcción del Este, la liga de fomentos, que estaban en contra de las excepciones para proteger la playa. Hoy esas opiniones casi no aparecen. Antía tiene mucho peso y lo utiliza cuasimafiosamente en términos de su libretita negra, en la que anota a todos los que están en contra. Pero, sin embargo, un compañero me decía que no era tan así, porque hoy el tema ambiental y vinculado a los animales tiene una expresión de adhesión de miles de personas que no tenía en 2004. Quizás no encontremos organizaciones sociales que la representen. [...]

La propuesta del FA debe incorporar un planteo en el que la gente se transforme en ciudadanos y ciudadanas que ejerzan derechos y que no necesiten del favor del político de turno. Aunque tenga un costo electoral, incluso puede llegar a ganarnos la derecha nuevamente con las mismas prácticas clientelistas, pero ahí tenemos que ser muy tajantes: no lo utilizamos cuando estuvimos en el gobierno ni vamos a utilizar el Estado a favor de nuestros amigos o compañeros. Había frenteamplistas que nos enjuiciaban porque en los concursos [en la intendencia] ingresaba gente blanca y colorada. Y bueno, tenían más mérito. ¿Queremos que los frenteamplistas lleguen y que saquemos a los blancos y colorados con mérito? No, sería profundamente antidemocrático.

Lo que no podemos es reproducir con una bandera de izquierda un modelo de derecha que está agotado, que es inviable. Las intendencias blancas y coloradas sólo son viables por los aportes del Estado nacional, pero no tienen la capacidad de recaudación porque no quieren tocar a los sectores que tienen grandes bienes inmuebles, el impuesto a la propiedad con la contribución inmobiliaria. Esos sectores juegan para los grandes dueños de capital. Si eso nosotros no se lo transmitimos a los trabajadores, a los pobres, a los que están buscando una esperanza, si no les transmitimos que recursos hay pero que hay que tocar a los que tienen mucho, que tienen que poner un poco más, es muy difícil.

¿Ese proceso cuánto puede llevar?

Puede llevar mucho. Pero la izquierda nació así, nació para eso. Si nos remontamos a los orígenes, de las primeras huelgas de los anarcos, peleaban para tener ocho horas, para poder tener algunos derechos que les llevó la vida. Las masacres que hicieron en Argentina, Brasil, Chile, de obreros que los ejecutaban por hacer un paro. No había Estado. La sociedad y los trabajadores luchando, más los intelectuales, más sectores democráticos progresistas no necesariamente de izquierda que fueron construyendo institucionalidad republicana. [...] En casa siempre se hablaba de Artigas. Recuerdo a mi madre que había llegado a tercero de escuela, apenas sabía escribir y hacía cuentas con los dedos, sumaba, restaba y hasta multiplicaba con los dedos –no sé de qué forma hacía pero ella adquirió su propio mecanismo–, una empleada doméstica. Y recuerdo el brillo de bronca en sus ojos cuando decía: “A Artigas lo traicionaron”. En los libros de la escuela no estaba eso, se había transmitido generacionalmente. Esa construcción que resistió primero en la Banda Oriental y después en el pueblo uruguayo.

Lo que no recibí por parte de la escuela lo recibí de parte de la resistencia. Y cuando anoche hablaba [el político e historiador Mario] Cayota, me acordaba de eso, que aunque le hables a 25, aunque generes un bloque de fuerza que parece minoritario, esa actitud militante de construir nuevos valores culturales en términos de aceptación de la diferencia, de interpelar, de cuestionarnos a nosotros mismos, es lo que nos va a permitir ser una sociedad más sana. Cuánto tiempo puede llevar no sé, pero la izquierda nació para eso. Si es atravesado por campañas electorales, hay que asumir, hay que llevarlas adelante, pelear, porque con el Estado es más fácil. Pero ojo al gol.

 ¿Pero el FA no tiene urgencia?

Hay una urgencia. Es urgente tomar el Estado por vía democrática y llevar adelante las transformaciones. El FA demostró que desde el Estado se podían hacer cosas. Hay hombres y mujeres a nivel nacional, una nueva generación que efectivamente está en extraordinarias condiciones de liderar ese proceso. En el interior tenemos retrasos, que los tiene que madurar el interior. Lo que no puedo aceptarme a mí mismo –no es que no me lo planteen– es que el destino del FA en Maldonado depende del Flaco de los Santos, depende del FA y de sus capacidades. Lo voy a decir de otra forma: si el Flaco aceptara ser candidato y no tenemos un programa de gobierno que sintonice con la mayoría de la sociedad y repetimos el concepto que teníamos en 2005 con una sociedad que cambió en cantidad, en incorporación de sectores de clase media y de una pobreza más paupérrima en otro sector, aunque pongas a diez Flaco de los Santos, la izquierda hoy no gana. No quiero jugar ese rol porque no le hace bien a la izquierda.

Es llevar una vía muerta de desarrollo creer que fulano nos va a salvar. Seregni renunció a la presidencia del FA el 5 de febrero del 92 o 93, allí estaban [Danilo] Astori, Tabaré Vázquez, después emergió [José] Mujica y se armó un trípode muy interesante. Dio un paso al costado y parecía que se nos caía el FA arriba. No se cayó. El FA no se va a caer. Capaz que demoró de 1992 a 2004 en ganar gobierno, pero cuánto construyó el FA en ese período. No quiero hacer política para medir solamente en función del resultado electoral que viene, no es motivador. La elección es un elemento de motivación, de alegría, de esperanza, pero la motivación es cuánto cambiamos todos los días nuestra sociedad, cuánto discutimos y cuánto cambiamos nosotros mismos.

27 listas se presentaron a las elecciones de jóvenes del PN en Maldonado. ¿Cómo está el proceso de renovación de los jóvenes frenteamplistas en Maldonado?

Los jóvenes del FA le dieron impulso al balotaje y un relativo impulso a la campaña de las firmas por el Sí, tienen participación en la vicepresidencia [a nivel departamental]. El riesgo de los jóvenes del FA es que reproduzcan modelos que tenemos los viejos, que muchas veces lo que hacemos es compartimentar las cosas. Construir una nueva etapa de frenteamplismo va a llevar mucho tiempo. Ojalá no contaminemos a los jóvenes con la disputa sectaria por ideas y por espacios de poder, porque ahí sí estaríamos hipotecando ese futuro. Creo que los que vienen van a ser mejores que nosotros, estoy convencido.