A partir del 20 de enero comenzó a faltar el agua en la Unidad n.º 13 (Las Rosas) de Maldonado. Desde el Ministerio del Interior (MI) dijeron que la cárcel no es ajena a la situación que están viviendo algunas zonas del departamento respecto al suministro de agua debido al incremento de turistas y la sequía. En un comunicado oficial, emitido el 25 de enero, plantearon que “la presión no alcanza para que las bombas trabajen normalmente y la impulsen hacia los tanques. Además, el pozo de agua que también normalmente suministra está seco”.

En el mismo comunicado, el MI planteó que “las autoridades del INR [Instituto Nacional de Rehabilitación] están en permanente contacto con las autoridades de la OSE, quienes están evaluando diferentes soluciones para estos meses”. En esa línea, Miguel Corbo, gerente general de OSE-UGD Maldonado, explicó que “se debe a la falta de presión de agua” y que, si bien hubo problemas en el abastecimiento, se restableció el servicio tras la reparación de un caño que formaba parte de la red de OSE.

La Intendencia de Maldonado, en tanto, colaboró con un camión cisterna con 14.000 litros de agua potable, que se repartieron en bidones por las diferentes celdas. No obstante, en diálogo con la diaria, el padre de uno de los presos indicó que “sigue la falta de agua”. Según dijo, “la última información que tuvimos es que a la celda donde está mi hijo llegan cuatro bidones de cinco litros por día, para seis personas”. Con el agua que se les brinda se tienen que bañar, tirar la cisterna cuando hacen sus necesidades y -en algún caso- pueden preparar un café, detalló. El agua con la que llenan los bidones es sacada de canillas, ubicadas en los sectores. Al respecto de la calidad del agua, señaló que “no es potable”.

Contó que los presos “toman el agua que las familias les llevan” y que está permitido ingresar un bidón de hasta 10 litros en la visita y otro en “el paquete” de surtido. En total, se pueden llevar hasta 20 litros por semana por persona privada de libertad, sin embargo, recordó que es común que algunas personas no reciban ni visitas ni “paquetes”.

“En el mejor de los casos, donde está mi hijo no todos tienen visitas ni paquetes, ellos comparten todo, denominan el lugar ‘casa’ y se refieren a las necesidades alimentarias de esa manera. El presupuesto de nosotros ha aumentado porque en la mayoría de los casos son menores de 25 años de edad y faltan cosas, alimentación, agua, cosas de higiene. Al no haber agua ni refrigeración, cocinar o comer nutritivamente es un desafío”, planteó.

En situaciones normales, el sistema de agua funciona de manera tal que se abren las canillas de los sectores una vez a la mañana y otra vez a la tarde. Los reclusos llenan bidones, tarrinas, “o lo que tienen a mano”, explicó el entrevistado. Un funcionario penitenciario empieza a sonar una campana y los presos se acercan a las canillas que hay disponibles por sector, ilustró. “Si hay una necesidad de marcar quién manda ahí, se puede no abrir el agua en uno de los dos turnos o simplemente no abrirla”, agregó.

El padre del detenido, plantea que la situación “aumenta los problemas de convivencia” en el centro de reclusión: “Uno como familiar pasa con el corazón en la boca, siempre, a nosotros nos toca vivir una situación de que no sabés con qué noticia nos vamos a levantar al otro día. Está claro que puede pasar algo en cualquier momento”, lamentó, y agregó: “El problema se centra en la falta de interés por parte del Estado”.

Consultado por las dificultades en el abastecimiento de agua en Las Rosas, el director del INR, Luis Mendoza, dijo a FM Gente que “en este caso, debido a la gran seca que hay, el pozo nuestro está casi seco, es decir, tampoco tenemos cómo sustituir la poca presión de agua”.