Se prevé que más de 300.000 personas se reunirán el domingo en la Explanada de los Ministerios, donde se encuentran las sedes de los tres poderes del Estado, en Brasilia, para darle la bienvenida a una tercera presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva. Allí, luego de la asunción, prevista para las 15.00, se celebrará un concierto, denominado Festival del Futuro, en el que participarán decenas de artistas a partir de las 17.00. Si bien se espera un ambiente de festejo, también se adoptaron varias medidas de seguridad ante la posibilidad de acciones violentas por parte de seguidores del actual presidente, Jair Bolsonaro.
El fin de semana pasado la Policía de Brasilia desactivó una bomba colocada en un camión cisterna por un partidario de Bolsonaro, George Washington de Oliveira Sousa, de 54 años. El hombre, que fue detenido, dijo que había planeado con otros bolsonaristas detonar el explosivo en el aeropuerto de la capital. Su objetivo era “sembrar el caos” y esperar que, entonces sí, llegara el golpe de Estado que piden desde hace semanas acampados frente al Cuartel General del Ejército.
También afirmó que el discurso de Bolsonaro a favor de las armas en la población civil fue lo que lo impulsó a armarse. A De Oliveira se le incautaron varias armas y explosivos. El jueves, en otros allanamientos contra movimientos golpistas, fueron detenidas cuatro personas.
Una de las medidas de seguridad que regirán este fin de semana es la suspensión del porte de armas por parte de civiles, con algunas excepciones, según decidió el Supremo Tribunal Federal. Otras medidas incluyen la participación de 8.000 policías de Brasilia y otras fuerzas federales, además de tecnología antidrones.
En la ceremonia de asunción de Lula participarán las delegaciones de más de 40 países, incluyendo 17 jefes de Estado. Entre ellos, se cuentan los de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay.
En cambio, estará ausente Bolsonaro, a quien le correspondía entregar la banda presidencial al nuevo mandatario. El presidente saliente partió el viernes hacia Miami, Estados Unidos, a dos días del cambio de gobierno. Según la prensa de Brasil, es probable que esa ceremonia quede a cargo del presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, del derechista Partido Social Democrático.
Antes de partir, Bolsonaro, que se retira de la presidencia con una aprobación de 39% y un rechazo de 37%, se dirigió a los brasileños. En un video en vivo, el gobernante se desvinculó de los intentos de atentados terroristas y dijo que nada los justifica. Sin embargo, defendió las manifestaciones que mantienen algunos de sus partidarios, quienes piden un golpe de Estado.
Sobre el gobierno que comienza, Bolsonaro dijo que “Brasil no se va a acabar este 1º de enero”, llamó a hacer oposición de forma pacífica y afirmó: “Se perdió una batalla, pero no perderemos la guerra”. Acerca de las elecciones, dijo que fue “víctima” de una justicia electoral “que no fue imparcial”. Por otra parte, Bolsonaro hizo un repaso de su gestión y reconoció que “hubo problemas”, aunque los atribuyó, sobre todo, a la pandemia de covid-19 y a la invasión rusa a Ucrania. En ningún momento se refirió a su decisión de dejar el país un día antes de terminar su mandato.
Mientras tanto, comenzaban a llegar el viernes a Brasilia ómnibus de partidarios de Lula para acompañar la asunción del presidente electo. El nuevo gobierno terminó de conformarse el jueves, cuando nombró a los ministros que todavía tenía pendiente designar. La activista indígena Sónia Guajajara será titular del Ministerio de los Pueblos Indígenas y la ecologista Marina Silva volverá al Ministerio de Medio Ambiente, que ya ocupó en la primera presidencia de Lula. Por su parte, la tercera candidata presidencial en votos en las elecciones de octubre, Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño, encabezará el Ministerio de Planificación. Las tres forman parte del total de 11 mujeres que tiene este gabinete de 37 miembros. Pese a que este Ejecutivo está lejos de la paridad, es el que más se le acerca en la historia de Brasil.
“Tenemos un gabinete” y “ahora hay que comenzar a trabajar”, porque “el pueblo brasileño no puede esperar más” después “del desgobierno al que fue sometido en estos años”, dijo Lula. Días antes había afirmado que mañana se abre “una nueva página para Brasil, con más democracia y derechos para el pueblo brasileño”.