Durante la tarde del domingo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas celebró una sesión urgente en la sede de la entidad, en Nueva York, por pedido de Irán, luego de los ataques que Estados Unidos lanzó en la noche del sábado contra tres instalaciones nucleares iraníes.

Mientras la comunidad internacional se encuentra profundamente dividida respecto a la acción mandatada por el presidente estadounidense, Donald Trump, queda por ver cuáles serán los pasos que adoptará el gobierno de Irán, cuyas autoridades tienen algunas opciones, aunque no tantas.

Miles de personas se manifestaron este domingo en Teherán y en otras ciudades iraníes en contra de los ataques estadounidenses, una operación llevada adelante con aviones B-2, que tienen la capacidad de ser indetectables para la gran mayoría de los radares.

Los blancos de los ataques con bombas de 14 toneladas fueron las centrales nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán, las tres más importantes del país, donde se centra el programa de enriquecimiento de uranio iraní. Trump dijo que tras los ataques las instalaciones quedaron “totalmente destruidas”. Por su parte, desde el organismo de control nuclear de la ONU, se afirmó que no se detectó radiación fuera de las tres instalaciones nucleares iraníes atacadas.

Desde Irán, el Ministerio de Salud informó que los ataques estadounidenses contra sus instalaciones nucleares habían herido a un número indeterminado de personas, pero que ninguna “mostraba signos de contaminación radiactiva”.

“Durante años, el Ministerio de Salud ha establecido unidades de emergencia nuclear en las dependencias médicas más cercanas a las instalaciones nucleares”, declaró el portavoz del ministerio, Hossein Kermanpour, en su cuenta de X. “Afortunadamente, ninguna de las personas heridas que fueron trasladadas a estos centros tras el bombardeo estadounidense mostró signos de contaminación radiactiva”, agregó el funcionario.

Las consecuencias del ataque tampoco están claras para el Ejército israelí, que en un comunicado afirmó que era “demasiado pronto para determinar” si Irán pudo reubicar uranio enriquecido de la instalación nuclear de Fordow antes del ataque estadounidense.

Una versión que circuló poco después de la concreción de los ataques indicaba que las autoridades iraníes, ante la inminencia de los bombardeos contra sus centrales, decidieron retirar de ahí los materiales más sensibles y valiosos para el desarrollo de su programa nuclear.

En esta línea, según informó The New York Times, los funcionarios israelíes evalúan que el ataque estadounidense a la instalación nuclear iraní de Fordow causó graves daños, pero no destruyó completamente el lugar, y agregaron que Irán parecía haber retirado el equipo, incluido el uranio enriquecido, del sitio fortificado antes del ataque.

Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores iraní –además de pedir la reunión de urgencia al Consejo de Seguridad de la ONU, un gesto más que nada simbólico, porque en este caso el poder de veto estadounidense dejará de lado cualquier resolución–, se activaron otras líneas de acción.

Este domingo, el canciller iraní Seyed Abbas Araghchi viajó a Moscú, donde mantuvo una reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin. Horas antes, Araghchi escribió en su cuenta de X: “La semana pasada estábamos negociando con Estados Unidos cuando Israel decidió destruir esa diplomacia. Esta semana mantuvimos conversaciones con el E3 (Francia, Alemania y Reino Unido) y la UE cuando Estados Unidos decidió destruir esa diplomacia. ¿Qué conclusión se puede sacar? Para Gran Bretaña y el Alto Representante de la UE, es Irán quien debe 'volver' a la mesa de negociaciones. Pero ¿cómo puede Irán regresar a algo que nunca abandonó, y mucho menos que destruyó?”.

Rusia, al igual que China, es un firme aliado de Irán y, por ello, desde Teherán se busca reafirmar esos lazos ante el mundo, para mostrar que no están tan aislados como se los quiere hacer ver desde Occidente. Pero si bien Moscú condenó de manera contundente el ataque estadounidense, tal cual había hecho cuando Israel decidió bombardear el territorio iraní, el apoyo ruso a Teherán se limita al aspecto diplomático, porque con el enorme frente de Ucrania abierto, el Kremlin no tiene margen ni tampoco intención de que la situación en Medio Oriente se siga desestabilizando.

¿Qué sigue?

Ante la situación planteada, el gobierno de Teherán tiene pocas opciones militares. Si bien en sus respuestas tras los ataques de Israel los iraníes dejaron claro que sus capacidades armamentísticas son más que respetables, bombardear, por ejemplo, una de las varias bases que tiene Estados Unidos en Medio Oriente sería una jugada excesivamente arriesgada, porque implicaría una respuesta segura de Washington con consecuencias insospechadas, pero seguro que muy perjudiciales para Teherán.

Una opción no militar, pero sí estratégica sería cerrar el paso del estrecho de Ormuz, situado en el sur de Irán, entre sus costas y las de Omán. De hecho, el Parlamento iraní aprobó este domingo tal iniciativa, pero la decisión está en manos del gobierno, que, de nuevo, en caso de tomar este paso tiene poco para ganar y bastante para perder.

El estrecho de Ormuz es un punto clave para el comercio mundial, ya que por ahí circula aproximadamente el 20% del petróleo y un 30% del gas natural licuado, que abastecen gran parte del sistema energético mundial.

Varios de los principales países productores, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irak y Kuwait, dependen de este paso para exportar sus hidrocarburos, por lo que si el gobierno de Teherán decide cerrar el estrecho, el precio del petróleo subiría, lo que afectaría en mayor o menor medida a muchos países, entre otros, a algunos aliados de Irán.

Vale destacar que, mientras evalúa los pasos a seguir, Irán sigue intercambiando ataques con Israel, que prosiguieron este domingo.

El rol del gobierno de Benjamin Netanyahu fue clave para la decisión de Trump, porque, de hecho, el principal interesado en terminar con las pretensiones nucleares de Irán no es otro que Israel. Este domingo, en una conferencia de prensa, Netanyahu afirmó que Israel está muy cerca de cumplir sus objetivos de eliminar las amenazas de los misiles balísticos y el programa nuclear iraní.

“No extenderemos nuestras acciones más allá de lo necesario para lograrlas, pero tampoco las terminaremos demasiado pronto. Cuando se alcancen los objetivos, la operación habrá finalizado y los combates cesarán”, expresó el líder del Likud.

“No me cabe duda de que este es un régimen que quiere aniquilarnos, y por eso nos embarcamos en esta operación para eliminar las dos amenazas concretas a nuestra existencia: la amenaza nuclear y la amenaza de los misiles balísticos. Avanzamos paso a paso hacia el logro de estos objetivos. Estamos muy muy cerca de completarlos”, agregó Netanyahu.

Pero desde Irán algunos funcionarios mantuvieron el tono desafiante. Tal es el caso de Ali Shamkhani, un importante jerarca militar que fue herido en los ataques israelíes de la semana pasada y que se desempeña como asesor del líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei. En una publicación en su cuenta de X recogida por la cadena qatarí Al Jazeera, Shamkhani expresó: “Incluso si se destruyen las instalaciones nucleares, la situación no ha terminado; los materiales enriquecidos, el conocimiento local y la voluntad política persisten”. El militar agregó que “la iniciativa política y operativa ahora está del lado que juega con inteligencia y evita los ataques a ciegas. ¡Las sorpresas continuarán!”.