Hoy se cumplen 38 años de la enorme manifestación contra la dictadura realizada en 1983 frente al Obelisco montevideano. Quizá mucha gente piense que ya no hay nada nuevo que decir al respecto, y sin embargo este aniversario trae consigo la posibilidad de debates relevantes.

Desde mayo está planteada la instalación de una fotogalería y una placa conmemoratoria en el lugar donde se llevó a cabo aquel acto, con especial énfasis en el homenaje a Gonzalo Aguirre y Enrique Tarigo, redactores de la proclama que leyó de forma magnífica Alberto Candeau. Aquel aporte merece sin duda reconocimiento, pero es preciso situarlo en su contexto.

Del 13 de mayo al 5 de julio de 1983 fracasó el diálogo, realizado en el Parque Hotel, entre representantes de las Fuerzas Armadas y de los partidos habilitados (el Colorado, el Nacional y la Unión Cívica). Esos partidos solicitaron autorización para un acto público conjunto el 6 de agosto y les fue negada. Tres meses y medio después, el del Obelisco fue permitido.

Entre el no de agosto y el de noviembre, la movilización de las organizaciones sociales y del aún proscripto Frente Amplio (FA), junto con muchas otras acciones audaces, creativas y riesgosas en distintos terrenos, que incluyeron al periodismo y al arte, había ganado espacios y cambiado la relación de fuerzas. Esto contribuyó mucho a que los sectores militares más intransigentes se vieran forzados a ceder más de lo que querían. Contribuyó también a que colorados y blancos decidieran desproscribir de hecho al FA, con la presencia de sus representantes en el estrado y la consigna del acto: “Por un Uruguay democrático sin exclusiones”.

Si la asistencia hubiera sido escasa, pocos recordarían hoy el texto de Aguirre y Tarigo. La foto de Pepe Plá quizá no habría sido publicada si hubiera mostrado un breve riachuelo de libertad, y la historia posterior habría sido, quizá, distinta.

La proclama fue muy buena, pero la multitud no fue sólo a escuchar, sino también a hacerse oír. Y que haya ido se debió, en gran medida, al esfuerzo militante desde la izquierda social y la partidaria, que además le dio a la movilización significados más exigentes que los acordados por los convocantes, tanto por el despliegue de banderas y pancartas como por las consignas coreadas masivamente. Entre ellas, un atronador “ahora, ahora”, que reaparecía cada vez que se mencionaba una reivindicación pendiente.

Muchos factores concurrieron para que saliéramos de la dictadura. No fue sólo la presión internacional, ni sólo la resistencia clandestina ni sólo la legal. Ni sólo el FA ni sólo los partidos llamados tradicionales. Ni sólo “el pueblo” ni sólo los dirigentes. Y, sin la menor duda, el acto del Obelisco no fue sólo la lectura de lo que habían escrito un par de inteligentes abogados.

La historia es un campo de batalla entre distintas historias. Esto es legítimo y ninguna interpretación queda grabada para siempre en piedra, pero hay que aceptar los hechos evidentes. No habrá Uruguay democrático sin exclusiones si se excluye a los verdaderos protagonistas.