Las investigaciones que pesan sobre decenas de dirigentes por el esquema de corrupción de Petrobras han sacudido el escenario político brasileño. En una primera instancia generaron destituciones y renuncias a cargos, así como caídas y subidas de popularidad e intención de voto. A medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2018 también empiezan a afectar las perspectivas de los distintos políticos para perfilarse como precandidatos.

El impacto de las investigaciones se sintió en casi todos los partidos brasileños. Pese a las acusaciones en su contra, el Partido de los Trabajadores (PT) mantiene al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva como su principal apuesta electoral. En el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) el debate sobre las candidaturas todavía no ha comenzado, quizás por las dificultades vinculadas con que uno de sus integrantes ocupe la presidencia o porque todavía no se tiene la certeza de que el propio presidente, Michel Temer, no quiera postularse —posibilidad que parece difícil por su bajísima popularidad, por debajo de 5%, según las encuestas—. El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) es el que enfrenta más dificultades, ya que sus dos nombres fuertes aparecen involucrados en casos de corrupción: el senador Aécio Neves y el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin. La Procuraduría General pidió investigarlos a ambos por presuntos vínculos con el esquema de corrupción en Petrobras, y su intención de voto viene en caída.

Cara nueva

Con este escenario de fondo, hay quienes se ilusionan con el aumento de la aprobación que recibe la gestión del alcalde de San Pablo, João Doria. Según un estudio de Datafollha publicado en abril, 76% de los paulistas consideran que su gestión es regular o muy buena, mientras que 20% cree que es mala o pésima, un porcentaje que aumentó desde febrero, cuando llegó a 13%. Este porcentaje de aprobación, a tres meses de haber asumido, es un récord desde que Datafolha inició estas mediciones en 1988.

Además, Doria ha aparecido en las encuestas en las que se les pregunta a los ciudadanos a quién van a votar, sin mencionarles a los candidatos. En un sondeo de este tipo publicado por Datafolha el 2 de mayo, Doria aparece con una intención de voto de 1%, el mismo porcentaje que reúnen Marina Silva, Neves y Temer, y es superado sólo por Jair Bolsonaro (7%) y Lula (16%). Otro estudio, dado a conocer en abril por la empresa Vox Populi, lo muestra con un respaldo de 6%, y lo coloca en segundo lugar, debajo de Lula, que tiene un apoyo de 36%. En las encuestas en las que sí se menciona a los candidatos, Doria ha llegado a tener una intención de voto de 11%.

Estos indicadores han llevado a que dentro del PSDB el nombre de Doria sea cada vez más mencionado como un posible candidato presidencial, una alternativa que el alcalde no ha rechazado ni aceptado públicamente. “El mejor aporte que puedo hacer a la democracia brasileña es ser un buen alcalde de San Pablo”, dijo a comienzos de abril en una entrevista con GloboNews.

En este contexto, el presidente de honor del PSDB, el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso, fue consultado esta semana sobre las posibilidades de que Doria sea una “tabla de salvación” para su partido. Cardoso dijo, en entrevista con Folha de São Paulo, que Doria y Luciano Huck “son lo nuevo” en la política porque “no son impulsados por las fuerzas de siempre”. Mencionó otro factor importante en la política brasileña: la dificultad para generar liderazgos nacionales, y destacó que Doria y Huck son nombres que escapan de ese esquema porque ya son conocidos en todo el país. El ex presidente no aclara por qué son conocidos, pero en el caso de Huck es por su trayectoria como conductor de televisión y en el de Doria, por su recorrido empresarial y la amplia cobertura que tuvieron su campaña electoral y sus primeros meses de gobierno.

El ex presidente fue contrario a la candidatura de Doria en San Pablo —que obtuvo después de llevarse por delante a varios candidatos más involucrados con el partido— y a su crecimiento dentro del PSDB. En marzo, Cardoso había dicho en una entrevista con O Globo que Doria no era necesariamente el nombre más competitivo del partido para 2018 porque recién “está comenzando” y sería “prematuro” postularlo a la presidencia. Además, puntualizó que la popularidad —alta en el caso de Doria— no equivale a la credibilidad, y que para ser un buen líder no sólo es importante ser un buen gestor (algo que Doria dice ser), sino también tener credibilidad.

De cerca

Integrantes del equipo de Doria dijeron a Folha de São Paulo que las palabras del ex presidente en la entrevista fueron leídas por el alcalde como contrarias a su eventual candidatura. Opinaron que al compararlo con Huck y considerarlo “nuevo” en la política, lo estaba minimizando. Sin embargo, otros referentes del PSDB consultados por O Globo interpretaron las palabras de Cardoso como una señal de que la candidatura de Doria tiene que ser considerada y de que hay que hacer gestiones con Huck, que es independiente, para intentar acercarlo al partido.

Doria también ha recibido la atención de otros líderes nacionales, como Lula y Marina Silva. En el caso de la ex candidata presidencial, fue consultada sobre su opinión de Doria por el portal de noticias UOL. “Existen personas que tienen la política de decir que no están haciendo política”, dijo, antes de opinar que “no es con la negación de la política que se ayuda a la gente a recuperar su potencia transformadora”.

Por su parte, Lula se refirió a Doria en un congreso regional del Partido de los Trabajadores la semana pasada. Lo insultó y lo acusó de ser “um almofadinha, um coxinha” (algo así como un cheto), siempre preocupado por dejar una buena imagen, que cuando está con los más pobres se hace pasar por Juan Pueblo. Agregó: “Si se lo encuentran por ahí, pregúntenle si trabaja”. Doria respondió con un video que publicó en Facebook en el que mostró su carnet de trabajador y dijo que es el ex presidente quien no trabaja. “Además de ser un cobarde y un mentiroso, está desinformado”, agregó, y recordó que ya había mostrado su carnet de trabajador el 1º de mayo. Doria también reiteró las acusaciones de corrupción contra Lula que repite desde 2006, cuando estalló el escándalo de corrupción del mensalão.

Un extraterrestre

“Yo no soy político” no sólo fue el eslogan de Doria durante la campaña en San Pablo: ya alcalde, sigue recurriendo de forma reiterada a esa frase, en un momento en que la clase política brasileña tiene miedo de ser diezmada por las investigaciones de corrupción. El alcalde no desconoce este fenómeno: mientras Lula declaraba ante Sérgio Moro esta semana, él decía que es necesario “limpiar Brasil” de la corrupción, y consideró que la lista de los políticos que serán investigados en la fase más reciente del caso Petrobras, difundida este año, “desgasta a la clase política”, incluso en su partido.

Doria, que gestiona San Pablo como si fuera una empresa, habla de liderazgo, de administración, de efectividad y de productividad. Aprobó una norma para multar a los funcionarios que lleguen tarde a las reuniones —si es por 15 minutos, 63 dólares; si es por más, el doble—, amplió los permisos para que los privados hagan donaciones a la Alcaldía de San Pablo —eso sí, señalando para qué quieren que sean usados esos aportes—, aumentó el límite de velocidad en las rutas paulistas con el objetivo de descongestionar el tránsito de la ciudad —pese a las advertencias de que esa medida puede generar un crecimiento de las muertes a causa de accidentes de tráfico— y respaldó las impopulares reformas de Temer porque “Brasil tiene que ser ordenado”.

El alcalde promueve la gestión privada de los bienes públicos —tanto mediante privatizaciones como mediante acuerdos de participación público-privada— y un Estado mínimo —en el gobierno nacional y en los gobiernos locales— para “dejar marchar” la economía. Durante la campaña se comprometió a “vender todo aquello que no sea esencial para la gestión pública”, y ahora, ya en el gobierno, lo está llevando adelante, porque “el Estado no puede ni debe estar donde no es necesario”.

El alcalde rechaza a los sindicatos —durante el paro general del 28 de abril llamó “vagos” a quienes no fueron a trabajar— y considera que los trabajadores tienen que “comprender” la situación económica de Brasil. No se ha reunido con representantes sindicales y en cambio sí ha recibido a empresarios y famosos —el último fue Arnold Schwarzenegger, quien dirige una organización ecologista—.

Por otra parte, Doria fue el presentador de la versión brasileña del reality show The Apprentice, de Donald Trump, es el autor de los libros de autoayuda Éxito con estilo y Lecciones para vencer y, aunque ahora está de licencia, también ocupa la presidencia de Líderes Empresariales Paulistas, una organización muy activa que, por ejemplo, en noviembre invitó al presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, a que hiciera una exposición sobre las oportunidades de inversión en Uruguay.

Doria se encarga de dar a conocer las acciones de la alcaldía mediante sus cuentas personales en las redes sociales, en las que tiene una presencia constante, con fotos y videos que lo tienen como protagonista. Según su equipo, el ritmo de trabajo con Doria al frente es frenético: la jornada empieza a las 5.00 y termina a la medianoche. El alcalde dejó clara su hiperactividad en su primer día en el cargo: se vistió de basurero y salió a limpiar la ciudad con los equipos de la Alcaldía para lanzar su plan “San Pablo, ciudad linda”. Semanalmente visita de sorpresa hospitales, escuelas y otros lugares en los que se brindan servicios públicos, con el objetivo de mostrarse cerca de la gente. También sale de la alcaldía cuando hace de mandadero de su equipo: a media tarde sale del edificio para hacer las compras que le piden unos y otros. Y no faltan las fotos de los mandados, de las visitas y de él vestido de una u otra forma: Doria dice, al igual que Cardoso a Folha, que los partidos se han alejado de la gente y que es necesario acercarse nuevamente. El camino que eligió fue el de utilizar las redes sociales para, prácticamente, hacer un nuevo reality, pero en este caso de su gestión.

Otras caras

Luciano Huck “Es hora de que mi generación ocupe los espacios de poder”, dijo en una entrevista a fines de abril, y esto ya llevó a que este periodista y presentador de televisión en la cadena O Globo empezara a ser considerado un posible candidato para las elecciones. Huck ya había dicho que en algún momento podía entrar en la política y, cuando se le consulta si el momento es este, él no lo niega.

Jair Bolsonaro El diputado brasileño que dedicó su voto en el impeachment al militar que torturó a Dilma Rousseff está creciendo en las encuestas, aunque lejos de acercarse a los primeros lugares en intención de voto. Defensor de la dictadura —“un período excelente, con derechos humanos”— y embanderado con un discurso contra la corrupción, Bolsonaro se beneficia del desencanto con los políticos tradicionales y se presenta como una alternativa “sincera” y “honesta”.

Joaquim Barbosa y Sérgio Moro Desde hace unos años los encargados de juzgar a los políticos presuntamente corruptos aparecen como alternativas electorales. En el caso de Barbosa —ya retirado—, se trató del mensalão, y en el de Moro, del esquema en Petrobras. Los dos no sólo se presentan como los referentes de la Justicia sino también como los defensores de los derechos de los ciudadanos brasileños.