Por cuatro votos contra tres el Tribunal Superior Electoral (TSE) prefirió no dejar a Brasil más acéfalo de lo que ya está. Los magistrados liberaron de la destitución a Michel Temer. Tras cuatro días de deliberaciones, respondieron a la denuncia presentada por el PSDB luego de las elecciones de 2014. Las sospechas sindicaban al PT, Dilma Rousseff y Temer como responsables, o al menos cooperantes, con la red de corrupción que se destapó tras el caso de coimas, sobornos y otros recursos de la constructora/sobornadora Odebrecht.

Los alegatos de los magistrados recorrieron un rosario de prácticas lamentables y habituales. Se habló de presión financiera, de lavado de activos, propinas, coimas, de las dificultades de separar las cuentas personales de algunos indagados y las partidarias. Los ministros fueron graves en su tono. El último en hablar, Gilmar Mendes, que definió el empate tres a favor, tres en contra, fundamentó buena parte de su decisión en no seguir manoseando las instituciones. Pero su cercanía a Temer pudo haber engañado la balanza, ya lo estimaban muchos en Brasil. Pasó lo que se sabía que iba a pasar. Los ministros cercanos al PT votaron por el cese de la presidencia de Temer, aunque ello significara que Rousseff quedara inhabilitada por ocho años para cargos electivos. Mientras que se daba el proceso, la procuraduría general reiteró el pedido para el senador Aécio Neves, suspendido de sus funciones a la espera de las investigaciones judiciales. El PSDB decidirá el martes si se abre del gobierno de Temer o lo banca como el TSE.