I: La encuesta tiene dos características bastante innovadoras: está hecha por teléfono e incluye a varones, lo que no es común en los estudios de fecundidad

G: Y compara mucho valores de varones y mujeres, ¿no?

I: Sí, tradicionalmente la fecundidad se mide sólo en mujeres, por una razón metodológica: si uno quiere conocer la dimensión más contable del asunto, digamos, para proyectar la población, conocer la dinámica de la fecundidad, etc., alcanza con contar a los hijos de las mujeres: allí están todos los nacimientos. Ahora, si uno quiere avanzar hacia el estudio de comportamientos, como se está haciendo actualmente, tiene sentido verlo en varones y mujeres

G: ¿Hay alarmas?

I: Hay una función que me gusta cumplir, muy clásica en la demografía, que es de apaciguador de alarmas: la fecundidad no es alarmantemente baja ni nada de eso. O, mejor, de poner las alarmas donde merecen ir puestas

G: ¿Dónde?

I: Las pondría más bien en un atributo de la población uruguaya que se refleja mucho en lo reproductivo: la desigualdad

G: Vos decís que lo más importante es la desigualdad en sí, no el cruce entre desigualdad y tasa de reproducción o, directamente, tasa de reproducción total

I: En demografía hay más comparabilidad entre países que en otras disciplinas, y en gran medida, hay megaprocesos que suceden en todas partes, a distintas velocidades (el aumento de la esperanza de vida, el descenso de la fecundidad). Entonces, visto en términos agregados, Uruguay no es raro, simplemente está en cierta etapa de la transición demográfica, en la que lo normal es que, por ejemplo, haya menos nacimientos. Ahora, cuando trabajamos con nuestros datos, el marco de la experiencia de los países europeos, típicamente avanzados en este proceso de descenso de la fecundidad, queda con algunos tornillos sueltos. Básicamente porque nosotros (como otros países de América Latina) tenemos comportamientos mucho más polarizados por estrato social. El caso de la fecundidad adolescente es el más claro: sucede muy concentradamente en los estratos más perjudicados, y no disminuye mucho, mientras que en los otros se va postergando la edad del primer hijo

G: Entonces Uruguay, en términos reproductivos, es como “dos países”, por decirlo groseramente. Uno más “europeo” y otro... ¿africano?

I: Sí, para decirlo rápidamente se puede decir así. En esos estratos no hay una fecundidad tan temprana ni tan numerosa como en la mayoría de los países africanos, pero ciertamente es más temprana y numerosa que en el resto

G: Valeria, a vos te llamó más la atención la representación social del cuidado que surge en de la encuesta

V: Mi (de)formación es jurídica y mi aproximación más cualitativa. Por ejemplo, lo que señalaba Nacho sobre las altas tasas de embarazo adolescente es algo que desde la sociedad civil se viene denunciando hace tiempo. Uruguay está plegado al discurso onuista de la agenda 2030 pero en esta materia está muy lejos de cumplir los objetivos. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 se propone “Lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas”, y entre sus Metas incluye “Poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas”, “Eliminar todas las formas de violencia y explotación sexual”, “Garantizar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos”

I: Hay un esfuerzo reciente en el Estado uruguayo llamado “Estrategia intersectorial para la prevención del embarazo no intencional en adolescentes”

V: La existencia de embarazo infantil también ha sido denunciado por organizaciones como resultado de situaciones de abuso sexual...

I: Ya que estamos, la fecundidad adolescente, en todo caso, me parece algo a sumar a la lista de lo alarmante, quitando otros temas como el bajo crecimiento poblacional

V: Y las maternidades forzadas como una forma de tortura

I: Allí hay debates interesantes en torno a métodos anticonceptivos... Por ejemplo, los implantes subdérmicos (que pueden sacarse cuando uno quiera) pueden ser una forma de anticoncepción más eficiente que las pastillas, que una adolescente podría tomar con poca constancia. Suena coactivo el implante, pero no tiene por qué serlo... Así bajó radicalmente el embarazo adolescente no deseado en el estado de Colorado...

V: Igualmente, son medidas que no se pueden pensar si no existe una política clara sobre educación sexual...

I: Claro, todo debiera estar en el marco de un plan integral, educación sexual incluida... tomar el atajo de pensar una solución 100% médica es un error. Pero bueno, también está esa dimensión tecnológica de los métodos como una variable a considerar, no es menor

G: ¿No les llamó la atención que haya más hombres en desacuerdo (81%) que mujeres (76%) con la idea de que a los niños deben cuidarlos mayormente las mujeres?

I: Sí, a mí me llamó la atención, pero otros colegas me decían que no necesariamente los hombres debieran estar de acuerdo en mayor proporción.

G: ¿Por qué? ¿“Hipercorrección”?

I: Creo que más bien (aunque acá ingresa la especulación) por el alto porcentaje de las mujeres que dirían que no se puede confiar esa tarea en los hombres, con lo poco y mal que la realizan... esa interpretación, posiblemente

V: La pregunta en todo caso debió desagregarse en qué implica el cuidado. ¿Jugar, cambiar los pañales?

G: ¿Decís que puede ser que varones y mujeres tengan ideas distintas de lo que implica el cuidado de los niños?

V: Creo que toda la población tiene diferentes conceptos sobre eso... Más bien me refería a que si uno analiza los datos de la encuesta con otras encuestas sobre el uso del tiempo distribuido entre varones y mujeres, el tipo de tareas de cuidado es diferente... Por más que estoy convencida de que poco a poco se van transformando las pautas de crianza y cuidado hacia un esquema más igualitario

I: Sí, en las encuestas de uso del tiempo es interesante ver cómo los padres hacemos más las tareas “sociales”, que implican salir de la casa o jugar, mientras que las madres hacen en mayor proporción las que implican reclusión y repetitividad, ¿no?

V: Exactamente

...

G: El matrimonio es una institución en desuso, ¿no? 5% considera que no es necesario para criar hijos

V: Absolutamente... Es cuestión de quien responda. Esta encuesta a la salida del curso de la UM te daba otros números

I: Con la afirmación “Una mujer se realiza plenamente cuando es madre” pasa algo sintomático, que se ve en otras preguntas y otras investigaciones también (por ejemplo, las de fecundidad y transición a la adultez): las brechas más grandes no son de género sino de estrato, y específicamente entre mujeres de distintos estratos G: Sí, aparte hay confluencia en la edad ideal para tener hijos: a los 25 años I: Es interesante ver que hay diferencias, pero en los ideales no son tan grandes como en los hechos. Pasa con el calendario y con la cantidad, porque hay bastante confluencia hacia el modelo de dos hijos. Entonces, cortando grueso, uno podría decir que si los ideales difirieron menos que lo que sucede efectivamente, lo que hay es una capacidad diferencial para lograr alcanzar esos ideales. También hay confluencia en algo: más de 99% tiene como ideal tener algún hijo. En otros países esta cifra es más baja, pero aquí (aún) no ...

G: ¿Somos optimistas?

I: Diría que la dinámica demográfica de Uruguay en sí misma no llama a la alarma, porque tiene relación con el tipo de población que somos. Por ejemplo, con alta esperanza de vida. El envejecimiento y el bajo crecimiento poblacional son atributos de la dinámica demográfica de países que logran mejoras en la mortalidad y que tienen menos hijos. Hasta ahí no me alarmaría, aunque sí diría que hay que preparar al país para el envejecimiento

V: Yo creo que hay una nueva generación de hombres padres que no le temen a ejercer cabalmente su paternidad... A mí me gusta introducir siempre que la mejor política demográfica es la migratoria =)

I: Lo que sí es estructuralmente alarmante es que haya patrones tan distintos en la fecundidad, por ejemplo, en lo que charlamos de la fecundidad adolescente. Si yo les pregunto a ustedes cosas sobre la fecundidad, o al lector promedio de la diaria, tengo buenas chances de adivinar a priori lo que me dirán. Si, en cambio, le pregunto al lector de Últimas Noticias, que no sé si sigue saliendo, dicho sea de paso, me animo a adivinar que las respuestas serán distintas. Yo creo que tiene sentido ver estas diferencias como consecuencias de una estructura social, más que como causas de su perpetuación, aunque podría haber algo de esto. Es decir: sé que una madre adolescente con tres hijos tendrá más dificultades, pero creo que el foco debería estar puesto en ver por qué los tiene. ¿Qué tipo de sociedad “produce” fecundidad adolescente alta en un sector y postergación de los nacimientos en otro? ...