G: Yo creo que es una película que busca emocionar, y lo consigue, aunque no es la mejor herramienta para entender la figura o la época. Me resultó entretenida, ágil, pero no sé si es porque yo “conozco” un poco la historia

V: Si te emociona, es un punto a favor de la película

J: Despego y después bajo a tierra. A mí me dio parábola de la gloria y el infortunio. Esa es la vida política de Wilson. No es presidente en el 71 por unos miles de votos y las sombras del fraude. Sin embargo, se convierte en símbolo de lucha contra la dictadura desde fuera de Uruguay. Lo proscriben para el 84 y todos piensan que en el 89 le va a tocar. Pero lo fulmina un cáncer. Es lo que fue y lo que nunca llegó a ser. La heroicidad de lo que no se alcanza

V: A mí me interesa destacar que con esta película el género documental, como gran reportaje, retoma una de sus vertientes, que es la de las historias colectivas, la épica, lo social. Eso me gusta

G: ¿Colectivo porque entra la historia del país, decís?

V: Sí, porque reencuentra una de sus vocaciones: contar una historia de todos, con entrevistas, con archivo. Que es una factura cinematográfica que fue perdiendo prestigio, digamos. Es como si abrieras un libro

G: Sí, hay tomas de archivo increíbles, como la de Wilson detenido dentro del cuartel

J: Las imágenes del cuartel en Trinidad son un hallazgo

V: Un gran hallazgo

J: Casi un reality de la represión. El Gran Hermano involuntario de los milicos

V: Eso es arqueología cinematográfica. Aunque dudo que exista la categoría

J: Creo que un gran acierto que no estuvo a priori en los planes del director fue seguir los hechos de manera cronológica

V: La obra está al servicio del mejor narra la historia

J: La historia en sí ya es un hecho puramente cinematográfico. Fue por 1.000 votos de la pequeña lista 97 que Wilson entró al senado en 1966. Entró por la ventana prácticamente. Sus años como ministro de Ganadería no lo habían puesto en primera fila. Es al final, estribando de apuro, que Wilson se va a convertir en el azote del gobierno de Pacheco a través de recordadas interpelaciones, y en el líder renovador de la popularidad del Partido Nacional para las elecciones de 1971. Son esos aleteos de mariposa que después producen un torbellino a kilómetros de distancia

G: Pero eso no lo aclara la peli, Juanchi. Eso lo sabés vos

J: Es cierto. Y quizás es un déficit

G: Me pongo en el lugar de alguien más chico, o de alguien de afuera, y me parece que hay muchas cosas que se dan por sobreentendidas. Como que fuera para fans

V: En una sola película no se puede contar todo. Y creo que tiene el mérito de dejar plantado a Wilson. Y recuperar imágenes, eso para mí es muy importante. Yo creo que ese siempre es un dilema de los directores cuando toman tremendas historias. ¿Te ubico en el tiempo? ¿En el espacio? ¿En la coyuntura? ¿En los personajes? Entonces sería como un manual

G: Sí, igual a mí me parece que se imponía explicar, dentro de lo posible, cuáles eran las ideas de Wilson. Y cuál era la disputa interna en el Partido Nacional. O sea, por qué es raro que el líder del partido deje de ser un conservador (Herrera) y pase a ser un independiente (Wilson)

J: En ese caso, creo que hubiera sido una pérdida de tiempo que no contribuía al documental. ¿Realmente había un corpus de ideas wilsonistas? ¿O lo transcendente era esa figura carismática y compleja que se erigió de manera fulgurante en una parte importante de la historia del país?

V: El director se jugó por esa. El caudillo. La incidencia en la vida política. Volviendo más atrás, no creo que sea un documental para afuera. Es local y no es un demérito

J: Comparto. La historia de Wilson está cargada de gestos simbólicos, épicos, que de por sí colaboran a una estructura de relato casi clásico. Los años de militancia, la dictadura, el exilio, el regreso y la muerta temprana y fulminante del cáncer. Decile a Homero que escriba una mejor que esa. Ya lo hizo, bah. Pero esta sabemos que es real

V: Agrego algo, está retratando una forma de hacer política y un país que ya no existe. La pasión como virtud política. La oratoria. Los grandes gestos. Las frases que quedan

G: Qué personaje Ignacio de Posadas. Narrativamente es increíble. Es como “el malo”, ¿no?

V: Es que hay gente que “rinde” mucho en el cine

J: De Posadas y Lacalle juegan el rol de comic relief

V: Los franceses tienen una expresión. Dicen: es un buen cliente.

J: Es un documental de género. Porque es un documental que remata con esencialidad a los blancos

G: Es el mayor crítico de Wilson. Cuando De Posadas dice que “Mi compromiso con usted”, el plan de gobierno de Wilson, era un mamarracho, es brutal

J: White movies

G: :) Bueno, a mí me hubiera gustado que no fuera tanto de “personalidades”, o que las anclaran un poco ideológicamente, que se explicara la trayectoria. Por ejemplo, para entender a De Posadas, que era una especie de asesor antes de la dictadura (me enteré por la peli), hay que saber que después fue ministro de Economía de Lacalle

J: Creo que eso es para el director's cut. Querer explicar las internas blancas en una hora es un trabajo insalubre como documentalista. Ahí necesitas a Tolstói y mil páginas

V: Por eso te decía que cuando hacés una entrevista con ese grado de rendimiento en pantalla, salís contentísimo

G: El gran ausente, además de la ideología, es Sanguinetti

V: Declinó participar, ¿no?

J: No. Fue una elección del director

V: Volviendo a la ausencia de ideología, quizá haya que interrogarse también sobre el director, quién es. El peso de su propia historia personal, familiar. Qué cosas le dice a él Wilson y le resuena

G: Está muy bien el momento en que el dice “mi padre”, completándole la frase a otro. Esa irrupción del documentalista. Porque obviamente engancha con Destino final, su película anterior

V: Sí, es un recurso que él usa con libertad también en DF. Él nació oyendo hablar de Wilson

J: Es, si se quiere, un orfebre catártico. Y DF y Wilson hacen una saga

G: ¿Decís que Gutiérrez está aliviando su historia personal?

J: Él cuenta y reconstruye su pasado. Familiar y político. Y no se priva de incidir como un narrador por momentos presente

V: Wilson es una figura de inmenso peso (no pesada) afectivo para él y para su familia. Y él se planta como eso. Pero no es un enviado del Partido Nacional para hacer el institucional de Wilson. Eso me parece muy honesto

J: Wilson decía que desconfiaba de las personas que no reían y lloraban. Y el documental no sólo pega por el lado de la emoción sino también por el lado del humor. Para Wilson, era una forma de vida como un arma discursiva y política.

G: En eso, me pareció un hallazgo Gonzalo, su hijo mayor. Nunca lo había escuchado hablar y me parece que es el que más ilumina sobre la forma de pensar (no política, sino de razonar) de Wilson. Sobre su forma de ser en intimidad

V: Sí. Es muy lindo eso, cómo las películas te permiten descubrir personajes y testimonios de los que quizá no esperaras o no conocieras y se revelan con una potencia de transmisión

J: Hay una anécdota de Wilson que nunca olvido y la mecho en los asados aunque este no tenga una parrilla de por medio. Wilson internado con el cáncer avanzado. Se le acerca una enfermera y le dice: “Señor, quiero decirle que si bien soy frenteamplista y de Peñarol, a usted lo admiro”. Y Wilson contesta: “Mire lo que son las cosas; usted es de Peñarol y del Frente Amplio, y el cáncer me lo vengo agarrar yo”

J: Aparte de los testimonios valoro el aporte del archivo. Algo que Uruguay no salvaguarda salvo el aporte descomunal de Cinemateca

V: De eso podríamos hablar mucho. Una televisión que tiene 60 años y no puede aportar nada. O casi. Ni la pública ni la privada. En un país donde, de hechos tan potentes como, solo por citar uno, la calidad de los presos del Penal de Libertad, hay dos imágenes. Siempre las mismas. En otros países, en un documental como estos, el socio natural es la televisión. Participaría aportando sus archivos. Impensable entre nosotros

J: Es una lástima eso

J: A mí me impactaron mucho las imágenes del deterioro físico de Wilson a partir de su enfermedad. Secuencian el cáncer en pocas imágenes esparcidas, si se quiere, rápidamente. El director me dijo que quiso ser sensible y no caer en lo morboso. Y eso es algo que me preguntó cómo se había visto. ¿Ustedes cómo lo vieron?

G: Es impactante, sí, porque son pocos años los que abarca la peli. No hay Wilson niño o joven. Son 20 años, su madurez, y de repente, paf

V: Es muy duro, sobre todo por la potencia de Wilson. Y porque también hubo algo, en su momento, como de una asociación con la impunidad y cómo lo enfermó. Se hablaba mucho de eso en aquel entonces

J: Su discurso cansino y desgastado mostrando sus últimos esfuerzos de vitalidad política cuando justifica su voto a la caducidad y le reprocha a Sanguinetti haber creado una escena fatalista es de un drama enorme. Es de una tensión shakespereana

G: Sí, eso en la trama heroica es lo más alto, pero, otra vez, creo que no está bien explicado

V: De acuerdo con Gabriel

G: Tampoco se explica la distancia con Carlos Julio Pereyra

J: Quizá sea hora de mandar a los botijas a que agarren los libros

V: Esa es otra virtud de los documentales (tiro la frazada para mi lado). Cuánto pueden colaborar con profesores, grupos, etcétera.