El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia anunció ayer la expulsión del país de más de 150 diplomáticos de 23 países, en reciprocidad con las medidas adoptadas por esos países, que esta semana habían hecho lo mismo con más de 100 representantes rusos.

Las expulsiones de los rusos se decidieron como medida de solidaridad con Reino Unido, que acusa al gobierno que encabeza Vladimir Putin de estar detrás del ataque con un agente tóxico –una sustancia de acción neuroparalizante– realizado el pasado 3 de marzo contra un antiguo espía ruso, Serguei Skripal, y su hija en la ciudad inglesa de Salisbury. La hija del ex espía ha mejorado y ya se encuentra consciente, mientras que su padre continúa internado en estado grave aunque estable, según las últimas informaciones.

La disputa diplomática es un factor de discordancia más que se agrega en el marco de las cada vez más tensas relaciones entre Rusia y las potencias occidentales. El jueves el gobierno ruso anunció la expulsión del país de 60 funcionarios diplomáticos de Estados Unidos y al mismo tiempo ordenó el cierre temporal del consulado general estadounidense en San Petersburgo, la segunda ciudad más importante de Rusia. Pero ayer los rusos dieron un paso más y anunciaron la expulsión de personal diplomático de Alemania, Francia, Italia, Canadá, Ucrania, España, Hungría, Rumania, Lituania, Suecia y Australia, entre otros países. La semana pasada había sucedido lo mismo con los representantes de Reino Unido e incluso por el momento se cancelaron todos los contactos de primer nivel entre ambos países.

Desde un primer momento Moscú rechazó las acusaciones sobre su participación en el ataque a Skripal y su hija por infundadas, y pese a las denuncias realizadas por Reino Unido, las autoridades británicas han obstaculizado la participación del gobierno ruso en la investigación, según informó el embajador ruso en Londres, Alexander Yakovenko.