Al menos 16 palestinos murieron ayer en varios puntos de la frontera entre Gaza e Israel en incidentes ocurridos a lo largo de varias horas durante la Gran Marcha del Retorno, manifestación organizada por Hamas, grupo que gobierna en el territorio gazatí.

Además, según informó el Ministerio de Salud palestino, unas 2.000 personas resultaron lesionadas, muchas de ellas por inhalación de gases lacrimógenos y cerca de 700 por heridas de bala.

Un centenar de tiradores del ejército israelí apostados en puestos fronterizos controlaron durante toda la jornada que los miles de palestinos que se manifestaban –se estima que en total fueron cerca de 30.000– no se acercaran a la zona prohibida, que había sido fijada a 300 metros de la frontera. Para evitarlo, emplearon gases lacrimógenos y otros medios de dispersión, pero también munición real.

En una entrevista publicada por el diario israelí Maariv, el jefe del Estado Mayor del ejército israelí, Gadi Eizenkot, confirmó que los soldados tenían orden de disparar “a cualquiera que dañe la infraestructura de seguridad o en caso de una amenaza peligrosa”.

Ante la gravedad de los hechos, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, pidió la intervención de la comunidad internacional. “Pedí a las Naciones Unidas que actúen de inmediato para proteger a los palestinos”, dijo Abás en declaraciones recogidas por los medios palestinos.

La de ayer marcó el inicio de la Gran Marcha del Retorno, movilización que se pretende extender hasta el 15 de mayo, conmemoración de lo que los palestinos llaman Nakba (‘catástrofe’), que marcó del exilio palestino tras la creación del Estado de Israel en el año 1948. Según Naciones Unidas, cerca de un millón y medio de los dos millones de personas que habitan en la Franja de Gaza son refugiados o descendientes de refugiados.