Tras una semana de anunciar represalias contra el régimen de Bashar al Assad, anoche el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronunció un discurso televisivo en el que comunicó que se estaba produciendo un ataque a Siria en coordinación con sus aliados Francia y Reino Unido. La OTAN expresó su apoyo al ataque.
El motivo del bombardeo es el ataque con armas químicas que el ejército sirio habría lanzado el sábado pasado sobre la ciudad de Duma, que estaba en control de fuerzas rebeldes. El gobierno sirio, que ahora controla ese último bastión opositor, negó haber efectuado un ataque con armas químicas.
En su discurso, Trump se refirió a estos hechos, por los que responsabiliza al mandatario sirio: “No son las acciones de un hombre, sino los crímenes de un monstruo”.
Además, anunció que, a diferencia de lo ocurrido el año pasado, esta vez no se trataría de una advertencia aislada, sino de ataques continuados: “Vamos a sostener esta respuesta hasta que el régimen sirio deje de usar armas químicas”.
Por su parte, la primera ministra británica, Theresa May, afirmó que los ataques sólo tienen ese objetivo y no un “cambio de régimen” en Siria. La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) anunció esta semana que el envenenamiento en Londres del ex agente ruso Serguéi Skripal había sido producida por un agente nervioso. El hecho había generado una crisis entre Moscú y Londres, que luego involucró la expulsión de diplomáticos de varios países. La investigación de la OPAQ sobre la naturaleza del ataque a Duma todavía está en curso.
Los ataques lanzados anoche por Estados Unidos y sus aliados europeos, que comenzaron a las dos de la mañana siria, estarían dirigidos a dos instalaciones donde se fabricarían armas químicas, en las cercanías de Damasco y en otros puntos de Siria. Habría habido un tercer ataque, pero no se reveló su localización “por motivos de estrategia”, según el Pentágono.
El 7 de abril del año pasado Estados Unidos había efectuado un ataque contra objetivos militares sirios, también como represalia por el empleo de armas químicas por parte del gobierno de Al Assad contra su propia población.
“El régimen de Assad no recibió el mensaje el año pasado. Esta vez golpearemos más fuerte”, dijo el secretario de defensa estadounidense, Jim Mattis, en conferencia de prensa desde el Pentágono, flanqueado por el general Joseph Dunford. Luego, reveló que esta vez se empleó “el doble de fuerza” que el año pasado.
“Buscamos evitar herir a civiles sirios y a extranjeros”, agregó Mattis. Se calcula que en Siria hay cerca de 30.000 soldados rusos.
Mattis también trazó paralelismos entre la coalición que se formó para derrotar a Estado Islámico y la que Estados Unidos busca formar ahora.
Dunford dijo no conocer respuestas de las fuerzas armadas sirias a los ataques. De acuerdo a la agencia rusa Sputnik, el ejército sirio habría interceptado 20 misiles.
Al cierre de esta edición, el embajador de Rusia en Estados Unidos, Anatoly Antonov, emitió una declaración: “Las peores previsiones se han vuelto realidad. Nuestras advertencias fueron desoídas. Se está implementando un escenario ya preparado. Una vez más, estamos bajo amenaza. Ya advertimos que tales acciones no quedarían impunes. Toda la responsabilidad por ellas recae en Washington, Londres y París. Estados Unidos, que posee el mayor arsenal de armas químicas, no tiene el derecho moral de culpar a otros países”.