La sala principal del hotel Actuall estaba colmada de dirigentes y militantes que asistían en vivo a la proclamación de Lula da Silva como candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT). El candidato, ya se sabía, no iba a estar allí, en Contagem (parte de la región metropolitana Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais), sino 1.000 kilómetros al sur, en una prisión federal de Curitiba, donde se lo retiene mientras la Justicia brasileña decide sobre su participación en el entramado de corrupción que investiga la operación Lava Jato.

Y, sin embargo, Lula estaba entre ellos. O eso afirmaba la mayoría de quienes tomaron la palabra en la ceremonia: citaban las propias palabras del ex presidente, quien en el discurso previo a su encarcelamiento vaticinó: “Yo hablaré por sus bocas”. Lo hicieron muchas personas, y no sólo dirigentes del PT, sino también de diversas organizaciones sociales y aun de otros partidos de izquierda.

El acto comenzó con la presentación de dos spots. El primero tiene como base un jingle que apoya la idea central de la campaña: el retorno a tiempos mejores que resume el hashtag #ObrasilFelizdeNovo y que alude a los tres períodos en que gobernó el PT. El segundo es un repaso de la trayectoria de Lula, con sus grandes hitos (su infancia pobre, su aparición en la arena pública como líder de la huelga de metalúrgicos de 1979, su llegada a la presidencia en 2003, su reelección). “Podrán arrancar una, dos, tres rosas, pero no podrán detener la llegada de la primavera”, dice Lula en la pieza, y también acusa a la red Globo de conspirar para destituir a Dilma Roussef.

Ausente Lula en Contagem, era ciertamente la presencia de la ex presidenta quien causaba mayor expectativa, y la ceremonia se interrumpió un par de veces para mostrarla brindando su afecto a la concurrencia. Finalmente, fue ella quien cerró el acto: Dilma leyó el “Manifiesto al pueblo brasileño” enviado por Lula. En él, tras exponer las irregularidades de su proceso judicial, y denunciar la vuelta del hambre y el desempleo, Lula dice que “los brasileños tienen derecho a reclamar un proyecto de país más solidario, más justo, y también un proyecto de integración latinoamericano”.

También, como varios de los que tomaron la palabra, Lula habló de Petrobras y de la recuperación de empresas privatizadas: “Petrobras no fue creada para hacer negociados en las grandes capitales, sino para asegurar la autosuficiencia energética de Brasil. Hay que sacarla de las manos de las multinacionales que la controlan hoy. Las privatizaciones de Eletrobras, del Banco de Brasil, de la Caixa Federal, van a ser revertidas para recuperar el progreso social”.

También dice: “Es preciso un gobierno de pacificación nacional, que atienda a los más desposeídos y a los más pobres. Con más salud, con más respeto a las mujeres y a la diversidad. Con menos niños fuera de la escuela. Con menos jóvenes desprovistos de futuro. Con una educación popular. Con más respeto a los pueblos indígenas, a los derechos de los trabajadores. Con menos conflicto social. Con una posición soberana en lo internacional, en el comercio y en las relaciones exteriores”.

En el estrado estaban figuras de primera línea del PT: la presidenta del partido, Gleisi Hoffmann (que abrió el acto); el gobernador de Minas Gerais, Fernando Pimentel; los líderes de las bancadas del Senado, Lindbergh Farias, y de Diputados, Paulo Pimenta; el gobernador de Bahía, Rui Castro; el de Acre, Tião Viana; además de senadores, diputados federales y estatales, alcaldes.

Presente también estaba Fernando Haddad, ex gobernador de San Pablo y ex ministro de Educación, al que frecuentemente se nombra como presidenciable sustituto si la Justicia interrumpe la candidatura de Lula. Presentado anoche como artífice del programa de gobierno, despejó su posición: “Sólo hay dos sectores que no quieren la candidatura de Lula: los medios y el gobierno. Pero el pueblo brasileño lo quiere y vamos a estar de su lado”.

No sólo había figuras del PT: también concurrieron a dar su apoyo representantes de organizaciones sociales, como João Paulo Rodrigues, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra; Raimundo Bomfim, de la Central de Movimientos Populares; Carmen Silva, de la Confederación Nacional de Trabajadores Agrícolas, y Mariana Dias, presidenta de la Unión Nacional de Estudiantes.

Además, hablaron dirigentes de otros partidos, como Antonio Carlos Silva, del trotskista Partido de la Causa Obrera, y Jo Moraes, diputada del Partido Comunista de Brasil (PCdoB). La candidata del PCB, Manuela Dávila, sin embargo, no hizo referencia al acto en redes sociales, y mientras este se realizaba tuiteó acerca de la muerte de María Esther Bueno, una leyenda viva del tenis brasileño. Así, la izquierda en Brasil presenta cuatro candidatos presidenciales: además de Lula y Dávila, se postulan Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, y Guilherme Boulos, por el Partido Socialismo y Libertad.