Bolivia tiene “el orgullo por las nubes”, tituló BBC Mundo. La inauguración en 2014 de un teleférico que une la capital con la vecina ciudad de El Alto forma parte de la construcción de una serie de 11 aerocarriles; siete ya están en funcionamiento y es la mayor obra de ingeniería de la historia de la nación, y reflejo del poderoso avance económico del país presidido por Evo Morales desde 2005. El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) felicita al gobierno.

Por esta obra, Bolivia entró en el Guinness de los récords de 2018: el teleférico más extenso del mundo va de los 3.600 metros de La Paz a los 4.100 de El Alto. “No sólo el más extenso sino el más seguro, moderno, ecológico y económico en la ciudad más alta del mundo”, añade Evo, modestamente. Y la compañía estatal hecha con ese fin se llama Mi Teleférico: nombrarla es poseerla.

Es un fuerte atractivo turístico, porque el paseo ofrece una vista panorámica inigualable, pero también actúa como catalizador del racismo de expresión brutal, soez, en la sociedad, al suprimir las distancias entre pobres y ricos, que ahora ven sus barrios, sus cines, su shopping a los pies de los pobres que se sientan en el piso “y les ensucian” los baños públicos (ver recuadro).

Los residentes de El Alto también disfrutan de la vista; allá abajo está el camino que debían recorrer de ida y vuelta por 45 o 60 minutos en pequeños autobuses atestados y escasos en las horas pico, o simplemente en bicicleta. “Nadie nos iba a imaginar”, dice la señora entrevistada. “Nos ha caído a todos de sorpresa. Es bien bonito: lindo para mirar y vista para ver. Es emocionante, digamos, ¿no?”, y hablan de su propia ciudad, que recién descubren.

El periodista de BBC Mundo Ignacio de los Reyes recoge también la reflexión de un jerarca no identificado de la empresa: “Es una forma de integración”. Y sí. Su incidencia social es incluyente y era previsible. Las cabinas que se suceden cada 11 segundos tienen dos bancos enfrentados para diez personas en total, uno junto al otro, sin primera clase que valga.

El proyecto de hacer el teleférico estaba desde los años 70, pero no la voluntad de hacerlo. Entre los reparos la historia recoge que iba a dejar a los choferes sin trabajo, que “sería causante de la pérdida de privacidad” y que su punto de arribo en La Paz estaba “demasiado cerca” de la Basílica Menor de San Francisco. El tema navegó entre campañas electorales y anteproyectos hasta que en julio de 2012 Evo Morales logró consenso para aprobar su construcción por ley, y el 30 de mayo de 2014 se inauguraba el primero.

Hoy hay siete teleféricos en funcionamiento 17 horas al día y están en obra otros dos (de un total de 11 planificados), que comunican a la capital administrativa de Bolivia, La Paz, de 780.000 habitantes, con la ciudad más grande de Bolivia: El Alto, con 1,6 millones de habitantes, que suman 22% del país. La tarifa equivale a 13 pesos uruguayos, la bicicleta paga pasaje aparte y hay mitad de tarifa para estudiantes, personas con discapacidad y adultos mayores. En diciembre de 2017 se alcanzó la cifra de 100 millones de personas transportadas, y el actual promedio diario es de 159.000 personas, que ahorran al menos una hora diaria de viaje. La vida útil estimada del teleférico es de 40 años, con una inversión inicial para cada uno de 234 millones de dólares y ganancias proyectadas en 700 millones de dólares.

La ecuación

La inversión pública ejecutada por el Estado, incluida la de los teleféricos, se incrementó en más de siete veces, de 629 millones de dólares en 2005 a 4.772 millones en 2017. Esta decisión política dinamizó la actividad económica del país, redujo el déficit de infraestructura productiva y permitió cubrir necesidades elementales de la población, como agua y saneamiento básico. “Es importante señalar que, pese a un contexto internacional desfavorable y caída de los precios del petróleo, el gobierno nacional ha garantizado los recursos destinados a la inversión pública como una variable de sostenibilidad económica del país”, señaló el ministro de Economía, Mario Guillén Suárez. El año pasado Bolivia se ubicó en el primer lugar por cuarta vez en este rubro en estos 12 años, por encima de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú.

El modelo económico boliviano, que llaman Social Comunitario Productivo, se basa en la redistribución de la riqueza y con un salario mínimo que crece por sobre la inflación. Así, pasó de 440 pesos bolivianos en 2005 a 2.000 en 2017, multiplicándose por 4,5 en 12 años.

El vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, afirma que para salir de la confrontación histórica en el país entre dos bloques ideológicos y regionales, en su definición integrada por los pueblos indígenas campesinos originarios y la oligarquía empresarial, el modelo a consolidar es el capitalismo andino-amazónico, que no aspira a transformarse en un sistema socialista pero que se convierte en un frontón para el neoliberalismo.

Cuando Evo Morales ganó sus primeras elecciones, en diciembre de 2005, lo hizo con 53,7% de los votos. La oposición clasista al primer indígena presidente de un país mayoritariamente indígena especuló con una catástrofe económica en no más de seis meses que lo sacara del juego. En ese momento, las personas más ricas de Bolivia tenían 129 veces más que las más pobres. En 2017, la relación era de 39 veces. En esos 12 años, la pobreza bajó de 59,6% de la población a 37,6%, y la pobreza extrema de 36,7% a 16,8%. El desempleo cayó de 8,1% a 4,5%, y desde 2014, la economía boliviana es la de mayor crecimiento en América del Sur. La inflación se mantiene por debajo de 6%.

El dinamismo económico se logró con la inversión pública, que pasó de 629 millones de dólares en 2005 a 4.772 millones de dólares en 2017, multiplicándose por 7,6. En mayo de 2006, Evo Morales decretó la nacionalización de los hidrocarburos, y la renta petrolera, que había sido de 2.759 millones de dólares entre 1995 y 2005, creció 11 veces, a 31.504 millones de dólares entre 2006 y 2016. El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita creció en consecuencia, de 1.000 dólares a 3.119 dolares.

Iniciativa negociadora

Esto ha puesto la posición internacional de Evo Morales en un plano notoriamente superior. En un viaje hecho en junio, el presidente declaró su visión de la relación con la Unión Europea, con la que, dijo, no quiere un tratado de libre comercio sino uno de complementariedad.

“En las reuniones con la Unión Europea nos felicitaban por el resultado que tenemos. Nuestro modelo ha tenido resultados, lo sabe el mundo entero”, comentó Morales en Bruselas durante una rueda de prensa antes de reunirse con el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani. El mandatario boliviano destacó que su país está interesado en las energías renovables y, en concreto, en la tecnología para las plantas eólicas, solares y geotérmicas.

“Hemos decidido exportar energía, y Bolivia va a ser el centro energético de Sudamérica. Quizá porque somos sólo diez millones de habitantes y tenemos grandes ríos para instalar plantas hidroeléctricas”, expresó, y volvió a hacer hincapié en que “sobre todo estamos con tecnología europea”.

Morales mencionó el proyecto del tren transoceánico desde Perú a Brasil, que según sus cálculos no costará menos de unos 14.000 millones de dólares y en el que consideró que deben participar “buenas empresas de estados europeos”.

Por su parte, el FMI viene cantando loas a la gestión económica boliviana. En su blog, la jefa de misión en Bolivia y subjefa de la División Meridional II del Departamento Hemisferio Occidental del FMI, Nicole Laframboise, afirmó que “la evolución económica de Bolivia desde 2004 ha sido notable. El prolongado auge de precios de las materias primas, combinado con políticas sólidas y un especial interés en los objetivos sociales, ayudaron a Bolivia a mantener altas tasas de crecimiento, acumular abundantes reservas internacionales y reducir la pobreza y la desigualdad”.

Pero en los últimos años el ritmo general del avance ha disminuido en el marco de una “nueva normalidad” de materias primas más baratas. Los ingresos por hidrocarburos y minería persistentemente bajos generan ciertas dudas sobre el “modelo económico boliviano”, y sobre cómo el gobierno alcanzará sus metas de erradicar la pobreza extrema y brindar acceso universal a la salud y la educación para 2025.

En el análisis del FMI, “más de dos tercios de la reducción de la pobreza son atribuibles al robusto crecimiento del PIB, en tanto que los programas sociales –en particular aquellos destinados a los niños de edad escolar, ancianos, embarazadas e infantes– también desempeñaron un papel importante. Por ejemplo, en cuanto a los indicadores sociales, durante 2000-2016 la esperanza de vida al nacer aumentó de 61 a 69 años, la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años (por cada 1.000 nacidos vivos) cayó de 80 a 38, y el índice de finalización de la escuela primaria aumentó de 84% a 99%”. En ese contexto, “Bolivia dejó de ser el país con mayor desigualdad de Sudamérica para ubicarse en torno al promedio regional”. El FMI explica esta disminución de la desigualdad por “una caída en la prima salarial asociada con aptitudes, dado que el ingreso laboral real de los trabajadores menos calificados creció con mayor rapidez que el de los trabajadores más calificados, impulsado por aumentos anuales en el salario mínimo y límites a ciertos salarios del sector público”.

Como no podía ser de otra manera, el FMI llama al gobierno boliviano a limitar los riesgos planteados desde “la caída de precios de las materias primas en 2014, ante la que el gobierno ha promovido considerablemente el gasto público para respaldar el crecimiento. Esto, juntamente con la expansión de crédito del Banco Central a las empresas estatales, ha incrementado los riesgos fiscales y los posibles pasivos del Estado. También es probable que los riesgos crediticios estén aumentando en el sector financiero”.

Agrega luego el FMI: “En su más reciente revisión anual de la economía boliviana, el personal técnico del FMI señaló los posibles riesgos asociados con la estrategia actual del gobierno. Dados la rápida disminución de los colchones de reservas y los considerables déficits fiscales, el personal técnico del FMI consideró necesario un ajuste más significativo de las políticas a fin de anclar la estabilidad macroeconómica, limitar la acumulación de vulnerabilidades y garantizar la sostenibilidad de la deuda a largo plazo. Entre otros temas, el FMI alentó al gobierno a reducir gradualmente el déficit primario no hidrocarburífero y a considerar una mayor flexibilidad cambiaria para respaldar el proceso de ajuste externo.

“El gobierno es consciente de los riesgos predominantes en la estrategia actual, pero espera que sus proyectos de inversión de gran escala incrementen la productividad y generen retornos lo suficientemente elevados para salvaguardar el crecimiento y la sostenibilidad fiscal a largo plazo. Dado que las reservas internacionales aún son elevadas y el nivel de deuda pública es relativamente bajo, creemos que pueden emplear un enfoque gradual y mesurado para rebalancear la economía”.

Racismo sin bozal

Vecinos de la zona sur de La Paz rechazan la visita de habitantes de la ciudad de El Alto al complejo de cines MegaCenter, en Irpavi. La oposición comenzó con fotografías en varias páginas personales y de grupos en Facebook, y se extendió rápidamente al punto de tener que ser cuestionada por un jerarca de gobierno. En las imágenes se observa a mujeres de pollera y hombres sentados en el suelo de uno de los ambientes del complejo de distracción, otros sentados o echados en los jardines de los alrededores, vendedores ambulantes en las afueras y basureros repletos de desperdicios. Las publicaciones identifican a estas personas como visitantes de El Alto.

La imagen del MegaCenter cambió, afirman, porque los alteños “ensucian” los predios y además “muestran su mala educación” sentándose en el suelo. Las transcripciones son textuales. “Q pena..q este asi de mugriento el megacenter..el 01 d enero fue caos... habia gente comiendo en la alfombra d boleteria...los baños edian, habia basura por todos lados.. se imaginan ustedes si tuvieramos playa????...Dios sabe lo q hace....”, escribió Mili Sita en el grupo de Facebook “Mojigotes en La Paz Bolivia”.

El propósito declarado de ese grupo de Facebook es “el castigo social” a los pobres: “Están todos invitados a subir fotos y tagear si es que conocen algunos MOJIGOTES si comenzamos con el castigo social en algo podemos ayudar”, afirma la convocatoria.

“Las críticas a una mujer que se sienta en el suelo es de quienes ignoran la cultura. Se ha tratado de explicar que en la cultura indígena es normal sentarse en el suelo porque de esa manera se está en contacto con la Pachamama [Madre Tierra]. Así estén en un hotel de cinco estrellas o en Disneylandia, ellas siempre se sentarán en el suelo; es parte de la cultura”, señaló alguien sensato. “Solo haría falta que el Mega invierta un poco en contratar personal que controle este tipo de actitudes seguro que no vuelve a pasar”, retrucó Eri San Martín en la misma página.

El gobierno pidió a los administradores del MegaCenter colocar carteles en todos sus ambientes, con leyendas que hablen sobre la ley 045 de 2010, “Contra el racismo y toda forma de discriminación”. “Vamos a visitar el lugar y ver cómo está, pero por iniciativa de ellos sería bueno que tengan muchos carteles en todos los lugares visibles para evitar estas situaciones”, dijo el viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas.

Juan Patiño, gerente general del MegaCenter, informó que la empresa emprendió una campaña de concientización sobre cómo cuidar los ambientes y procurar que los visitantes conozcan todo el complejo, además de exhibir carteles en el marco de la ley contra el racismo. La empresa también puso a disposición un transporte público gratuito entre el punto de llegada del teleférico y el complejo de cines, una distancia de siete cuadras.

Los comentarios (textuales) en Facebook son elocuentes sobre la actitud y también sobre la capacidad cultural de los que el periodista Mariano Vázquez calificó de “élites blancoides”, en la nota “La potencia plebeya” (canalabierto.com.ar/2018/06/21/la-potencia-plebeya/), que fue punto de partida para esta cobertura:

Fabrizio Sangüeza: “Si kieren parar el problema deben evitar que el teleferico baje desde el alto y matarian al perro y tambien a la pulgas”.

Miguel Ángel Estenssoro: “Realmente es una pena, ya no quedan ganas de ir ni a ver peliculas ni a comer algo”.

Rodrigo Ramos: “Q les construyan un mega en satélite¡¡¡ pufff creo q me ire a ver pelis al olvidado monje, ya no me quiero imaginar como quedara toda la zona sur con los demás teleféricos q vienen .....tenemos q hacer algo pero yya¡¡¡¡!”.