El primer ministro de Irak, Adel Abdelmahdi, anunció ayer su renuncia a su cargo. Poco antes, el principal clérigo chiita del país, Ali al-Sistani, les pidió a los legisladores que reconsideraran su apoyo a un gobierno, para frenar la situación de violencia en el país. En dos meses de movilizaciones murieron más de 400 personas.

“En respuesta a este llamamiento, y con el objetivo de facilitarlo lo antes posible, presentaré al Parlamento una solicitud de renuncia al liderazgo del actual gobierno”, dijo Abdelmahdi mediante un comunicado en el que no especificaba cuándo dejaría el cargo efectivamente. Por lo pronto, el Parlamento iraquí tiene previsto celebrar una sesión de emergencia el domingo para discutir la crisis.

El Ejecutivo de Abdelmahdi “parece haber sido incapaz de lidiar con los eventos de los pasados dos meses”, dijo un representante de Al Sistani en la televisión pública iraquí, y agregó que el Parlamento, “desde el cual emergió el actual gobierno, debe reconsiderar sus elecciones y hacer lo que sea mejor para Irak”.

Al Sistani señaló que los ataques contra las protestas pacíficas están prohibidos, aunque también instó a los manifestantes a rechazar la violencia, dos días después de que una turba incendió el consulado iraní en la ciudad de Nayaf. Esta acción generó una brutal represión por parte de las fuerzas de seguridad, que ese día mataron a más de 68 personas. Además de los 400 civiles, en su mayoría jóvenes desarmados, murieron una decena de miembros de las fuerzas de seguridad.