“Qué lindo es el peronismo”, le dice un pibe a otro mientras se abrazan y se salpican Fernet en Plaza de Mayo, en la madrugada del 11 de diciembre, horas después de que terminara el discurso de asunción de Alberto Fernández.
La fiesta en la calle siguió toda la madrugada con música, agite, alcohol, encuentros casuales entre conocidos y desconocidos. En realidad había empezado desde antes; el 9 de diciembre los cánticos peronistas se esparcían por todas partes: en la Plaza, en los bares, en la calle; entre grupos de amigos y también la piba suelta que se engancha al canto de los que se cruza en la vereda.
Venir a Argentina a cubrir cualquier cosa es siempre darse de frente con una intensidad que, por lo menos, conmueve. ¿Por qué? ¿Qué es el peronismo? ¿Desde cuándo los pibes poguean el himno nacional? ¿Qué fibra moviliza a cientos de miles desde todos los barrios?
Todo es fiesta y calor. Según la prensa fueron 600.000 las personas que se movilizaron para recibir a Alberto Fernández. En realidad a Alberto y a Cristina, o quizás sea más exacto decir que para recibir a Cristina y también a Alberto. Como esa consigna que se repitió en cánticos y carteles: “Alberto presidenta”.
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